Lectura 3:00 min
Un viaje heroico por el mercado
Mídase el pulso al salir de la sala de cine, seguro lo tendrá acelerado.
El mundo nunca antes había visto cine paraguayo. O tal vez sí, pero nunca de este modo. 7 cajas es una cinta que allá donde se muestra causa sensación. En el Festival de San Sebastián fue ovacionada de pie. Y sí, es una película paraguaya, pero sobre todo es una película de acción trepidante, que juega con las expectativas de quien la mira. Recuerda lo mejores momentos de Amores perros y Corre, Lola, corre. Es una pena que en México se haya estrenado en tan pocas salas.
Víctor (Celso Franco) trabaja de cargador en el principal mercado de Asunción; es un jovencito con esperanzas de una vida mejor. Esas esperanzas se encarnan en un teléfono celular con cámara, su sueño dorado. Su día a día es llevar en su diablito objetos pesados de acá para allá. Mientras carga, sueña.
Víctor, además, está enamorado de Liz (Lali González). Para impresionarla y comprarse el celular, el joven cargador acepta el encargo de transportar siete cajas de un extremo del mercado al otro. Lo que al principio parece un encargo cualquiera se transforma en una odisea en la que la vida de Víctor peligra como si los mismos dioses del Olimpo lo hubieran enviado a cumplir las tareas de Hércules.
¿Exagerado? No. La cinta es un viaje heroico en el que Víctor irá perdiendo poco a poco la inocencia. Mafiosos, colegas envidiosos y otros monstruos se le irán enfrentando en el camino. Como Edipo ante la esfinge, Víctor tendrá que resolver acertijos en los que se le va la vida.
La cinta entrega casi todo lo que promete. El mercado, animal de 1,000 cabezas, es también un personaje protagónico que respira y sangra. 7 cajas lo retrata como una versión encapsulada de toda Latinoamérica: ruidoso, pobre y al mismo tiempo exuberante. El lenguaje es también una parte vital de la historia: está contada todo el tiempo en el dialecto callejero de Asunción. Al principio es difícil de entender, pero pronto uno se ve arrullado por la cadencia de esas vocales.
La sencillez del guión es un plus: una historia sencilla, contada con modesta perfección. Los directores, Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori, hacen maravillas con sus escasos recursos. La película podría haber sido grabada en el tan anhelado celular con cámara de Víctor.
El final es... oportuno. No quiero decir más porque es mejor llegar con la mente virgen a ese instante.
Sí, es una lástima que 7 cajas se haya estrenado en tan pocas salas en México. Véala. Mídase el pulso al salir del cine: seguro lo tendrá acelerado.