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Finanzas Personales

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Efecto Pigmalión y la incertidumbre

Éste es un fenómeno que se da sobre todo en procesos donde las decisiones de personas son definitorias, por ejemplo, en el ámbito social y el económico.

Existe un fenómeno conocido como el efecto Pigmalión, que se caracteriza por el hecho de que al predecir un hecho o evento, quien lo hace actúa como si ya fuera a ocurrir. Y es precisamente a través de sus actos que genera lo que originalmente predijo. Por ejemplo, si una persona cree que otra no es de confianza y que corre el riesgo de que lo traicione, puede provocar con sus actos cotidianos de desconfianza un rechazo tal que termine por provocar, él mismo, la traición anticipada.

En materia económica y financiera, este fenómeno está siempre presente. En la mayoría de los casos el comportamiento claramente acentúa una tendencia latente; pero en otros, muy probablemente la actuación de quienes pronosticaron un resultado es el factor que desencadena el cumplimiento de la profecía.

Este fenómeno se acentúa cuando está presente un mayor grado de incertidumbre. Si el grado de certeza que se tiene sobre el comportamiento futuro de algo es limitado, mi actuación está condicionada más por lo que creo del futuro que por las señales medibles que el futuro me envía.

Presente en los fenómenos sociales y económicos

Evidentemente, este proceso no es aplicable a todo pues, por más que yo vaticine lluvia, me ponga un impermeable y salga con sombrilla, no puedo cambiar un día soleado por una tormenta.

Éste es un fenómeno que se observa principalmente en procesos donde las decisiones de personas son definitorias, por ejemplo, en el ámbito social y el económico.

Piensen en el comportamiento de los mercados financieros. Si están presentes algunas señales de debilidad en la economía de un país, los inversionistas pronostican que la economía del país se verá tan debilitada que será incapaz de enfrentar sus compromisos financieros.

Actuando de acuerdo con su predicción, retiran inversiones, venden sus valores y venden la divisa del país para invertir en una moneda que consideran más sólida. Con esos actos, acentúan y aceleran el debilitamiento de la economía del país y la profecía se autocumple.

Una conducta parecida a ésta explica parcialmente las caídas recientes del valor de monedas tan variadas como el peso, el rand de Sudáfrica, el rublo ruso, el real de Brasil o la rubia de India.

Este fenómeno muestra, en muchos casos, irracionalidad de parte de los inversionistas. Pero ésa es la forma en que invariablemente actúan. En términos del economista conductual Dan Ariely, son previsiblemente irracionales .

Ello es así, porque los incentivos de corto plazo que tienen, sumados a la irracionalidad que se asocia con la incertidumbre, conducen su actuación pero afectan no sólo los mercados, sino las economías de los países y la vida de las personas que en ellas habitan.

En muchos sentidos, estas conductas, que además se dan en un efecto conocido como manada, están asociadas precisamente con el afán de generar resultados inmediatos y disminuir la incertidumbre de corto plazo.

Pero, ¿por qué es importante entender este fenómeno en términos de finanzas personales? Porque en toda acción humana existe la tendencia a disminuir la incertidumbre a partir de predicciones del futuro que no están soportadas en evidencia o nos conducen a actuar como si tuviéramos certeza absoluta.

Al tomar decisiones que inciden en nuestro patrimonio es necesario que tengamos la mayor certeza posible. En materia de ahorro hay una máxima: sólo te harás rico lentamente. Los atajos y las decisiones de corto plazo no son usualmente las mejores consejeras.

La visión de Warren Buffett, uno de los hombres más exitosos en el tema de las inversiones, es la de encontrar mecanismos de inversión basados en elementos tangibles asociados con el crecimiento real y no en la especulación de corto plazo. Una frase que resume este pensamiento (a la que le hago una traducción con ciertas libertades) es: Yo no busco brincar sobre bardas de dos metros, busco escalones de 30 centímetros sobre los que me pueda parar (y escalar).

*El autor es politólogo, mercadólogo y especialista en Economía Conductual.

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