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El Monte Etna, un helado ?y un plato de lasagna
El tiburón, como se le conoce, tiene la oportunidad de coronarse en París.
Del Monte Etna vienen los recuerdos de una niñez que aún no ha perdido. Aquellos años en los que el pequeño Enzo encontraba emocionante pasear con su bicicleta... escalar. A sus escasos ocho años, el italiano no imaginaba que justo en las montañas, encontraría la mayor gloria en su vida.
Pero Vincenzo Nibali (Messina, Italia, 1984) no siempre tuvo vocación de ciclista. Es verdad que nunca escondió su gusto por la bicicleta, no obstante, su primer deporte fue el atletismo.
Y si alguien fue culpable de impulsar el gusto por el ciclismo, ese en realidad fue Salvatore, su padre, quien le fabricó una bicicleta con retales cuando Vincenzo sólo tenía ocho años. A los 10 ya se subía al Etna sujeto con una cuerda al coche de sus padres, pero no fue sino hasta los 14 que compitió, y quedó segundo por no haber visto la línea de meta tras una curva.
Pronto encontró un motivo para llegar a la cima por sí solo: Su padre le prometía, como recompensa un helado de vainilla y un plato de lasagna.
Y es que Salvatore había detectado que el talento era algo que su hijo no podía desperdiciar. Incluso cuando de pequeño se tiraba por las colinas de Messina, su padre no dudó en comprarle un casco, al ver a su hijo un poco temerario.
Aunque al mismo tiempo que en casa el ciclismo era un pasatiempo, también fue una herramienta importante para darle a Vincenzo una buena educación. Alguna vez, su padre le rompió la bicicleta por pelearse con un compañero del colegio, lo que resultaba un correctivo demasiado alto para aquel apasionado de la bici.
Enzo, como lo llamaban de cariño su familia y amigos, supo que acompañar a su padre, un ciclista amateur que tenía un pequeño laboratorio de fotografía y video, era un buen hobby, pero que si quería llegar a ser profesional, su obligación era emigrar de su ciudad natal.
Aventurado, se fue a Toscana a los 16 años, donde vivió esos años con la familia Franceschi, y fue precisamente el jefe de familia, Carlo, quien lo acogió en un equipo amateur, en donde pronto comenzaron a llegar las victorias.
Algunas de ellas bastante importantes, que le daban un parámetro de hasta dónde podía llegar. En el 2003, consiguió un bronce mundialista en contrarreloj en Zolder como juvenil y un bronce más en el Mundial de Verona en el 2004, ya como sub23 (juvenil) y Verona 2004 (sub 23).
Como profesional debutó en el Fassa Bartolo en el 2005, aunque el equipo dejó de existir al término de esa temporada, sin embargo, Vincenzo llegó a un acuerdo con el Liquigas.
Entre sus victorias más importantes en las seis temporadas con la escuadra, están el Giro del Trentino de 2008, la cual fue su primera victoria en una carrera por etapas. En el 2010 ganó su primera gran competencia ciclista al adjudicarse la Vuelta a España, además de acabar ese mismo año tercero del Giro, carrera en la que el año siguiente fue segundo.
En el 2012 fue tercero del Tour, tras haber ganado la Tirreno, victoria que repetiría en el 2013, además de volver a ganar el Trentino.
No es raro este éxito, si se considera que la calidad de Nibali se mezcla con la de su país: Italia ha producido 82 grandes victorias en el total de las tres grandes competencias ciclistas: 68 en el Giro, nueve en el Tour, y cinco de la Vuelta.
De espíritu ofensivo innato, aunque no se caracteriza por ser un corredor de arranque explosivo, pero impone un ritmo en las subidas que pocos, realmente muy pocos, pueden aguantar.
Hay quienes aseguran que El Tiburón, como es conocido porque al igual que dicho pez está siempre alerta y nunca descansa, es silencioso y letal. Religioso, fiel a sus creencias y bestialmente honesto.
Acaso ello también por aquella amenaza que le ha hecho alguna vez su padre: Enzo, estoy feliz de que eres un ciclista porque era tu sueño. Puedes ganar o perder, pero la única cosa que nunca se debe hacer es trampa. Porque si lo haces, te puedes olvidar para siempre de regresar a Sicilia .
Por eso, hasta ahora casi todos los años, Enzo tiene permitido volver al Monte Etna por un helado y un plato de lasagna.