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Reducción de la jornada laboral: Cuatro peticiones de las empresas extranjeras en México
Las empresas trasnacionales que operan en el país se pronunciaron a favor de la reforma con la que se reduciría a 40 horas la jornada de trabajo semanal, pero solicitaron analizar temas como la gradualidad y la flexibilidad de la norma para planificar su implementación.
“El tema de la jornada laboral hay que analizarlo con cuidado, pero por supuesto que estamos dispuestos a hacerlo”, afirmó Erika Quevedo, directora general del Consejo de Empresas Globales (CEEG), en el marco del análisis del impacto de la reforma que reduciría de 48 a 40 horas el límite máximo legal de la semana de trabajo en el país.
En conversación con El Economista, la representante del organismo que aglutina a más de 60 empresas multinacionales que operan en México, subrayó que la reforma tendrá un costo económico para las compañías que “no se puede asumir de la noche a la mañana”, ya que se requiere adaptar estructuras, procesos y programas.
En este sentido, el CEEG se pronunció a favor de la reforma, pero solicitó considerar cuatro aspectos para su implementación:
- Gradualidad para que los cambios se implementen de manera paulatina
- Flexibilidad de la norma para atender la realidad de cada sector y tamaño de compañías
- Excepciones a la regla en industrias con dinámicas particulares
- Incentivos para que las empresas inviertan en más personal
“Se ha hablado mucho de los casos de Chile y Colombia en el Parlamento Abierto, pero exactamente ¿qué nos han enseñado esos casos? La implementación debe llevarse a cabo en distintos períodos y de forma gradual. Tanto Chile como Colombia establecieron períodos amplios de transición que van entre cinco y ocho años, jamás pensaron en algo inmediato”, expuso.
Erika Quevedo explicó que la gradualidad de la reforma es importante para que las empresas se adapten a los cambios. “Para nosotros el tema de planificar y planear es muy importante. Si logramos que una iniciativa como ésta considere todos estos elementos y nos permita planear adecuadamente, puede funcionar”.
Las empresas globales, aseguró, no están cerradas al diálogo. “Para nosotros, lo más importante es nuestra gente, tan es así, que nosotros tenemos programas en materia de bienestar, bonos, incentivos, horarios flexibles, home office, vacaciones superiores a la ley; los salarios que brindamos están por arriba de la media nacional. Por supuesto que no podríamos estar en contra de la reducción de la jornada laboral, pero sí es importante el cómo y el cuándo lo vamos a implementar”, puntualizó.
Para avanzar en la reforma “el camino ya está”, y es la experiencia internacional y la Recomendación 116 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), señaló la directora general del CEEG durante el cuarto foro del Parlamento Abierto para analizar el impacto del cambio constitucional.
“Se necesita una conversación profunda, objetiva y sin apasionamiento”, opinó Erika Quevedo. En este sentido, la representante de las empresas globales hizo un llamado a todos los sectores involucrados a dialogar sin caer en extremos.
En abril, antes de concluir el período ordinario de sesiones, la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados aprobó un dictamen para modificar el artículo 123 de la Constitución y establecer el derecho a dos días de descanso por cada cinco de trabajo. El proyecto quedó pendiente de votarse en el pleno.
Para escuchar tanto a empleadores, representantes de trabajadores y especialistas, la Cámara de Diputados convocó a un Parlamento Abierto. El 13 de noviembre se realizará el último foro y se presentarán las conclusiones.
¿Qué dice la experiencia internacional?
En Latinoamérica, Ecuador, Chile y Colombia son las últimas economías que han reducido legalmente su jornada laboral, aunque aún se encuentran en período de transición. La gradualidad es uno de los elementos que comparten ambos países en la implementación de sus reformas.
Las regulaciones aprobadas en dichos países también comparten otros puntos, como la protección al salario durante la reducción gradual de las horas laborales, la flexibilidad en la distribución de horas y la aplicación diferenciada por sectores.
Desde 1962 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) emitió la Recomendación 116 para reducir la jornada laboral, idealmente a 40 horas semanales. Este instrumento internacional es una guía para que los países implementen el cambio sin afectar la economía, la operación de las empresas y a los trabajadores.
El organismo internacional recomienda que la reducción de la jornada de trabajo sea gradual, sin disminuir los sueldos de los trabajadores y tomando en cuenta las circunstancia de cada país y sector.
Según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), hasta ahora no hay evidencia de crisis de empleo en los países que han recortado su jornada laboral con estos estándares, considerando también el diálogo social, la flexibilidad, los programas de habilidades y los apoyos a las micro y pequeñas empresas.