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Del heroísmo al olvido, la vuelta a la realidad del personal médico y de enfermería
El gobierno federal se ha comprometido a basificar a más de 100,000 trabajadores y trabajadoras de la salud que en todo el país han atendido la covid-19. Sin embargo, a dos años de haberse declarado la emergencia sanitaria, las condiciones para este sector no presentan avances notorios.
“Ya pasamos por casi todos los sentimientos: miedo, esperanza, frustración, resignación” y decepción al ver que “una pandemia no sirvió para valorar al personal de salud”, dice Karina, enfermera que estos dos años ha atendido a pacientes covid-19. En los últimos días, señala, el proyecto de IMSS-Bienestar les ha tenido en desasosiego, “no sabemos si afectará nuestras condiciones laborales”.
Es la tercera vez que la enfermera habla con El Economista. La primera fue en 2020, al inicio de la pandemia, cuando una parte de la ciudanía las llamaba heroínas y les brindaba aplausos y otra las agredía por el temor al contagio.
En los primeros días de la pandemia personal de salud en diferentes lugares del país fue rociado con cloro por gente perturbada ante el peligro contagiarse y morir. Pero también hubo quien organizaba olas de aplausos, se escribieron canciones inspiradas en “las heroínas y los héroes sin capa”, les dedicaron discursos, les otorgaron preseas y reconocimientos.
En marzo de 2021, con 8 kilos menos por la intensa carga de trabajo que no cesaba, Karina nos habló de la falta de personal y de lo difícil que era entrenar constantemente a trabajadoras y trabajadores eventuales del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), al tiempo que seguía atendiendo la emergencia sanitaria.
Llegamos a 2022, dos años después de la primera gran ola de contagios, “y volvimos a los mismos vicios de siempre”, dice. La gente ha vuelto a la desconfianza y prejuicios hacia el personal de salud, y la unión que lograron entre las áreas de enfermería y medicina se ha disuelto por los mismos elitismos machistas de siempre.
“Otra vez somos las cuidadoras, las trabajadoras que dan acompañamiento a los médicos, que son los que saben. Ya no nos ven como lo que somos: profesionales de la salud”, señala Karina, cuyo nombre real ha sido cambiado para protegerla de posibles represalias en el hospital de la Secretaría de Salud (SSa) en el que labora.
Vuelta a la inseguridad laboral
El personal de enfermería, integrado en 79% por mujeres, ha sido el que más contagios ha sufrido en toda la pandemia, con 151,715 casos confirmados y 862 defunciones, hasta el 19 de febrero pasado, según el último Informe Integral de Covid-19 en México, de la SSa. En el personal médico el virus fue más letal, pues aunque un número menor lo contrajo (100,104 personas) murieron más de 2,000 personas.
En las últimas nueve semanas ha habido una reducción del 97% en la hospitalización y de 98% de las defunciones respecto al pico que se alcanzó en enero de este año, informó el martes Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud.
“Ahora nos preocupa qué es lo que sigue. Necesitamos horarios y salarios justos de trabajo y en estos momentos no sabemos siquiera si el programa IMSS-Bienestar nos afectará. Las autoridades no nos explican y hay rumores acerca de las condiciones laborales para quienes trabajábamos en la SSa o en para el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) podrían cambiar”.
Según Karina, gran parte del personal reclutado por el Insabi para atender la pandemia ya no labora o continúa “con contratos de dos o tres meses. Su situación es peor porque no tienen seguridad laboral”.
Al respecto, el pasado 15 de marzo el presidente Andrés Manuel López Obrador sostuvo: “Los que se contrataron y nos ayudaron en la difícil circunstancia del covid tienen garantizado su trabajo”.
Se comprometió a que “cerca de 100,000 trabajadores (de la salud) van a quedar basificados”. Dijo que su gobierno habilitará una página de Internet y una línea telefónica “donde van a poder preguntar. No van a perder su antigüedad, sus prestaciones, no va a haber disminución del salario; al contrario, van a mejorar todos los trabajadores de la salud”, aseguró.
Previo a esta emergencia sanitaria, había 46 profesionales de medicina y enfermería por cada 10,000 habitantes en México, según la Organización Panamericana de Salud (OPS). En contraste, Cuba tenía una disponibilidad de 157 por cada 10,000 personas.
Hasta 2021, el salario mensual médicos y médicas especialistas del sector público se ubicaba entre 16,000 y 46,000 pesos, según un estudio del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP). Para personal médico general iba de 13,000 a 40,000 pesos.
Los sueldos para las enfemeras van desde 9,896 a 29, 263 pesos. “En el Insabi, el salario mensual del personal de enfermería se sitúa entre 14,771 pesos y 17,913 pesos”, según el reporte.
La investigación Compensación de Médicos 2019 señala que el personal de salud en México gana casi tres veces menos de lo que ganan en España o Brasil. Y casi 14 veces menos que en Estados Unidos.
La desunión del sector otra vez
“Nos hemos dividido en tres grupos”, cuenta Karina, “los que se fueron de permiso y regresaron un año después para atender lo menos posible a pacientes covid, el personal que pertenece al Insabi” y el de la SSa que ha estado en pie desde el inicio de la pandemia, como ella.
Además, nuevamente se ha marcado una jerarquía entre “médicos y enfermeras”, lamenta. “Quizá en enfermería tuvimos la idea romántica de que esta pandemia iban a fortalecer lazos, que estábamos por fin aprendiendo a trabajar juntos. Pero ya todo volvió a la normalidad, en la que un gremio trata mal al otro”.
De alguna manera, la distinción viene desde las autoridades del sector salud, señala. “Al personal médico le proporcionaron una sala de estar, a las enfermeras no. Para ellos se organizaron campañas de donativos, a nosotras nunca nos incluyeron”.
Los medios de comunicación también han influido, dice. “No buscaban a enfermeras o enfermeros como líderes de opinión. En las pocas entrevistas que nos hacían, las preguntas eran: ‘¿Por qué decidiste estudiar enfermería? ¿Qué sientes al ver morir a un paciente?’ No fuimos tomadas en cuenta para dar una opinión sobre el manejo de la pandemia y la enfermedad”.
Karina se ha vuelto a leer comentarios clasistas y elitistas en redes sociales de médicos. “Nos nombran como ‘mi enfermera’, o dicen que ya no nos pueden hablar en cualquier tono porque nos ofendemos. ¿Qué pasa, hace menos de dos años estábamos trabajando a la par, sin distinción?”.
El desafío de la reconstruccción
La salud mental del personal de salud ha sido otro tema poco antedido. “Muchas personas necesitan desahogarse, necesitan contención”.
Entre la inestabilidad laboral, la sobrecarga de trabajo en los hospitales, la depresión y las tareas del hogar y de cuidados que hacen de manera desigual las mujeres, queda poca cabida para la organización y movilización.
“Antes de la pandemia, el gremio mas visible eran la compañeras enfermeras del IMSS”. En la pandemia, personal de enfermería del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) realizó alguna manifestación para exigir material de protección, “y hubo en otros hospitales más, pero se fue desibujando. Debemos unirnos más, el problema es que estamos tan ocupadas en tantas cosas”.
Ocupadas en reconstruirse tras esta crisis, dice: “Cuidamos de pacientes y de nuestra familia. Algunas apenas se están reencontrando con sus familiares; muchas son madres, madres solteras y ha sido muy pesado para ellas”.
Durante el primer año de la pandemia, Karina se separó físciamente de su pareja por el temor a contagiarlo, dejaron de vivir juntos. Poco a poco ha vuelto a retomar su vida con él y su familia. “Tenemos que seguir”.
En 2009, Karina atendió la epidemia de gripe AH1N1. En estas dos crisis, “he ganado poder personal, tengo mucha más experiencia y fortaleza. Hago el trabajo que me gusta a hacer, si tuviera que elegir, volveria a poner mis manos al servicio de las personas”.