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Con más angustia que alegría... el Tri dijo adiós

En su último partido en territorio mexicano previo a Brasil 2014, la selección se llevó la victoria ante unos israelíes que poco exigieron.

La fiesta terminó con angustia, con preocupación. La selección mexicana se despidió de su afición con un triunfo 3-0 ante Israel, en un encuentro en el que Jesús Corona se fue lesionado de la cancha luego de recibir un golpe en la cabeza, por parte de Francisco Maza Rodríguez, acción que provocó que Chuy fuera inmovilizado del cuello y retirado en camilla hacia el vestuario, y que Guillermo Ochoa terminara como el guardameta tricolor.

Fue un poco más allá de los 20 minutos del complemento cuando en una jugada desafortunada El Maza Rodríguez golpeó con el muslo en la cabeza de Corona, arquero que había salido a cortar con una barrida un avance israelí, sin contar con que su compañero no iba a ser capaz de reaccionar para evitar el contacto. Desde ese instante se encendieron las alarmas.

La salida del primer guardameta que había sido puesto a prueba con la selección nacional opacó la fiesta que ya se organizaba en las tribunas, luego de 30 minutos en los que Cuauhtémoc Blanco derrochó clase antes de decir adiós al Tricolor y ser homenajeado; y de que Miguel Layún, con la complacencia del portero visitante, encaminara al equipo dirigido por Miguel Herrera a un triunfo, que permitió a los seguidores disfrutar de un momento de alegría, luego de una eliminatoria mundialista en la que sólo hubo sufrimientos.

Cerca del descanso Layún tomó una pelota por el sector izquierdo. La condujo por unos metros para luego realizar una diagonal hacia el centro y mandar potente disparo a segundo poste, que se incrustó en las redes con la colaboración del guardameta, quien tuvo una noche desafortunada.

En el segundo tiempo las cosas no fueron distintas. El Tri tuvo la pelota pero careció de variantes y le costó generar oportunidades de peligro.

De hecho, la segunda anotación llegó mediante la misma fórmula que el primer tanto. Con Layún animándose a disparar de media distancia y con el guardameta Ariel Harush vistiéndose de villano al cooperar en el tanto.

Al 61 el lateral del América volvió a mandar un disparo con potencia a unos pasos del área, situación que obligó al portero a lanzarse para desviar la pelota, haciendo contacto con ella, pero sin fuerza, elevando el esférico que terminó dentro de su portería en una acción en la que volvió a atacar mal el balón y en la que terminó por entregar a sus compañeros.

A partir de ese momento la fiesta comenzó a hacerse en grande en las gradas, con la afición conforme con lo que su selección le estaba entregando en la cancha, y con el Cielito lindo de fondo, canto que fue interrumpido de manera abrupta desde que El Maza Rodríguez golpeó a Corona.

El arquero no volvió a levantarse y terminó yéndose, inmovilizado, a una revisión médica en el partido en el que le tocaba ser evaluado por su entrenador.

Jesús tuvo sólo un par de acciones en las que fue exigido y en las que pudo responder, sobre todo en un tiro libre, de manera atinada, con grandes reflejos que mantuvieron el cero en su portería.

Tras la salida de Chuy fue Guillermo Ochoa quien recibió minutos de Miguel Herrera, estratega que al mandarlo a la cancha despertó a la afición, que luego de quedar en silencio mientras se atendía a Corona recibió con una gran ovación al que fuera portero del Ajaccio.

La cereza en el pastel la puso Marco Fabián, volante que luego de una floja actuación prendió un balón fuera del área para fusilar al guardameta.

Al final, con el silbatazo que decretó el adiós del Tri en territorio nacional, los 22 seleccionados que quedaban en el Azteca se reunieron en el centro del campo, sin muchos aspavientos, pensando más en lo que sucedía con Jesús Corona, uno de los líderes del vestuario tricolor.

carlos.herrera@eleconomista.mx

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