Lectura5:00 min
Especial Tequila: Jimador, un oficio de arraigo
Su trabajo es tan esencial en la cadena de producción de tequila, como el conocimiento que representan.
Mientras a nivel global se escucha, debate y analiza sobre temas como la sobreoferta del agave azul y excedentes de tequila; las tarifas de exportaciones a Estados Unidos, los nuevos etiquetados y hábitos de consumo relacionados con las bebidas alcohólicas, en las zonas productoras de tequila, las conversaciones y preocupaciones de la cadena primaria, los jornaleros del agave o jimadores, son otras.
"Ahorita no hemos jimado en un mes, estamos parados en la cuadrilla -grupo de trabajadores de hasta 15 personas-. En los buenos tiempos teníamos la semana completa", cuenta don Manuel Romero, quien comenzó a agarrar la coa a sus 13 años, bajo el ojo supervisor de su papá Juan y su tío José Manuel, de quienes agradece el oficio.
Te puede interesar
“A mí me gusta esto de la jima, desde que me enseñé me gustó, suda uno bien bonito, pero uno agarra un ritmo y se prende, pero pues ahora le tengo que dar a la albañilería mientras cae más chamba”, dice este jalisciense, nacido en El Arenal.
Espejismos azules
Cuando se habla de los "buenos tiempos", el más cercano sucedió durante la pandemia, cuando aumentó el precio del agave ante la sobredemanda de tequila, fomentando que inversionistas ajenos a la industria plantaran indiscriminadamente agaves -según datos de la Cámara Nacional de la Industria Tequilera (CNIT), de 10,000 hace un par de años, ahora se tienen registrados a 42 mil 411 productores/agricultores de agave.

Jimador entre agaves
Para Leobardo Padilla, académico del Centro Universitario de los Valles, de la Universidad de Guadalajara e investigador sobre la calidad de vida de los jornaleros del agave en el municipio de Tequila, "esa bonanza" les permitía ganar un mediodía lo de una semana, y ahora saben que fue un espejismos, pues apenas consiguen trabajo, tal vez, una o dos veces por semana.
"Con el aumento del precio del agave se contrató gente para trabajar los predios, muchos de ellos migrantes, principalmente indígenas (coras y wixárikas) sin conocimientos de la planta, lo que los ponía en riesgo al trabajar. Ya muchos de ellos se regresaron, y ahora lo que tenemos es una disminución en la gente que realmente le sabe a este oficio", añade.
Un valor poco visto
Y es aquí cuando el "click" no debe quedar solo en esa foto del recuerdo por una destilería, sino en poner foco al valor y arraigo que su oficio representa. "Ser jimador es el resultado de una formación desde tempranas edades, de ver cómo los adultos trabajan el barretón o coa, la cazanga, el machete; de pasar por las etapas del cultivo del agave, desde la plantación, el mantenimiento, el beneficio y la cosecha que es la parte final. Quien se hace jimador es porque pasó todo este proceso de formación", dice Padilla.
Es una capacitación viva, oral, transmitida de generación en generación. "Son personajes totalmente capacitados para estas duras labores, que pocos tolerarían".

Jimador
"Además hablamos de trabajo colectivo, en comunidad, pues estas cuadrillas en su mayoría son grupos familiares o personas cercanas que mantienen vivo el oficio".
Como las cuadrillas de Don Manuel, una llamada Mordisquines y otra Las tortugas, donde todos son familia. "Vayamos donde vayamos, debemos comenzar a las 7am, paramos a las 9:15 para desayunar lo que nos manden nuestras mujeres, prendemos el fuego y calentamos la comida todos juntos, luego pues le seguimos y vamos jimando según los viajes que quieran cargar. También eso ha cambiado, antes se cargaba a puro pulmón bolas de mezcal de 60 a 80 kilos, a pura mano. Ahora nos ponen tractores, a veces… pero aquí somos una cadenita y entre todos hacemos la chamba".
Para sus labores de jima no deben salir sin sus triángulos que les sirven para sacar filo a las coas, herramientas que emplean para retirar las pencas del agave o mezcal, las cuales les cuestan en promedio 2 mil 400 pesos y les duran 8 meses.
"A nosotros nos gusta que la jima quede redondita, la hacemos desde abajo. Luego, luego uno se da cuenta cuando alguien jima, pero no jima lo que es, y eso sí me da coraje porque es un trabajo que tienes que valorar, no es decir soy jimador, el chiste es hacer las cosas bien”.
Ver hacia adelante
Las nuevas generaciones son un foco de posibilidades para que las cuadrillas sigan manteniendo esa unidad familiar, el propio hijo de Manuel que tiene 14 años, poco a poco, va agarrando la coa: "le estoy enseñando el oficio, sin que descuide la escuela. Este trabajo te da disciplina".
Y es que ese observar a los otros, incide, como lo comparte Juan Diego Jesús Delgado, que a sus 21 años se siente muy orgulloso de ser parte de este oficio, al que le entró de lleno a los 18 años en la comunidad de Santiaguito en el Municipio de Amatitán.
"Me gusta la experiencia que vas agarrando jima a jima con los más grandes, y aunque es un trabajo muy pesado y peligroso, a la vez te enseña a ser responsable y saber cómo preparar tu herramienta para no batallar. A mí me gusta trabajar en el campo y el ambiente que tenemos todos. Me gusta irme haciendo jimador”.
Sin duda, para la cadena de producción de tequila, los jimadores son ese eslabón primario que ancla el entorno con el factor humano necesario para producir tequila. Son quienes suman arraigo a la historia tequilera que ya se contó y se seguirá contando.