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Aprendizaje y trabajo: Una paradoja entre habilidades y competencias
Las organizaciones han comenzado a cambiar sus parámetros de contratación para enfocarse más en las habilidades prácticas en lugar de las competencias teóricas, lo que implica un desafío tanto para las instituciones de educación superior como para las empresas.
El aprendizaje en la región se encuentra en una encrucijada. Con una población joven y en expansión, la región tiene un potencial tremendo para convertirse en un motor de innovación y crecimiento global. Sin embargo, la educación formal y las demandas del mercado laboral a menudo están desalineadas, creando una paradoja en la que las empresas buscan habilidades prácticas en el mercado, mientras adentro se mantienen en el modelo tradicional de desarrollar competencias.
América Latina enfrenta desafíos significativos en su sistema educativo. La calidad de la educación varía ampliamente entre los países y dentro de ellos, y aunque ha habido avances en la cobertura educativa, persisten problemas en términos de calidad y equidad. Según un informe de la Unesco de 2020, la región ha logrado aumentar la tasa de matrícula en la educación primaria y secundaria, pero los niveles de deserción y la calidad educativa siguen siendo preocupantes.
La brecha entre las instituciones educativas de élite y las escuelas públicas es enorme. Los estudiantes de zonas rurales y de bajos ingresos a menudo tienen acceso limitado a recursos educativos de calidad, sumado a que muchas escuelas carecen de infraestructura básica, como acceso a internet, materiales educativos adecuados y profesores bien capacitados. Para sumar a la problemática, la capacitación y el desarrollo profesional de los docentes son insuficientes, lo que afecta directamente la calidad de la educación que reciben los estudiantes.
A pesar de estos desafíos, hay signos de progreso. Iniciativas gubernamentales y privadas están trabajando para mejorar la calidad educativa y cerrar las brechas existentes. Instituciones como “Enseña por México”, que ya lleva casi 11 años trabajando en el país, "Todos a Aprender" en Colombia y "Conectar Igualdad" en Argentina buscan proporcionar recursos tecnológicos y formación docente para mejorar los resultados educativos.
Lo anterior, sin embargo, es visto de un solo lado, el de las entidades que forman; en el dinámico mercado laboral actual, las empresas están cambiando su enfoque de contratación, priorizando habilidades prácticas sobre competencias teóricas. Este cambio refleja una adaptación a la rápida evolución tecnológica y la necesidad de empleados que puedan contribuir de inmediato desde su ingreso.
Las habilidades en programación, análisis de datos y manejo de herramientas digitales son altamente valoradas; las empresas buscan candidatos que puedan demostrar habilidad en estas áreas, independientemente de sus credenciales académicas o desarrollo de competencias de liderazgo individual o colectivo.
Simultáneamente, y como parte de la tendencia de la humanización del empleo, aparece una tendencia importante respecto de las denominadas “habilidades blandas” –la comunicación, el trabajo en equipo, la adaptabilidad y la resolución de problemas– las cuales son fundamentales para la efectividad en el lugar de trabajo.
A pesar de esta tendencia hacia la contratación basada en habilidades, las empresas aún invierten considerablemente en el desarrollo de competencias internas. Programas de capacitación y desarrollo profesional están diseñados para equipar a los empleados con las habilidades y conocimientos necesarios para avanzar en sus carreras y contribuir al éxito organizacional.
El papel de los títulos académicos
Resulta importante destacar que la relevancia de los títulos académicos está siendo cuestionada en el contexto actual. Tradicionalmente, un título universitario era visto como una puerta de entrada esencial para muchas carreras. Sin embargo, con el aumento de la educación en línea, las plataformas de aprendizaje virtual y otras formas no tradicionales, la situación está cambiando. Existen empresas que hoy en día no requieren títulos de ningún tipo sino la experiencia equivalente.
En efecto, los empleadores valoran cada vez más la capacidad de los candidatos para demostrar habilidades prácticas a través de portafolios de trabajo, proyectos realizados y experiencias relevantes, las cuales pueden ser más importantes que el título en sí. Las plataformas de aprendizaje en línea, como Ubits, Coursera, edX y Udacity, entre otras, permiten a los individuos adquirir habilidades específicas sin obtener un título formal.
Hay numerosos ejemplos de profesionales exitosos que no tienen títulos universitarios tradicionales: líderes en tecnología, emprendedores y especialistas en diversas industrias han demostrado que la experiencia práctica y la habilidad pueden superar la falta de un título formal.
Dada esta evolución, surge la pregunta de si la educación formal debe dar un giro hacia la práctica, si las empresas deben retomar lo académico, o una mezcla de los anteriores. Lo que si resulta claro es que las instituciones educativas deben integrar más experiencias prácticas en sus currículos, con modelos más flexibles que les permitan a los estudiantes personalizar su aprendizaje según sus intereses y las demandas del mercado laboral.
La otra cara de la moneda son las empresas, quienes cada vez más deben colaborar con las entidades educativas –en el sentido más amplio, es decir, incluyendo las plataformas de aprendizaje– para desarrollar programas de estudio que reflejen las necesidades del mercado laboral.
La situación actual del aprendizaje en América Latina está marcada por desafíos significativos, pero también de oportunidades en la universalización del conocimiento y mejor acceso al empleo. La evolución del mercado laboral hacia la contratación basada en habilidades presenta una paradoja, ya que mientras las empresas buscan en el mercado habilidades prácticas, también continúan basando sus evaluaciones en el desarrollo de competencias internas.
Para navegar en este entorno en evolución, tanto las instituciones educativas como las empresas deben colaborar estrechamente. Las primeras deben adaptarse para proporcionar una educación que prepare a los estudiantes para las demandas reales del mercado laboral, mientras que las empresas deben invertir en el desarrollo continuo de sus empleados y colaborar con el mundo académico para cerrar la brecha entre teoría y práctica.
Al final, la clave para el éxito radica en una sinergia entre educación y empleo, donde las habilidades prácticas y las competencias teóricas se complementen mutuamente, preparando a la próxima generación para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades de un mundo en constante cambio.