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Arte e Ideas

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Analizan la responsabilidad del arte ante la crisis social

Organizada por la Cátedra Inés Amor, la mesa “¿Ha contribuido la cultura a normalizar la violencia?” abrió la conversación este jueves entre la cineasta Natalia Beristáin, el dramaturgo Luis de Tavira y el actor y director teatral Lázaro G. Rodríguez.

La mesa “¿Ha contribuido la cultura a normalizar la violencia?”.

La mesa “¿Ha contribuido la cultura a normalizar la violencia?”.Foto: Cortesía UNAM

¿Ha contribuido la cultura a normalizar la violencia? ¿Dónde está la comunidad artística y cultural en este momento en México? ¿Cuál es finalmente el papel del artista en la sociedad actual?

Son preguntas que se plantearon durante el encuentro "Occidente, violencia y cultura", convocado este jueves por la Coordinación de Difusión Cultural UNAM a través de la Cátedra Internacional Inés Amor en Gestión y Políticas Culturales, y el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, e integrada por tres mesas realizadas en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC).

Dichos cuestionamientos particularmente se abordaron durante la segunda de estas mesas, que precisamente llevó por nombre “¿Ha contribuido la cultura a normalizar la violencia?”. De ella participaron el dramaturgo Luis de Tavira, el actor y director teatral Lázaro G. Rodríguez y la directora de cine Natalia Beristáin, bajo la moderación de la historiadora de arte María Minera. En este texto se extraen ideas a destacar, como una invitación a explorar el encuentro completo difundido a través de redes sociales.

“Las prácticas artísticas no tienen un signo político claro, no son emancipadoras por naturaleza. Las hay de derechas y de izquierdas, coercitivas, antiderechos, reaccionarias y emancipadoras. La práctica artística no es algo en sí misma y es nuestra responsabilidad darle un sentido y una dirección”, expresó Lázaro G. Rodríguez de inicio.

Por su parte, Natalia Beristáin argumentó que “el artista tiene un deber con la sociedad y, a partir de ahí, la cultura no sólo ha normalizado la violencia sino que la ha narrado, y a través del relato la ha construido también. Estos relatos nos han permitido habitarla e imaginarla (…) Entonces, sí, somos responsables de los relatos y de la normalización de la violencia que éstos pueden acarrear, pero también pienso en otros actores de la construcción de la narrativa. ¿Qué pasa con los medios masivos de comunicación, por ejemplo? ¿Cuál es su responsabilidad en todo esto? Porque violencias hay muchas y viniendo del país de las telenovelas, no puedo evitar preguntarme qué papel juegan estos emporios, que sólo obedecen al dinero, en la construcción y normalización de las muchas y diversas violencias que nos atraviesan”.

En ocasión del Día Mundial del Teatro

Durante su participación, el dramaturgo Luis de Tavira citó al filósofo alemán Ernst Bloch sobre el terror inconmensurable del Tercer Reich, cuya vigencia, lamentó, aún nos alcanza aquí y ahora:

“Hay épocas en las que el mal adquiere proporciones tan tremendas que el tolerante, ya por el hecho de tolerar y permitir que los demás toleren, contribuye propiamente al fortalecimiento y a la ratificación del crimen e incluso lo provoca. Mediante su pasividad, convierte a los demás en culpables”.

Asimismo, ya con palabras propias, y en ocasión del Día Mundial del Teatro, celebrado este jueves, el también actor señaló: “el mundo se ha convertido en una inmensa fábrica de basura. La televisión y el cine como industria del espectáculo se comportan de la misma manera: poco esparcimiento, poco conocimiento, mucha publicidad, muchas imágenes estetizadoras de la realidad, pero sobre todo basura, mucha basura. No es de extrañar que nuestras sociedades se denigren al extremo de producir ciudadanos desechables. El teatro, arte prehistórico, hecho a mano, alérgico a la industria, adquiere un valor cuya significación nunca tuvo más fuerza, la de la construcción paradójica del sujeto comunitario en tanto persona”.

De Tavira expuso que al iniciarse el siglo XXI, el espectador de teatro ya no es el público. “Así, decimos que no puede haber teatro sin espectador, pero es necesario precisar que no siempre el espectador es eso que llamamos el público (…) pero ha llegado un momento decisivo y único en la genealogía de esa sobrevivencia espiritual que conservó al teatro hasta nuestros días en el que es preciso enfrentar el desafío de exiliarse del público para que el teatro subsista como arte, porque el público se ha alienado en el cautiverio de la masa, de los consumidores de la superproducción industrial de los medios. El teatro habrá de excluirse del mercado para reencontrar al espectador del que depende su subsistencia”.

Público asistente.

Público asistente.Foto: Cátedra Inés Amor

“El peligro de quedarse en el espectro de lo simbólico”

Para cerrar la mesa, Natalia Beristáin consideró indispensable “preguntarnos si al arte que nos ha construido hasta ahora también lo deberíamos de cuestionar, porque somos el resultado de todos esos siglos de lo que se nos ha contado y de cómo se nos ha contado. Lo que vivimos hoy en día es también un reflejo de eso”.

De Tavira sumó que en cada época el teatro ha vivido una crisis distinta, y es prudente cuestionar cuál es la crisis de hoy. “El lugar del teatro en la sociedad no está en lo cuantitativo, está en las minorías. Y aquí sí quisiera subrayar: minorías, no elites, sino minorías, comunidades cálidas. Porque han sido las comunidades cálidas minoritarias las que han cambiado la historia de la humanidad”.

Finalmente, Lázaro G. Rodríguez instó a pensar “en las limitaciones que tenemos quienes trabajamos dentro del mundo de lo simbólico. Dado que la tragedia es tal y la emergencia es tal, tenemos que ser muy exigentes con el papel que desempeñamos quienes hacemos arte como ciudadanas y ciudadanos; es un papel de urgencia, de cómo nos solidarizamos, ya sea con las madres buscadoras, con las miles de personas que son víctimas de violencia en el país o con los jóvenes que se enfrentan a un futuro cada vez más complicado. Creo que hay una parte de la responsabilidad ciudadana de la que no podemos huir”.

Rodríguez agregó: “Creo que el teatro y el arte en general corren el peligro de quedarse en el espectro de lo simbólico. Y hay algo que me preocupa mucho, cuando el arte siente que está haciendo algo que en realidad no está haciendo: el simulacro político de lo simbólico”.

El resto de temas abordados

La primera mesa de este encuentro fue titulada "Políticas culturales: ¿una panacea contra la violencia del país?". De ella participaron el poeta Javier Sicilia, la periodista Adriana Malvido y el antropólogo Sergio Raúl Arroyo, con la moderación de Paola Zavala. El análisis se centró en el impacto de las políticas culturales en la violencia del país y su efectividad en la restauración del tejido social.

La tercera mesa, la de cierre de este encuentro, llevó por nombre "¿Cómo entender el vaciamiento cultural de los valores de Occidente?", de la que participaron María Minera, el escritor Maruan Soto Antaki y el promotor cultural Nicolás Alvarado, con la moderación de Jacobo Dayán. En esta sesión se reflexionó sobre el desfondamiento cultural de los valores de occidente como la democracia, el diálogo, la pluralidad y la verdad.

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(DATOS DE VAP)

“Vivimos tiempos de una gravísima omisión pública ante el derecho social a la cultura. La acción cultural es una cuestión de Estado, no habría que olvidar que la verdadera obra de arte es la sociedad”.

Luis de Tavira, dramaturgo y director de teatro

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Observa el resto de las mesas de este encuentro: https://www.catedrainesamor.com/jornada-occidente-violencia-cultura

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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