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Simone de Beauvoir: apuntes sobre feminismo
Para entender el feminismo y sus orígenes se puede seguir a Clara Campoamor y sus estudios sobre las mujeres y la política, o desaprender a romantizar la violencia doméstica con los textos de Marcela Lagarde. Si se quiere iniciar en la materia, sugerimos a Beauvoir.
El feminismo y la lucha feminista son cada vez más fuertes, tiene más visibilidad y, en los años recientes, ha cobrado plena relevancia en los debates públicos sobre la vida privada y en el diseño de políticas públicas. Pero ¿qué significa ser feminista? ¿Todas las feministas luchan por lo mismo? ¿El feminismo es solo uno? ¿Cómo ha evolucionado el feminismo?
Muchas mujeres a lo largo de la historia han hecho aportaciones significativas al feminismo, tanto el de la primera ola como el de la segunda y todas las adecuaciones y molduras contemporáneas.
Cada fase por la que ha pasado el feminismo tiene sus peculiaridades, su punto de partida, sus objetivos y sus modos de operar. Acercarse a las expositoras de cada una es esencial cuando se quiere construir un feminismo propio.
Se puede seguir a Clara Campoamor y sus estudios sobre las mujeres y la política (específicamente el derecho al voto), acercarse a los problemas del trabajo doméstico, y con Silvia Federici, seguir con Betty Friedan y acercarse a las nuevas problemáticas de género surgidas de la posguerra, complementar con Kate Millett y la liberalización sexual o desaprender a romantizar la violencia doméstica con los textos de Marcela Lagarde.
Para mí, la literatura de Simone de Beauvoir puede servir como un acercamiento básico al feminismo. Recupero aquí algunas ideas de la feminista que, en mi opinión, hizo aportaciones significativas al estudio feminista —aun cuando no teorizó— y propuso un nuevo punto de partida para muchas de las teorías que surgieron posteriormente.
Beauvoir, una de las más importantes exponentes del feminismo posguerra, ofrece en su libro El Segundo Sexo (1949) un nuevo panorama basado en la concepción del género. En sus líneas ya no se encuentra una sensación de búsqueda por la participación política, académica y profesional —que en teoría ya se habían conseguido—, se percibe el entendimiento y la liberación de la sexualidad femenina y una revolución de lo que se entiende por femenino.
En el estudio de la francesa Beauvoir se identifican dos ideas fundamentales:
En primer lugar, identifica que la opresión de las mujeres es muy distinta de la que son víctimas otros grupos. Los esclavos o los obreros fueron oprimidos a causa de grandes acontecimientos históricos, las mujeres no.
En segundo lugar, también resalta que las mujeres no son minoría en las sociedades. Contrario a la tendencia de opresión de otros grupos, las mujeres nunca han sido un grupo pequeño de oposición social o cultural, porque nunca se han reconocido individuos con propios ideales, sino que han sido asociadas o reconocidas por sus vínculos con los hombres.
Partiendo de aquí y al darse cuenta de que la opresión es distinta, propone también una liberalización distinta de la que siguieron otros grupos vulnerables. En esta liberalización son las mujeres mismas quienes deben de reconquistar sus identidades, sus propósitos, sus propias ideas.
La frase “una no nace mujer, sino que llega a serlo” es clave para entender su obra. El feminismo de Simone de Beauvoir nos dice que tenemos de reidentificarnos como seres libres e individuales desde el interior y no desde la mirada de la sociedad en la que vivimos.
Posteriormente, Beauvoir también fue pionera en el estudio de las desigualdades entre hombres y mujeres en materia educativa, social y económica. Desempeñó un papel importante en los estudios para la despenalización del aborto. Y aportó un amplio análisis sobre sexualidad.
El feminismo no es uno solo, no siempre ha luchado por lo mismo e incluso actualmente todavía existe un amplio debate entre las corrientes feministas. Lo que es una realidad es que la violencia y las desigualdades generan sesgos negativos en las sociedades y limitan el acceso de las personas a sus derechos. En todo caso, la lucha por la universalización de los derechos continúa viva.