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Arte e Ideas

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Rumbo al imperio de las ideas

El ingeniero informático Deb Roy y el evolucionista Gary Marcus dictaron las conferencias iniciales, en las que dieron pasmosos ejemplos de creatividad.

La inauguración de La Ciudad de las Ideas fue tan desconcertante, iluminadora y revolucionaria como prometía Andrés Roemer hace unos días en estas páginas.

Las conferencias iniciales revelaron grandes verdades sobre el ser humano y/o dieron pasmosos ejemplos de creatividad. Juzgue usted con las dos primeras...

Del reino de los datos, a la democratización de la TV

Deb Roy es un ingeniero informático y su esposa es lingüista, juntos decidieron estudiar a fondo cómo su hijo aprendía a hablar.

Decir a fondo no es una exageración, ya que pusieron micrófonos y cámaras de video en toda la casa y no las apagaron ni un segundo durante 36 meses.

Después, al analizar la inmensa cantidad de datos no hicieron una selección de momentos especiales; no. Analizaron todos los datos de movimiento y voz, vieron quién dijo qué, dónde y desplazándose cómo.

Fue una impresionante cantidad de información, procesada con una impresionante capacidad de cómputo, y sus conclusiones no son menos impresionantes.

Deb Roy, su esposa y sus colegas fueron capaces, por ejemplo, de evaluar con exactitud qué es más importante para el aprendizaje, si la frecuencia con la que se dice una palabra o el contexto en el que es dicha, el contexto es cerca de 15 veces más relevante.

Pero mucho más impresionante es cómo pasaron ese análisis del contexto doméstico al global.

Tras seguir los balbuceos del niño, Deb Roy se dedicó a seguir los 250 canales más importantes de la televisión estadounidense y a relacionarlos con las conversaciones que se llevan a cabo en las redes sociales y los usuarios de esas mismas conversaciones.

Es nuestro mundo pero parece otro. Deb Roy no sólo cuenta usuarios, ve qué palabras dicen (y, por tanto, tiene idea de qué están opinando) y lo puede relacionar con los hábitos y características de las personas.

La posibilidades comerciales son inmensas, qué programas ven los papás, cuáles ven los fans de las Coca-Cola light...

Pero también las posibilidades políticas son impresionantes.

En cinco días, de la reciente rebelión en Egipto, por ejemplo, este equipo pudo seguir palabra por palabra cómo la población pasó de las solicitudes de ayuda y medicinas, del miedo y la furia a la euforia del fin de la batalla y el triunfo, mientras que la televisión pasó de usar palabras como revoltosos y criminales a democracia .

En el mapa del ingeniero informático Deb Roy se puede ver cuántos, cómo son y qué opinan las personas que siguen un discurso de Obama... Mientras está ocurriendo.

La gente quiere que sus políticos les den respuestas, no que les den discursos, y esta metodología lo permite .

Somos torpes e imprecisos, lo que pudo hacer la evolución

Gary Marcus sigue una idea de Bertrand Russell: Se dice que el ser humano es un animal racional; toda la vida me la he pasado buscando evidencia de que esto es cierto .

Y ciertamente Marcus tiene ejemplos de la multitud de fallos que tiene el funcionamiento de nuestra mente.

Nuestra memoria, explica el evolucionista, en lugar de ser ordenada como puede serlo la de una computadora o un archivero normal, es como una caja de zapatos en la que metemos fotografías en desorden; encontrar una de ellas depende mucho más de circunstancias como lo que estemos oliendo o el lugar donde nos encontremos que de qué tanto las necesitemos.

Es como la columna vertebral, dice Marcus, tiene el mejor diseño posible... Tomando en cuenta que evoluciona a partir de una estructura ideal para caminar en cuatro patas, lo que resulta en una estructura muy poco adecuada para soportar casi tres cuartas partes del peso corporal.

Del mismo modo, nuestra mente puede ser fácilmente manipulable; puede ser llevada a tomar una decisión u otra dependiendo de con qué palabras se presenta la misma información (por ejemplo, preferimos ir a un lugar donde nos hacen descuento por pagar en efectivo que a uno donde nos cobran un sobreprecio por usar tarjeta, aunque en ambos paguemos lo mismo de cualquier forma).

Pero Marcus no quiere hacernos sentir tontos o torpes (está claro que a él la mente le funciona mejor que a la mayoría de nosotros) sino ayudarnos a conocernos.

Su propuesta es que en las escuelas, en lugar de datos que cualquiera puede encontrar en la Wikipedia, nos enseñen a pensar en cómo pensamos , que aprendamos a conocernos para tomar mejores decisiones en la vida.

Hay que invertir en ideas

Éstos son apenas dos de los ponentes... Al inicio del encuentro, Andrés Roemer, su organizador, en medio de los agradecimientos a patrocinadores y autoridades, hace una invitación: hay que apostarle a las ideas, invertir trabajo y dinero en ellas, no encontraremos algo más rentable.

mlino@eleconomista.com.mx

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