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Las emociones en las decisiones financieras
Estudios muestran que las emociones son inevitables al tomar decisiones, incluso financieras.
Los pensamientos racionales nunca pueden impulsar la creatividad de las personas como las emociones lo hacen.
Neil de Grasse Tyson, astrofísico estadounidense
Con frecuencia he hecho referencia en este espacio a la forma en que las emociones y la manera de procesarlas afectan nuestra capacidad de decisión.
La premisa de los estudios relacionados con la economía y las finanzas conductuales es precisamente que las personas no tomamos decisiones estrictamente racionales en un sentido tradicional, sino que éstas se ven afectadas por diversos factores -tales como las emociones- que influyen tanto en el análisis que realizamos de los problemas sobre los cuales pretendemos decidir, sobre el proceso mismo de elegir en cualquier tipo de decisión y, de manera consecuente, sobre los resultados de las decisiones que tomamos.
Ello no implica, sin embargo, que un modelo ideal de decisión esté ausente de emociones; simplemente se trata de comprender el tipo de impacto que éstas tienen, para de esta manera poder disminuir sus efectos negativos en nosotros y aprovechar, por el contrario, el efecto positivo que las emociones tienen en el impulso de las acciones que tomamos diariamente, incluyendo por supuesto las financieras.
En estudios realizados por el profesor Andrew Lo, del Instituto Tecnológico Massachusetts (MIT, por su sigla en inglés), se ha encontrado -por ejemplo- que incluso entre traders profesionales que fueron monitoreados en su reacción física y cerebral ante movimientos súbitos del comportamiento del mercado financiero se mostraron respuestas emocionales similares a las que se esperaría de cualquier persona no entrenada o habituada al mismo entorno que ellos, sujeta a situaciones de incertidumbre como si tuviera un desconocimiento del comportamiento de los mercados.
De hecho, algunos estudios han probado que las emociones no son sólo inevitables, sino indispensables para la toma de decisiones.
La investigación realizada por Gupta y Kosick con personas que han sufrido daños en zonas del cerebro asociadas a las emociones muestran una notable dificultad en la toma de decisiones, dado que éstas son componentes fundamentales en nuestra capacidad de elegir opciones entre alternativas diferentes, no importa cuáles sean.
Tratándose de decisiones financieras que requieren cambios de conductas o la creación y sostenimiento de prácticas a lo largo del tiempo, tal como con el ahorro o la contención del gasto, los disparadores emocionales pueden llevar a acciones de impacto negativo.
No obstante, también pueden ser utilizadas como reforzadores para el inicio y el sostenimiento de la conducta positiva que decidimos emprender al tomar decisiones cotidianas o financieras.
De la misma manera, las emociones pueden ayudarnos a romper la aversión natural al riesgo que frecuentemente enfrentamos y que en muchas ocasiones nos impide tomar decisiones que nos conduzcan a abandonar situaciones financieras negativas pero estables, para buscar mejorar (no sin riesgo alguno) nuestra situación financiera presente; como por ejemplo, a través de un cambio de empleo.
Por un lado, focalizar el objeto de una decisión financiera en temas que despierten fuertes emociones positivas, como el bienestar de los hijos, puede convertirse en un importante refuerzo a la conducta financiera favorable que deseamos empezar a tener.
En un sentido contrario pero igualmente útil, la próxima vez que esté por realizar un gasto elevado claramente innecesario, piense en la emoción que le provocaría que ante una contingencia, como una pérdida de empleo, no tuviera dinero para pagar la próxima colegiatura de su hijo o hija.
Lo importante, nuevamente, no es tomar decisiones financieras completamente exentas de emociones, sino entender si éstas nos están llevando a no reconocer riesgos elevados o, por el contrario, a ocultar caminos alternativos más favorables.
Se trata de que, en cada caso y de manera personal, podamos utilizar el impacto de las emociones para que nuestras decisiones estén orientadas hacia los temas que mayor valor generan para nosotros y que más contribuyen a la fortaleza de nuestras finanzas y las de nuestras familias.
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El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. Síguelo en Twitter: @martinezsolares.