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León recuerda su grandeza con un título

De la mano de Rafael Márquez y Mauro Boselli, los leoneses conquistaron su sexto título en el futbol mexicano.

A Rafael Márquez y a Mauro Boselli jamás se les borró la sonrisa del rostro. Tanto el capitán como el goleador de León ingresaron a la cancha con ese gesto, mismo que mostraron desde que saltaron a calentar 45 minutos antes del inicio del duelo ante América.

La ventaja que obtuvieron en la ida, su trayectoria, liderazgo y su futbol les daban motivos de sobra para sentir muy cerca el trofeo del Apertura 2013 que levantaron pasadas las 8 de la noche luego del 3-1 (5-1 global) con el que vencieron a Águilas y lograron su sexto título, lo que no conseguían desde 1992.

Anoche, además de su calidad y experiencia, existieron motivos muy puntuales para que el defensa mexicano y el romperredes sudamericano, quien cerró con 16 goles su campaña de presentación en México, se echaran a los hombros a sus compañeros luego de un inicio americanista que parecía que iba a complicar el camino al título de los esmeraldas. Ambos futbolistas tenían cuentas pendientes por saldar en sus respectivas carreras.

El primero en cobrar revancha fue Boselli. El zapatazo violento que mandó a las redes a los 13 minutos luego de un servicio de Carlos Peña fue una válvula de escape para el atacante, el mismo que hace dos años fue desechado del futbol inglés con burlas incluidas de la prensa británica. Boselli, el fracaso de Wigan, quiere volver a Argentina , tituló TalkSports en agosto de dicho año, en el que el sudamericano apenas pudo marcar un tanto en 12 compromisos con el club.

Con ese encabezado, la trayectoria de Mauro, que incluía una Liga con Boca Juniors, club con el que también conquistó una Libertadores y una Sudamericana, fue tirada por la borda hasta que León apostó por él, teniendo grandes recompensas.

Anoche ni las constantes llegadas al arco de William Yarbrough desconcentraron a estos dos líderes. Fue Márquez quien levantó la voz, ordenó a sus compañeros y enfriaba el trámite de partido cuando fue necesario, siempre con clase, seguridad y hasta un poco de ansiedad, sabedor de que con todo y el gol que provocó Rubens Sambueza con un servicio que mandó a su propia meta Nacho González, estaba cerca de alcanzar el único título a nivel de clubes que le faltaba por conseguir.

Y es que a sus 15 campeonatos obtenidos en Europa, incluidas dos ligas de Campeones de Europa y un Mundial de Clubes, le faltaba una copa en su país, ésa que se le negó en 1999 cuando Atlas fue superado en Toluca en tanda de penales. Por eso Rafa corrió eufórico, como si él hubiera sido Ignacio González y William Hernández, anotadores que redondearon el campeonato de los panzas verdes.

Justo en la tercera y última anotación de Hernández, a 60 metros de distancia, Márquez corrió hacia el área técnica, buscó al entrenador que apostó por él como el líder de León y se fundió en un emotivo abrazo, que dejó al defensor michoacano al borde de las lágrimas, todavía más ansioso de levantar el trofeo, que le fue entregado minutos más tarde.

En la esquina en la que se encontraba la porra visitante, Boselli, el otro líder futbolístico y moral de esta escuadra, estrechaba las manos con sus compañeros, siempre con la mirada en el cielo, esperando únicamente el momento de cobrar revancha en su carrera, de volver a ser el que consiguió títulos con Estudiantes y Boca Juniors, y dejar enterrado al que fue echado de Wigan y Palermo.

Al final, con el silbatazo que decretaba a León como el campeón, todos los futbolistas buscaron a Márquez, quien sólo atinó a extender sus brazos, petrificado, satisfecho de haber conseguido la única copa que le faltaba en su carrera a nivel de clubes y que, lleno de emoción, levantó, besó y se llevó de regreso a casa.

carlos.herrera@eleconomista.mx

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