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Participación laboral femenina alcanza su nivel más alto de la historia
La incorporación de mujeres al mercado laboral ha mostrado mayor dinamismo después de la pandemia y alcanzó entre julio y septiembre su cifra más alta desde el 2005, cuando se empezó a reportar la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.
En el tercer trimestre de este año, la participación laboral femenina llegó a 46.4%, el nivel más alto desde que se tiene registro (2005), de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).
En un año, la participación de las mujeres en el mercado laboral creció 1.6 puntos porcentuales. De esta manera, este indicador no sólo se ha recuperado de las secuelas de la pandemia, cuando tocó su nivel más bajo (40.0%), sino que se ha mantenido al alza.
“Nuestro mercado laboral tuvo un buen dinamismo este año, mejor de lo que se esperaba al principio del 2023. Es positivo que incremente la participación laboral femenina y que esté alcanzando un nuevo máximo, aunque aún es bajo”, señala Brenda Flores, investigadora de México ¿Cómo Vamos?
De acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), las mujeres fueron las más afectadas por el confinamiento, su participación tuvo una baja mayor a la de los hombres, “no obstante, la recuperación del empleo femenino ha sido más dinámica”.
“Parte de lo que puede estar explicando esto –aunque hace falta más análisis a profundidad– son los cambios en el mercado laboral, no sólo en número de empleos o informalidad, sino en las condiciones del empleo después de la pandemia, como una tendencia a mayor flexibilidad”, opina Ana Gutiérrez, coordinadora de Comercio Exterior y Mercado Laboral del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
Sin embargo, pese al avance de la participación laboral femenina, aún se observan retos estructurales relacionados con la ocupación de las mujeres, como el trabajo informal o la concentración en actividades de bajos ingresos.
“En los ingresos la brecha es muy marcada y sin duda estas condiciones tienen impacto en las decisiones que se toman. Si los empleos para mujeres son menos atractivos, el incentivo es menor para entrar a la fuerza laboral, es un elemento que afecta la perspectivas en el terreno laboral. Si las mujeres ven que los empleos para mujeres no están bien pagados o tienen peores condiciones, van a participar menos en la fuerza laboral”, afirma Ana Gutiérrez.
Durante el tercer trimestre de 2023, el 41.6% de las mujeres que participan en el mercado laboral se concentró en la población que percibe hasta un salario mínimo, esta proporción se reduce al 27.5% entre los hombres.
En el caso de la informalidad, aunque la tasa de empleo femenino en este renglón fue de 56.0% y es menor al nivel prepandemia (56.7%), la proporción es 1.5 puntos porcentuales superior a la ocupación masculina en este sector.
“Uno de los motivos por los que las mujeres no trabajan o no buscan trabajo es por el tiempo dedicado a las labores domésticas y de cuidados, y representa una sobrecarga desproporcionada. Este tipo de tareas hacen que se empleen con mayor facilidad en un empleo informal porque puede ofrecer mayor flexibilidad. Ese es el otro gran problema estructural”, apunta Brenda Flores.
Las especialistas consultadas coinciden en que la cifra de participación laboral alcanzada confirma que la incorporación de mujeres al mercado de trabajo puede incrementarse con políticas públicas y privadas como el Sistema Nacional de Cuidados o prácticas de reclutamiento que eviten la discriminación por género.
El Banco Mundial estima que si la participación laboral de las mujeres se equipara a la de los hombres, habría una ganancia equivalente al 22% del PIB per cápita mexicano. “Una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral tendría un impacto positivo en la recaudación de impuestos y en el crecimiento económico del país”, agrega el CIEP.
Trabajo subordinado impulsa avance
En el comportamiento general del mercado laboral, durante el tercer trimestre del año 645,482 personas se sumaron a la población ocupada, el 53% de este crecimiento se vinculó con el trabajo subordinado; el renglón de empleadores fue el segundo con más ganancias (+263,241).
Por otra parte, 130,745 personas se incorporaron a la población desocupada. Con estos movimientos, la tasa de desempleo pasó de 2.8 a 3.0% respecto del segundo trimestre del año, aunque se mantuvo en niveles por debajo de lo observado previo a la pandemia.
En el período julio-septiembre de este año la creación de empleo fue equilibrada entre la formalidad y la informalidad, prácticamente los nuevos ocupados se distribuyeron en partes iguales en ambos sectores. Esto provocó una ligera reducción en el nivel de empleo informal, el cual que se redujo de 55.2 a 55.1% en comparación con el trimestre previo.
En todos los sectores económicos se observaron cifras positivas. Las actividades terciarias lideraron la creación de puestos de trabajo con 412,898 plazas, los subsectores de servicios diversos (+258,707), profesionales (+139,565) y sociales (+87,983) fueron los que mostraron mayor dinamismo. Sólo las actividades en restaurantes y en gobierno reportaron saldos negativos.
En tanto, las actividades industriales fueron el segundo motor de la creación de empleo, con 130,234 puestos de trabajo, todos concentrados en la construcción. En un ritmo más moderado, las actividades de agricultura, pesca y ganadería incorporaron 123,099 personas a la población ocupada durante el tercer trimestre del año.