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En primavera, las jacarandas también florecen en la cocina mexicana
Las jacarandas pintan cada primavera de color violeta las calles de México, pero pocos saben que sus flores son comestibles. Conoce si pueden llevarse a la mesa, sus frutos y cómo incorporarlas en deliciosas recetas.
Cada año, cuando la primavera despierta en las calles mexicanas, el paisaje urbano se transforma con la vibrante aparición de las jacarandas. Estos árboles, originarios de América del Sur, adornan con sus flores violetas parques, avenidas y colonias enteras. Sin embargo, pocos saben que, además de embellecer la ciudad, la jacaranda tiene potencial en la gastronomía. Pero, ¿se pueden comer sus flores?
Jacaranda: ¿una flor comestible?
La respuesta es sí. Las flores de jacaranda (Jacaranda mimosifolia) son comestibles, aunque no gozan de una tradición culinaria extensa en México. Se caracterizan por tener un sabor sutil, ligeramente dulce y floral, similar al de otras flores comestibles como la lavanda o la violeta. Nutricionalmente, son bajas en calorías y poseen propiedades antioxidantes que aportan un beneficio extra en la dieta.
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Sin embargo, antes de incluirlas en la cocina, es fundamental asegurarse de que las flores provengan de árboles alejados de contaminantes urbanos, pesticidas o polución.
¿Las jacarandas producen algún fruto comestible?
Los árboles de jacaranda generan frutos en forma de cápsulas leñosas planas, de color marrón, que contienen semillas aladas en su interior. Estas cápsulas, aunque llamativas visualmente, no son comestibles debido a su consistencia dura y la falta de propiedades gastronómicas destacables. La parte comestible de la jacaranda se limita exclusivamente a sus flores frescas.

Jacarandas
La incorporación de la flor de jacaranda a la cocina mexicana contemporánea comienza lentamente a ser explorada por chefs y aficionados de la gastronomía floral. Estas flores violetas pueden añadirse a ensaladas, brindando no solo color sino también una nota floral muy agradable al paladar.
Otra alternativa gastronómica interesante es preparar infusiones o tés de jacaranda. Basta con colocar las flores frescas y lavadas en agua caliente, reposar unos minutos, y disfrutar de una bebida suave con toques herbales que además aporta beneficios antioxidantes.
También pueden emplearse en postres y repostería: caramelizadas para decorar pasteles, añadidas a gelatinas y sorbetes, o incluso como ingrediente principal en jaleas florales, ideales para acompañar pan artesanal.
Una receta innovadora podría ser elaborar una miel infusionada con jacaranda, combinando miel natural con flores frescas, lo que aportaría un toque delicioso en quesos o yogurt.
Es importante considerar algunas recomendaciones al consumir flores de jacaranda:
- Siempre recolectar flores frescas, limpias y libres de contaminación urbana.
- Evitar árboles tratados con pesticidas o cercanos a carreteras muy transitadas.
- Lavar bien las flores antes de consumirlas.
- Probar pequeñas cantidades inicialmente para asegurar que no exista reacción alérgica.