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Las cosas más fuertes sólo le pasan a quien las soporta

Hace cuatro años por un tema de dopaje perdió todas sus medallas de oro, ahora reflexiona con El Economista lo que ha sido su carrera.

Boca del Río, Ver. Los aceitunados ojos destellan un inigualable brillo. A Nuria Diosdado se le ilumina el rostro, ya de por sí coloreado con tonos marrones y rosas en los párpados, cuando sonríe y recuerda aquel momento en que la sombra de dopaje recayó sobre ella.

Lloré, sí, el día que pasó. Pero después entendí que la vida no había sido injusta, fue una bendición porque dicen que las cosas más fuertes sólo le pasan a las personas que pueden soportarlas, y yo lo hice , explica orgullosa.

Y es que hace cuatro años, la nadadora tapatía fue sancionada un año por dopaje luego de tomar un medicamento para la tos que tenía clembuterol, en lugar de comprar el simple, que sólo tiene ambroxol, compré el compuesto con clembuterol, no leí el contenido y bueno, aunque lo hubiera leído ni siquiera me habría dado cuenta, estaba desinformada , confiesa.

Pero el que le fueran retiradas las siete medallas que había conseguido en los Juegos Centroamericanos de Mayagüez 2010 considera, fue un capítulo que no sólo la ayudó a crecer y madurar como atleta y ser humano, sino también marcó el inicio de una campaña antidopaje en México.

Fue un golpe durísimo para mí, para mi familia y para el equipo, es cierto, pero al final fue bueno, porque fue un mensaje para todos los deportistas, de ahí se comenzaron las campañas antidopaje en el país muy fuertes, comenzaron a educarnos y ahora tenemos una conciencia mucho mayor , asegura.

Tras su año de suspensión, Nuria logró regresar a las competencias gracias a que siempre siguió en contacto con sus compañeras viajaba con ellas, aunque no competía, pero eso me hizo no perderme .

Así, Diosdado logró ir a los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, en donde con el equipo quedó cuarta, tanto en dueto como en conjunto; un año después, en Londres 2012, junto a Isabel Delgado quedó fuera de las finales al quedar en el puesto 17.

Sin embargo, el no poder retener las medallas, que ella afirma ganó de manera limpia, significó una deuda que buscó saldar en Veracruz y tras cerrar las competencias lo consiguió. Nuria se convirtió hoy en la mexicana que más medallas suma en lo que va de la justa.

Hoy veo las cosas muy distintas, vi estos Juegos como algo para demostrarme a mí misma. Quería reafirmarme que hace cuatro años gané y lo hice limpiamente, y ahora todas las medallas que se ganaron nadie nos las va a quitar , expresa.

Y esto, asegura, es sólo fruto de su trabajo, de su personalidad perfeccionista, la cual se ve reflejada en cada uno de los entrenamientos, en los que después de su trabajo cotidiano, permanece en la orilla de la alberca, caminando como si fuera una modelo en una pasarela, echando los hombros atrás, preguntando a su entrenadora, Adriana Loftus, si su postura es correcta.

Entrenamos de ocho a 10 horas diarias, somos muy exigentes pero yo soy muy perfeccionista, me gusta que las cosas salgan bien, me desespero si algo no me sale.

Al mismo tiempo, me encanta jugar soy una persona dispersa en el entrenamiento no es que me veas todo el tiempo concentrada, ya cuando estoy en la rutina voy enfocada, somos muy responsables como equipo , asegura.

Y aunque está contenta con su vida, con las medallas, con su novio tapatío al que va a ver cada fin de semana, con su carrera en Administración de Empresas y se dedica hoy a estudiar su maestría en Mercadotecnia, confiesa que hay algo que le gustaría cambiar en su deporte.

Soy adicta a las compras, a las zapatillas y a las bolsas. Me encantaría usar zapatillas, usarlas en las rutinas en la alberca y si fuera así le traería a todas mis compañeras para que todo fuera perfecto , concluye mientras disfruta, como hace cuatro años, la gloria centroamericana.

cristina.sanchez@eleconomista.mx

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