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Subastan una espada morisca atribuida a Napoleón en Londres
Permaneció en manos de la misma familia durante más de dos siglos. Los descendientes de Kearney tomaron recientemente la decisión de venderla.
Una espada morisca asociada a Napoleón I, probablemente arrebatada a un soldado vencido y que el emperador depuesto regaló a un oficial británico, está a la venta en Londres. Este objeto de 80 centímetros, con hoja curva y aún muy afilada, será subastado el 12 de noviembre por la casa especializada Charles Miller Ltd.
La estimación inicial se fijó entre 30,000 y 50,000 libras (entre 38,000 y 64,000 dólares). Esta espada de combate no presenta adornos ni piedras preciosas. "Sería una espada común si no hubiera sido propiedad de Napoleón", asegura Charles Miller a la AFP.
Se sabe poco de la procedencia de la espada. Su forma curva "es típica de las espadas moriscas", subraya el experto, quien opina que "probablemente fue arrebatada a un soldado vencido y conservada como un botín de guerra" por Napoleón.
Manipulando el objeto con cuidado, el vendedor señala una discreta inscripción en la que se puede leer: "regalo de Napoleón Bonaparte a James Kearney, 1815". El testamento del oficial de la marina, que se conserva en los archivos nacionales, da cuenta de ella.
Forzado a abdicar el 6 de abril de 1814 y exiliado en la isla de Elba, entre Italia y su Córcega natal, Napoleón reconquistó su trono un año después, antes de ser derrotado en Waterloo.
Los ingleses lo deportaron a Santa Elena, una diminuta isla en el Atlántico sur. Su correspondencia y suministros fueron asegurados por barcos británicos. En este contexto conoció a James Kearney, cuyo barco de guerra estaba cargado de vino para él.
Los dos hombres, que compartían la experiencia de la guerra, establecieron una forma de entendimiento cuyo punto culminante fue el regalo de esta espada al capitán de la marina.
Permaneció en manos de la misma familia durante más de dos siglos. Los descendientes de Kearney tomaron recientemente la decisión de venderla. "Como se trata de una pieza estándar es probable que Napoleón no sintiera la necesidad de conservarla. Es un regalo bastante lógico para un militar", señala Miller.