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El Semáforo LGBTfóbico permite medir y diagnosticar el fenómeno ¿Tú ya te evaluaste?

“Herramientas como el semáforo nos permite visualizar que todo está concatenado. Desde las microviolencias, que van escalando a violencias más peligrosas y riesgosas; todo esto también coarta derechos como el de la salud, a tener una carrera, una profesión, un trabajo, entre otras cosas”, Gerardo Sánchez Guadarrama, creador del semáforo.

Semáforo LGBTfóbico.

Semáforo LGBTfóbico.Especial

La discriminación contra la comunidad LGBT es un problema sustancial, por ejemplo, de acuerdo con ManpowerGroup México, el 75% de las empresas no le dan trabajo a este sector de la población, y sólo 25% de los empleadores consideran darle una oportunidad o contratarlos para vacantes difíciles de cubrir.

El rechazo social y la desigualdad laboral es una realidad que sigue lacerante en la comunidad LGBT, aunque está demostrado que fomentar la inclusión en los espacios profesionales, educativos y de convivencia es invertir en mejoras del capital humano, esto sigue siendo un desafío para este sector.

Lamentablemente la LGBTfobia limita oportunidades, divide a las personas y, sobre todo, cobra vidas, la amenaza está latente todo el tiempo. Sin embargo, es posible visibilizar la homofobia y generar una reflexión crítica y respetuosa, que contribuya a un estado de justicia e igualdad y sin discriminación. Es por ello que se creó el Semáforo LGBTfóbico, una metodología de diagnóstico para medir la toxicidad y violencia social.

Gerardo Sánchez Guadarrama, investigador y activista en la promoción de los Derechos Humanos LGBT, es el creador del semáforo, él platica a El Economista que la LGBTfobia no se irá sola y generar lugares seguros es responsabilidad de todos. “Necesitamos que se propicien acciones de sensibilización para transformar nuestros entornos”, para ello, se puede implementar una técnica de diagnóstico como el semáforo LGBTfóbico que permite descubrir el nivel de violencia y toxicidad que puede haber en contra de la población diversa desde el ámbito familiar, profesional, empresarial y en la misma comunidad.

Gerardo Sánchez, creador del semáforo LGBTFóbico

Gerardo Sánchez, creador del semáforo LGBTFóbicoEspecial

Esta metodología didáctica funciona como referencia para identificar las áreas de oportunidad en todos los espacios de convivencia para promover el respeto y la inclusión de las personas LGBT. “Es un ejercicio para auto observarnos”.

¿Cómo se creó el semáforo?

De acuerdo con su creador, esta herramienta surgió a propósito de ejercicios de sensibilización y talleres que Gerardo realiza como activista de la comunidad LGBTTI, “se trata de una adaptación de la pirámide del odio, realizada en 1912 en Estados Unidos, por parte de la liga antidifamación; ellos lo que hacían es identificar que existían violencias en diferentes niveles en contra de la comunidad judía, la historia misma nos ha explicado lo que sucedió a miles de personas. Esto puede ser traspolado a las diversas causas, como la feminista, el racismo, pueblos originarios, adultos mayores, y otros sectores de la población”.

La idea es medir y diagnosticar, para conocer el fenómeno y luego echar mano de las herramientas que existen. “Por ejemplo, hay empresas que sí han comenzado a apostar por espacios inclusivos, con actividades para lograr espacios laborales sanos”. También tenemos la Norma Oficial Mexicana de igualdad realizada en 2015, son ejercicios interesantes y demuestran a los demás que se pueden hacer cosas en favor de la diversidad.

Sánchez Guadarrama asegura que el crimen de odio, los trasfeminicidios están a la orden del día, “y llegamos a eso porque no se visibilizan los diferentes niveles de violencia, pues cada nivel sostiene al otro, desde el chiste y los mensajes erróneos y mal documentados, la discriminación laboral, todos son indicadores que refuerzan estas ideas de odio, por eso tenemos que seguir trabajando para hacer las deconstrucciones del mensaje”.

Concluye que en el día a día tenemos muchos espacios donde se puede incidir, principalmente en los sitios laborales, escuelas, hospitales, para empezar a poner una especie de piso parejo. “Herramientas como el semáforo nos permite visualizar que todo está concatenado. Desde las microviolencias, que van escalando a violencias más peligrosas y riesgosas; todo esto también coarta derechos como el de la salud, a tener una carrera, una profesión, entre otras cosas”.

nelly.toche@eleconomita.mx

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Periodista de ciencia en la sección Arte, Ideas y Gente de El Economista. Cuenta con maestría en periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE y es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UVM.

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