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El dolor de innovar

Mientras el calendario de la Copa América sigue su curso en estadios de EU, luego de la inexcusable derrota de la Selección Mexicana ante su par chileno, y en el umbral de la defensa del título olímpico obtenido por México en Londres 2012 y metido de lleno en la eliminatoria para el mundial de Rusia 2018, el futbol mexicano está, nuevamente, en una coyuntura.

Los dilemas que hoy enfrentan la FMF y el director técnico de la selección de futbol son varios, algunos compartidos y otros individuales. La discusión -real o inexistente- sobre la permanencia de Juan Carlos Osorio al frente del proyecto, las razones -aceptables o no- para analizar si debe seguir o no en el cargo, y las medidas que el propio director técnico colombiano debe adoptar para corregir -como máximo responsable del proyecto dentro de la cancha- los errores que derivan en derrotas y, si fuera el caso, modificar su modelo de trabajo, específicamente la rotación de jugadores, son los temas que, a partir de diversos grados de conocimiento, plantean los interesados incumbentes en el proyecto del tricolor, y por su parte los medios y la afición, que aportan dos de los principales ingredientes para que el sistema funcione.

El accidente -para usar el eufemismo del DT Osorio- que sufrió el Tri en la Copa América, propició varios dilemas, que dan lugar a muchas opiniones y posicionamientos, derivados de variopintos intereses, sobre la gestión de una empresa muy peculiar, que de manera colectiva elabora una materia prima, de origen intelectual, cuyo producto final es utilizado como mercancía de consumo masivo y que genera ingresos con márgenes de ganancia muy atractivos.

La otra discusión bizantina es si el DT tricolor debe dejar de practicar la rotación, la resiliencia y la multifuncionalidad en el funcionamiento del equipo, para elevar el nivel de juego mostrado hasta ahora, para dejar de hacer experimentos y, en una situación absurda, para conservar la chamba ante una hipotética molestia generalizada por su concepto futbolístico, que a título personal considero pertinente, agradable y aún incipiente en México. Lo que propone Osorio irrita la mirada de quienes disfrutan los esquemas cómodos y anodinos del futbol conservador, en lo deportivo y en lo gerencial. Es la zona de confort en que permanece el futbol, rentable en el conjunto pero sin explotar el potencial del negocio con modelos adecuados al siglo XXI.

La innovación y la evolución suceden a partir de dos principios. De la intención de modificar algo con el objetivo de mejorar su condición, como podría ser la regla 20/11 en el torneo de liga, (que dio frutos pero dejó de aplicarse) o por circunstancias azarosas o situaciones imprevistas (como la derrota por siete goles a cero ante la selección chilena, el reciente fin de semana).

La administración de la empresa que representa la selección nacional está, como dice un político conocido, en un periodo de reflexión, para determinar si, pese a la derrota, sigue viendo rentable la inversión o considera que dejó de tener futuro y la cancela para replantear el proyecto.

Por su lado, director técnico también analiza los sucesos, sus decisiones, los resultados de las mismas y las experiencias que vivió en las últimas semanas. Cuando llegue el momento, los dilemas se resolverán: si la FMF mantiene a Osorio en el cargo o le cancela el contrato, si cambian algún punto del proyecto o si modifican el contrato que los une, en teoría, hasta el 2018. Todo es negociable, pero sería lamentable que los principios que pusieron al estratega como director técnico de la selección fueran puestos como moneda de cambio para garantizar su permanencia en el cargo.

En la solución de este dilema quizá esté la simiente del negocio del futbol en el futuro. Sobre la decisión de Juan Carlos Osorio, como escribió Sabines: Yo no lo sé de cierto, pero lo supongo .

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