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Capital Humano

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Diversión vs imposición, la delgada línea de las dinámicas y celebraciones en el trabajo

Por mucha planeación que haya detrás, si en las dinámicas y convivencias programadas en el trabajo no se considera al equipo, su opinión, intereses, necesidades o gustos, estas acciones pueden convertirse en una junta más a la que es obligatorio asistir, o hasta pueden generar fricciones.

En febrero el espíritu de los propósitos sigue vivo, y al interior de las empresas esto no es la excepción. Los líderes arrancan el año llenos de planes y dinámicas para sacar lo mejor de sus equipos, pero la gran mayoría comete un error: tomar el 100% de las decisiones y asumir que lo saben todo, incluso lo que es bueno o lo que le gusta al equipo.

Cuando se tienen dudas sobre una decisión en puerta siempre hay dos caminos: asumir que lo sabemos todo, donde el riesgo de equivocarse es muy alto, o preguntar y llegar a acuerdos, entonces la posibilidad de fracaso es mínima.

Con las dinámicas y convivencias laborales pasa exactamente lo mismo. Si bien la intención de los líderes siempre es buena y los objetivos ambiciosos (crecimiento, productividad, etc), los resultados no siempre son los esperados y esa convivencia que se planeó con semanas de anticipación y en el que cada minuto estaba ordenado acorde a un minucioso itinerario, termina por convertirse en una pesadilla para los colaboradores.

Por mucha planeación que haya detrás, si no se considera al equipo, su opinión, intereses, necesidades o gustos, estas acciones pueden convertirse en una junta más a la que es “obligatorio” asistir, o hasta pueden generar fricciones.

Los equipos de trabajo tienen la capacidad de resolver problemas y de alzar la mano para poner sobre la mesa lo que necesitan, pero para llegar a esas ideas brillantes y como caídas del cielo, los líderes deben trabajar con ellos. Si tienen equipos en los que el líder es el único que habla, propone y decide, es obvio que tendrá equipos meramente ejecutores, es decir, que sólo hacen lo que el líder dice y se acabó.

Para salir de ese bache, los líderes pueden incorporar poco a poco a sus colaboradores en la planeación y toma de decisiones. Quizá al principio propongan ideas poco prácticas, y claro, no porque no tengan la capacidad de hacerlo, sino porque nunca antes el líder los había dejado, y a todos nos falla algo que intentamos por primera vez, pero eventualmente irán tomando mejores elecciones. Escuchar es el mejor de los avances.

Del cielo al suelo

Saber qué tan impositiva puede ser una dinámica de interacción a realizarse en el trabajo es muy sencillo, incluso si el equipo no lo dice abiertamente, tarde o temprano, lo van a gritar con sus acciones. La baja participación, el hastío o los objetivos que no se alcanzan son una muestra. Pero, ojo, también si el equipo no lo dice eso habla de que el líder tiene un trabajo aún mayor en términos de comunicación.

En un mundo ideal todos podríamos decir claramente qué queremos y qué no, pero estamos en un mundo real, en el que los seres humanos somos más complejos que eso y hay personas a las que les cuesta hasta decidir qué van a desayunar.

Conocer y escuchar al equipo es quizá el consejo más recurrente –y puede parecer obvio–, pero en la práctica es complejo. Implica trabajar cerca de ellos, pregonar con el ejemplo y, a veces, hasta cambiar la imagen de un líder inalcanzable a uno más accesible, pasar de ser un ente lejano a una figura amiga.

Es probable que el equipo tampoco tenga todas las respuestas o que se muestre apático y poco participativo. Pero involucrarlos de forma paulatina puede hacer una gran diferencia. La clave está en gestionar los tiempos y el trabajo para que su participación se vea y se sienta como una aportación significativa para todos y todas, y no como un trabajo extra que los obligue a quedarse horas extra o a trabajar en descansos.

Cuando las dinámicas y las capacitaciones están bien organizadas, tienen una finalidad clara, que todos le encuentran sentido, y que además se involucra al equipo desde la planeación hasta la ejecución, el resultado será una “bomba”, lo que además tendrá un efecto dominó y poco a poco llevará a los colaboradores a gestionar nuevas integraciones cada vez más efectivas.

Sobrevivir el 2023 no será fácil, pero tampoco imposible. Los líderes llevan una gran carga sobre sus hombros, pero no están solos, tienen a su equipo y su equipo los tiene a ellos. La próxima vez que quieras planear una dinámica, recuerda hacerlo en conjunto y tener siempre presente un reconocimiento para el equipo, no tiene que ser algo físico, a veces un simple “gracias” o un “excelente trabajo” bastan para que no olviden lo valiosos que son.

*La autora es socia fundadora y directora general de Saskia de Winter Training (@SaskiadeWinter)

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