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El reto es articular un sistema de información nacional de estadística: Julio Santaella
Colaborarán con el nuevo gobierno al proporcionar las estadísticas necesarias para elaborar el Plan Nacional de Desarrollo.
El gran reto que tiene en este momento el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) es que el Sistema Nacional de Información Estadística e Informática esté articulado de una manera más eficaz y eficiente, ya que actualmente la información estadística que generan los participantes no está articulada de manera que se pueda explotar a su máximo potencial, sostiene Julio Santaella, presidente del Inegi.
En entrevista con El Economista, y justo al cumplirse 35 años del Instituto y 10 años de su autonomía, Julio Santaella dice que, siguiendo su mandato, apoyarán al nuevo gobierno con toda la información estadística necesaria para elaborar el Plan Nacional de Desarrollo, aunque, reconoce, se ha reunido poco con los representantes de la próxima administración.
También pone sobre la mesa la necesidad de contar con un Registro Nacional de Identidad y menciona cómo a través del cruce información actualmente trabaja con entidades como el Servicio de Administración Tributaria (SAT) y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
En sus oficinas de Patriotismo, Santaella afirma que la credibilidad se construye a través de la transparencia y esto es de lo que echaron mano en la reciente publicación del nuevo Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) que, luego de tres años de preparación, salió a la luz el jueves pasado con la publicación de los datos de inflación de la primera quincena de agosto.
Precisamente, en apego a esta transparencia y con el andamiaje puesto, se llevaron a cabo discusiones con expertos, pero también se tuvieron acercamientos con su Consejo Consultivo de Usuarios y su Consejo Consultivo Académico.
—¿Del primer diseño que se tuvo el INPC, en qué cosas se enriqueció?
En este último diseño se procuró que el número de genéricos que permanece sin cambio fuera el mayor posible, de tal manera que de los 299 que son, 265 no cambiaron, en el original habíamos hecho más fusiones y separaciones. Otro aspecto tiene que ver con la continuidad de las series. Pensábamos que podíamos empezar a dejar de dar información por ciudad y darla por entidad federativa, pero dijimos: vamos a dar las dos, lo cual requirió de un gran trabajo técnico.
—¿Cuánto del proceso de elaboración de estadísticas es la parte tradicional de recorrer las calles a pie? ¿Qué papel juega el big data, las nuevas tecnologías?; ¿cómo están interactuando estas dos maneras de producir datos al interior del Inegi?
En materia estadística todavía recurrimos mucho a los esquemas tradicionales que son los censos y las encuestas. Éstos se levantan principalmente en establecimientos o en hogares y tenemos ya muchos años haciendo esto de manera rigurosa y mucha experiencia acumulada.
En materia de registros administrativos, estamos fortaleciendo la colaboración con otras unidades del Estado, me gustaría destacar el trabajo con el SAT o con el IMSS, para comenzar a cruzar esas estadísticas, esos registros y poder darles una explotación estadística.
En materia de big data, ha sido con aplicaciones diferentes. Yo lo pondría en dos dimensiones: una, hemos hecho una explotación de una base de datos que son los tuits georreferenciados en la República Mexicana para comenzar a explorar distintas temáticas, una que ha sido de mayor divulgación es el estado de ánimo de los tuiteros, pero también hemos hecho algunos estudios de movilidad con Twitter; y otro que estamos en pañales, pero yo en particular estoy muy emocionado y es el análisis espacial de imágenes de satélite, que estamos formando un cubo de datos que me permite seguir a lo largo del tiempo un cierto espacio y ver cómo está modificándose. Por ejemplo los cuerpos de agua, la vegetación, qué ha cambiado, si hay nuevas construcciones o no.
—En toda la labor que realiza el Inegi, ¿qué es lo que consideran ustedes como el secreto mejor guardado y con poca difusión?
Yo tengo la impresión de que nos concentramos en la punta del iceberg de la información y hay mucha otra que se desconoce. Yo diría que la joya que se pierde muchas veces es el detalle regional, el detalle estatal. Si hay algo que yo he aprendido en estos casi tres años al frente del Inegi, es que Chihuahua es muy distinta de Yucatán y éste muy distinto de Aguascalientes. Al sacar promedios te pierdes. Tomemos un ejemplo: como la encuesta que acabamos de trabajar con Conapred en materia de discriminación, por ejemplo en Aguascalientes el prejuicio contra los jóvenes parece ser más marcado que en otras partes del país.
El tema de la violencia de género, que forma parte de la Encuesta Nacional de Dinámica de los Hogares, una de las cosas que yo aprendí ahí es que en los grupos sociales más tradicionales parece haber una mayor tolerancia hacia la violencia contra las mujeres; es decir, reportan menos. Eso se ve claramente por grupos de edad, las mujeres mayores reportan menos violencia que las mujeres de menos edad. Los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas reportan menos violencia que en la Ciudad de México, Jalisco o Sonora. Ese tipo de diferencias regionales son muy interesantes y yo creo que son de las cosas más guardadas.
En el caso del nuevo INPC, el dato de inflación de la primera quincena de agosto en San Luis Potosí fue múltiples veces lo que ocurrió en Nayarit, ese tipo de cosas yo creo que son muy ricas.
—¿Eso no se veía tan claro, no por ciudades?
Al final nos quedamos con el dato nacional y nuestro país está muy segmentado, muy fragmentado, y en algunos casos está polarizado. El promedio oculta esto.
—En términos de independencia y credibilidad, ¿cuáles diría que son los retos del Inegi?
El ejemplo del INPC ilustra la necesidad de que las mediciones sean independientes del órgano regulador o de la política pública. Eso se enmarca en la independencia o en la autonomía constitucional que se nos da en el 2006 y que posteriormente se reglamenta en la ley secundaria del 2008, donde nos obliga en el marco de un Sistema Nacional de Información a mantener esa independencia y seguir ofreciendo a la sociedad y al Estado información que sea de calidad, veraz, oportuna y pertinente.
Ya en la práctica yo creo que la credibilidad se tiene que construir día con día. Cada día tenemos que poner un ladrillito en el muro de la credibilidad; que la cifra de inseguridad pública haga sentido de que está construida con rigor técnico, con un esquema operativo justo, que refleja la percepción de la sociedad; en el INPC, que la gente cuando se da cuenta que subió el precio de la gasolina cuando fue a cargar, que vea que nosotros encontramos que la gasolina de bajo octanaje sí subió, otro ladrillito.
Para eso es muy importante otra labor de conocimiento de engarce de la importancia de la información y el Artículo 26 constitucional es muy sabio, porque pone de la mano la planeación del país con la información. Es decir, el próximo gobierno federal va a tener que hacer un Plan Nacional de Desarrollo y la idea del Artículo 26 es ‘tú vas a hacer este plan, pero para ello no vas a tejer en el aire. Tienes que estar aterrizado con la información que el Inegi coordina en un Sistema Nacional de Información’.
En la medida en que este maridaje, este amarre, va funcionando y se consolida, creo que es un elemento muy importante para construir credibilidad de qué toman un indicador y con ese se van a comprometer a darle seguimiento a la política pública.
—¿Ya platicó con el nuevo gobierno?
Ya comenzamos a tener contactos, pero no tantos como a mí me gustaría, por el mandato tan diverso que tenemos: información económica, demográfica, social, geográfica, de medio ambiente y de justicia. Deberíamos poder hablar con todos los futuros integrantes del nuevo gabinete y estamos tocando todas las puertas.
—El Inegi perdió el monopolio de información estadística en el sentido de que tenemos información producida por órganos privados que con frecuencia es con mucha calidad. ¿Cómo convivir en el futuro con una sociedad que también puede producir estadística?
Uno de los requisitos para hacer estadística es que cumpla con ciertos atributos que la información que hace el sector privado no necesariamente tiene. Por decir algo, tiene un diseño adecuado, está sustentado con métodos científicos rigurosos o no, como en las encuestas en redes sociales.
Por ejemplo, estamos en conversaciones con la Asociación Mexicana de La Industria Automotriz para fortalecer la estadística de la industria. Ese es un ejemplo, así como estamos trabajando con el IMSS para cuadrar las cifras.
—Hay un reto enorme en términos de institucionalidad para organismos autónomos. ¿Dónde diríamos que está el Inegi en términos de constitucionalidad, qué ha conseguido y qué le falta?
El Inegi cumple 35 años este 2018 y 10 años de autonomía; se ha construido mucho, una buena reputación un andamiaje técnico, un equipo de trabajo, una reputación nacional e internacional. Eso es muy fuerte y algo de lo que como mexicanos nos podemos sentir orgullosos; yo creo que el reto hacia adelante es que este Sistema Nacional de Información Estadística Nacional de Informática, que es donde el Inegi es el director de la orquesta y todo mundo tiene que jugar, esté articulado de una manera mucho más eficaz y eficiente.
Por ejemplo la SEP, Gobernación y la Secretaría de Salud, todos son participantes de este sistema nacional de información, pero la información estadística que se maneja en cada una de ellas no está articulada de una manera que podamos explotar a su máximo potencial esa información.
No tenemos un Registro Nacional de Identidad, tenemos una CURP que tiene muchas áreas de oportunidad y eso nos limita estadísticamente muchas cosas. Yo no puedo cruzar los registros de la Sedesol con los de Salud o los de Sagarpa porque no puedo identificar al individuo y por lo tanto yo tengo que salir a hacer encuestas de ejemplo o a hacer encuestas de salud, todo ese tipo de cosas, y ése es un gran reto, que como país podamos fortalecer en un verdadero Sistema Nacional de Información estadística todas las distintas iniciativas que se vienen dando.
Cómo fue la mudanza hacia Aguascalientes
Julio Santaella no vivió la mudanza del Inegi a Aguascalientes, pero narra que se trató de un esquema de planificación bastante intenso. “Comenzó con detalles que pueden ser tan triviales como definir la ubicación adecuada”. Aguascalientes no surgió de la nada, sino fue alrededor de ciertos criterios que se establecieron y después de ponderar distintas ciudades posibles.
Después inició una serie de averiguaciones por el lado del personal del instituto de quién estaba dispuesto a irse y por el lado de la ciudad receptora qué capacidad tenía, qué equipamiento había que fortalecer. Todo el andamiaje se llevó cerca de cuatro años.
Se mudaron 3,000 familias que involucraron alrededor de 15,000 personas. Se tuvieron que conseguir gastos de transporte, facilitar créditos hipotecarios, negociaciones con la SEP para proveer servicios educativos y con el ISSSTE para dar servicios de salud.