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Brasil da la bienvenida ?a su paraíso

Hace 10 años, las calificadoras la etiquetaron como nación riesgosa; hoy, aspira a ser potencia mundial y muestra su evolución con la confederaciones, el mundial y los juegos olímpicos

Es reciente que a Brasil se le nombre de usted. Hace 10 años, el quinto país más grande del mundo era señalado por las calificadoras como una nación riesgosa para la inversión extranjera, pero hoy aspira a estar entre las cuatro más poderosas a nivel financiero. El territorio sudamericano presume ser la sexta economía del planeta. Según el Banco Mundial, camina en constate desarrollo y con promesas de un futuro que la etiquetarán como potencia, pero antes han garantizado que todo el planeta los mire: Copa Confederaciones 2013, Mundial 2014 y Juegos Olímpicos 2016, tres eventos para mostrar lo boyantes que son.

En el 2003, Luiz Inácio Lula da Silva asumió el poder con la noticia de que las calificadoras le daban mala nota y distinguían a Brasil como un país riesgoso para invertir. Error. Justo una década después, se ha ganado una serie de halagos por todo el mundo.

El aumento de inversiones extranjeras, el desarrollo de sus propias empresas, como la petrolera Petrobras o la reciente fusión de Itaú y Unibanco, que lo convirtieron en la entidad financiera más grande de toda América Latina y la 20 del mundo, además del crecimiento de las mineras Vale do Rio y Votorantim y la reducción de su deuda externa, son algunos motivos para explicar por qué hoy las grandes potencias del G-8, las naciones más fuertes, deciden tomar una copa de vino con la presidenta Dilma Rousseff.

Brasil apostó por los dos eventos deportivos más importantes del mundo y los de más audiencia de televisión que cualquier otro tipo de justa para presumir lo que es. Ganaron, primero, el Mundial del 2014 y luego los Juegos Olímpicos del 2016. No les ha salido nada barato. El gigante de América debe gastar 33,000 millones de dólares para organizarlos y empezará sus ensayos desde este fin de semana en la Copa Confederaciones.

El gigante tiene la casa lista para mostrar por qué las cifras y las proyecciones futuristas le tratan tan bien, le coquetean con ser una potencia mundial y lo primero que hacen es abrir la casa con la Copa Confederaciones.

Brasil da la bienvenida a su paraíso

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ivan.perez@eleconomista.mx

rgs

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