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La importancia de proteger nuestro patrimonio financiero (1 / 2)
Existen dos formas que le pueden ayudar en caso de vivir alguna situación que presente algún riesgo para sus pertenencias: los seguros y el fondo para emergencias.
Cuando las personas hablan y reflexionan acerca de su planeación financiera personal, suelen enfocarse únicamente en aspectos que tienen que ver con la creación y el crecimiento del patrimonio (ahorro e inversión). Por ello, lamentablemente restan importancia a otro aspecto fundamental: la protección del mismo.
Lo anterior implica que muchas personas que aparentemente tienen una buena posición financiera, en realidad son muy vulnerables.
Pensemos, por ejemplo, en alguna situación común: un accidente automovilístico, del cual somos señalados como responsables.
En casos de severidad, tendríamos que enfrentar una responsabilidad muy amplia que, si no tenemos debidamente cubierta, podría generarnos un daño patrimonial muy grave.
Situaciones como ésta se presentan todos los días, así como eventos de distinta naturaleza con un potencial que es igualmente nocivo.
De esta forma, podemos ver que la adecuada protección patrimonial resulta ser una pieza fundamental en el diseño de cualquier plan financiero personal.
Existen dos mecanismos importantes de protección, los cuales no son excluyentes sino complementarios: los seguros y el fondo para emergencias.
Comencemos por el segundo: Existen riesgos que no se pueden asegurar y que igualmente pueden causarnos un impacto en nuestras finanzas personales. Por ejemplo: una reparación mayor en nuestro automóvil o la pérdida parcial de nuestra fuente de ingresos.
Podrían darse, incluso, ambas cosas a la vez, particularmente en tiempos de crisis, y esto sería terrible. Por ello es importante contar con un buen fondo para emergencias, que cubra entre tres y seis meses de nuestro gasto familiar promedio.
Es importante aclarar que el fondo para emergencias no debe ser usado nunca para sufragar gastos irregulares, como la inscripción de los niños a la escuela, los uniformes o el pago de la tenencia del auto.
Éstos son gastos conocidos, previsibles, y que debemos incorporar a nuestro plan financiero personal. No son emergencias.
Sin embargo, sí es una emergencia cualquier suceso extraordinario que nos implica un gasto, como por ejemplo: rotura del motor del refrigerador, una enfermedad no prevista, el deducible de algún evento cubierto por nuestros seguros, etcétera.
Cuando usamos una porción de nuestro fondo para emergencias, debemos incorporar en nuestro plan la forma y el tiempo en que nos tardaremos en restituir ese monto. Esto es esencial: de lo contrario se irá mermando y podría resultar insuficiente el día en que verdaderamente tengamos que utilizarlo.
Este fondo lo debemos mantener en inversiones líquidas, seguras y que además puedan generarnos un rendimiento. En general, algunos fondos de inversión de corto plazo, o bien, cuentas de inversión de liquidez inmediata con buenos rendimientos que algunos bancos ofrecen pueden ser instrumentos ideales.
Pasemos ahora a los seguros. Éstos son mecanismos que nos permiten proteger, a grandes rasgos, cuatro rubros sumamente importantes: nuestros bienes (seguros de hogar, de auto y para empresas), nuestras responsabilidades potenciales (daños a terceros, por ejemplo), nuestra salud (gastos médicos mayores) y nuestra familia (vida y educación de los hijos, entre otros).
Ahora bien, ¿qué tipo de seguros tenemos que contratar? Depende mucho de nuestra situación personal y de nuestras necesidades particulares. De ello hablaremos en la siguiente colaboración.
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