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Surgirán más utopías y también fracasarán: Ignacio Padilla
En el libro diserta sobre esa gran industria que hace dinero del miedo al fin y cuyo trasunto es contrarrestar el miedo que nos causa la incertidumbre.
Ignacio Padilla, escritor prolífico, hombre escéptico que goza de los pequeños placeres y que ejercita una dicción casi perfecta, regresa o viaja a Patmos, donde el apóstol Juan escribió el Apocalipsis. Va quizás a encontrar alguna respuesta para la misma duda de siempre, el sentido o, como dice el filósofo francés Giorgio Agamben, impelido por la fascinación del fin . En Patmos, en realidad hay poco que encontrar. Todo ya ha sido escrito e imaginado. Sin embargo, Padilla tiene muy clara su predicción del fin:
Estoy convencido de que sí viene un final. Creo en la linealidad del tiempo, que nos dirigimos hacia un punto omega de la historia, y creo que es posible concebir un apocalipsis que sea incluyente, que sea para todos. Creo en un apocalipsis en el que todos nos salvemos. Un final de todo, salvo de lo humano , comentó Padilla.
¿Y EN QUÉ CONSISTIRÍA ESE FIN?
En que a todos nos llevará la chingada, juntos. Y ya, sí hay un más allá, que todos tengamos la posibilidad de réplica, pero todos .
Charlamos con Ignacio a propósito de su libro de ensayo La industria del fin del mundo (Taurus), en el cual diserta sobre esa gran industria que hace dinero del miedo al fin y cuyo trasunto de peso es uno de los grandes relatos que ha sobrevivido a la liquidación de Occidente: contrarrestar el miedo que nos causa la incertidumbre, un consuelo.
Hoy en día, el matiz más interesante de la capitalización del miedo apocalíptico se encuentra en la industria del entretenimiento. No tenemos un líder occidental que lo esté explotando, como en su momento George Bush contra el Islam, por ejemplo. Entonces, el cine y la televisión: Heros, Carnivàle, The Walking Dead. Finales del mundo con sus respectivas salvaciones de minorías determinadas. A propósito de esta última serie, que la acabo de terminar, el zombi es el monstruo postapocalíptico por excelencia y está de moda .
Nacho ha tratado de encontrar qué hace distintos a los milenarismos del siglo XXI respecto de todos los demás ubicables en la historia. Ha encontrado un aspecto diferenciador: Como el milenarismo contemporáneo sucede en una época donde todavía está muy fresca la idea de que las utopías fracasaron, entonces la idea de un recomienzo todavía no prospera. Eso hace que los movimientos milenaristas apocalípticos contemporáneos no hayan prosperado un pánico. Y, en cambio, lo que sí está prosperando es un apocaliptismo más radical, en el que el mundo ya terminó: ya no hay imperio de los mil años, ya fue el juicio final, ya no hay utopía por construir. Estamos viviendo en un mundo beckettiano, el mundo del sinsentido, la fe descafeinada, la apariencia, la religiosidad como un espectáculo .
De esta forma, el fin del mundo es una experiencia presente y sin sorpresa, sin deseo y sin miedo , como menciona en el libro, el espacio perfecto para la virulencia del síndrome zombi. Sin embargo, lo que sucede con los jóvenes en la actualidad parece reactivar en algunos sentidos el deseo y quizás la utopía. Sin embargo, Nacho hace distinciones:
Indignados es el fenómenos más interesante y explícito de este estado ultramoderno beckettiano, que hay que contrastar con la Primavera Árabe y el #YoSoy132. Indignados es un movimiento de una generación que no conoció jamás la palabra crisis, una generación súper consentida, que escucha a un héroe de la resistencia francesa que les dice: ¡Señores, son ustedes unos apáticos, indígnense! Pero, ¿contra qué? Siempre habrá una razón y de pronto se indignan contra las corridas de toros lo mismo que contra el desempleo. Y nadie puede dialogar con ellos porque ellos mismos no saben lo que quieren.
A diferencia de la primavera árabe que tiene una consigna clarísima, la instauración de la democracia. O #YoSoy132 que tiene unas consignas muy claras, un espíritu crítico de una generación que no lo tenía y que de pronto dice estoy en desacuerdo con esto y contra éste. Indignados es un movimiento absolutamente ultramoderno y carente de sentido porque es el monstruo plural. El milenarismo radical de los indignados en realidad no quiere un cambio.
Las utopías van a seguir surgiendo y estoy convencido de que seguirán fracasando. A esta generación, que está saliendo a las calles, le toca crear una alternativa humana al neoliberalismo. Creo que saldrá algún tipo de utopía. Espero que de la intelectualidad de esa generación surja una alternativa que sea más creíble, más crítica y que sepa desde el principio que va a fracasar , comentó el escritor.
aflores@eleconomista.mx