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Arte e Ideas

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Letras de vuelo efímero y perfecto

En los primeros números de la revista Pegaso aparecieron crónicas, seguidas por cuentos y poemas inéditos.

A diferencia de las demás publicaciones de aquella época tuvo un nombre mitológico. No hubo declaración de principios ni manifiesto alguno. No salió editorial que explicara el propósito de aquella nueva revista semanal, anunciara colaboradores o presumiera las credenciales de sus directores y fundadores, tres reputadas figuras de la época: Enrique González Martínez, Ramón López Velarde y Efrén?Rebolledo. Corría el año de 1917.

En un México amenazado por la lucha armada, que no sabía si celebrar o no las promesas de una nueva Constitución y cuya experiencia previa había demostrado que un enfoque únicamente literario en cualquier publicación estaba condenado al fracaso, apareció Pegaso. Por solamente 50 centavos, aquel 8 de marzo de 1917 los lectores se encontraron con la hermosa portada de un caballo alado. Después, un texto tan largo, bien posicionado y tanto estilo que costaba creer fuera un anuncio...

Al leer Pegaso, fíjese usted a qué distancia de sus ojos puede ver con facilidad y claras las letras. Al mismo tiempo piense usted sobre las cosas de la vida: ¿Qué es lo más indispensable para el trabajo y la felicidad? ¿Qué haría sin ojos o con la vista desperfecta? ¿Sabe usted a punto fijo si requieren lentes sus ojos? ¿Llevaría usted a su hijita a curarse con un doctor desconocido para ahorrar un poco de tiempo o dinero? La gente culta de esta capital conoce desde hace más de 50 años a la Casa Calpini como digna de llevar la responsabilidad del cuidado de sus ojos. Es en México la casa Óptica más antigua y la más moderna. Como siempre, en la Avenida Francisco I. Madero número 37, (y 3ª de Motolinía) donde se ve la amarilla cabecita de león asomándose por la esquina .

...y por fin el artículo principal de aquel primer número. Una crónica con foto central titulada justa y precisamente La Avenida Madero, firmada por Ramón López Velarde. En el texto el cronista va paseando y regala guiños de complicidad a sus lectores. Después de enlistar los muchos nombres de aquella calle (Plateros, San Francisco, Madero) describe los comercios, las carretelas que trafican tabaco en las esquinas, las cortesanas de tobillos elegantes del Jockey Club y La Esmeralda. Y luego, hablando de los caballos que son transporte público y privado y abundan en Madero escribe:

Desde la esquina del Salón Rojo he sentido renacer una salvaje piedad en favor de las exploradas bestias que pugnan por incorporarse, y más aún, en favor de los caídos y decaídos corceles que hacen el muerto, y, sin una brizna de amor propio abandónanse al látigo de la negra fortuna. Exactamente como un padre pobre que se ha reproducido dieciocho veces. Conocí a un demente que me despertaba a deshora para repetirme: ¡Plateros fue una calle, luego una rue y hoy es una Street! No creo lo último. Pero me inquieta el porvenir al pensar en los letreros en inglés de la Avenida y en el templo protestante que la flanquea. PEGASO vuela sobre la avenida. Sobre el hormiguero, sobre el espejismo de lujo, sobre los trenes del placer, sobre el azoro forastero, mécese PEGASO. Más si no lo ayudáis un poco azotará, alicaído, como cualquier caballejo en coche de sitio .

Hasta ahí la referencia directa de uno de los directores y fundadores de la revista Pegaso. Para algunas otras habríamos de esperar. Según lo refiere el propio González Martínez en una carta a Alfonso Reyes, el impulso inicial de Pegaso se debía a un interés puramente artístico y a una comunión de visiones. (Y tal comunidad fue casi perfecta: grupos literarios como el Ateneo de la Juventud y el de la revista Nosotros tuvieron escaparate en Pegaso. Jesús Urueta, Antonio Caso, Manuel Toussaint, Mariano Silva, Rafael López, Jesús Villalpando, Julio Torri, Luis González Obregón, Alfonso Reyes y Genaro Estrada entre otros dejaron colaboraciones extraordinarias para sus lectores).

Las secciones que conformaban Pegaso eran: La actualidad , Arte colonial , Ajedrez , Crónica , Cuento semanal , Deportes , La gran guerra , Libros y revistas , Puntos de vista , Teatro y Cines , Variedades , Vida artística y literaria . En los primeros números aparecieron al principio crónicas, seguidas por cuentos y poemas inéditos. En algunas otras ediciones se le dio más importancia a La actualidad y muchas veces los lectores hallaban notas sobre la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, y algunos personajes internacionales y sus familias como el presidente estadounidense Woodrow Wilson y el zar Nicolás II. Así que en su contenido se intercalaron la información periodística, las variedades de entretenimiento, los deportes y la cultura. Jesús B. González, bajo el seudónimo de Buffálmaco, compartió reseñas de los espectáculos en los teatros Colón, Abreu, Ideal, y otros; además de varias películas. (La entonces incipiente industria cinematográfica nacional dependía de los modelos temáticos que en ese tiempo estaban en boga en Europa, por lo que Jesús B. González consideraba que aún era necesario hacer venir del Viejo Mundo a los directores artísticos para asegurar la calidad de las obras filmadas en México).

El diseño fue enriquecido con fotografías, caricaturas y material gráfico, otra vez de figuras destacadas como Saturnino Herrán Germán Gedovius y Leandro Izaguirre. Se tomaron materiales fotográficos del ABC de Madrid, de la revista Life y del Mercurio de Nueva York. Ningún número llevaba índice, aunque sí el contenido que vendría en la siguiente edición. Eran comunes los errores en créditos y la falta de citación de ciertas fuentes, sobre todo en las traducciones. Curiosamente a lo mejor con toda intención sobre la Revolución Mexicana la política y los problemas económicos y sociales de hace 100 años no hubo nada. Se registra solamente un artículo mínimo acerca de la desaparición del zapatismo el fantasma que más temores provocaba en la capital .

Pegaso tuvo una duración muy corta. Se publicó durante cuatro meses y 15 números con algunas adendas que quisieron llegar hasta el número 20 sin éxito alguno. Cuenta José Luis Rico que en el número 13 apareció una nota para el público, disculpando a la dirección por el atraso en la aparición de la revista y por las erratas y defectos de impresión; en adelante, según los redactores, Pegaso aparecerá (...) con toda regularidad, mejorado notablemente en cuanto a su parte tipográfica se refiere . En otros números se hicieron referencias al respecto, lo cual parecía ser un indicio de la constante preocupación por los fondos y la sustentabilidad de la revista. A pesar de los esfuerzos por abarcar un amplio público, la carencia de recursos dio fin a este órgano informativo, literario y con una importante comunidad de visiones. Sin embargo, lo sabemos todos, la variedad no era tan diversa y las visiones muy iguales. Arte y literatura fueron las dos alas de ese caballo que también quiso volar, como el mitológico corcel nacido de la sangre derramada de Medusa, hasta el Olimpo para vivir junto a los dioses. Y tuvo un destino parecido. El Pegaso de la mitología griega fue expulsado al alto cielo para permanecer constelación y la revista semanal quedó plasmada como el ejemplo más visible y perfecto de la transición entre el modernismo y posmodernismo artístico de México.

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