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Finanzas Personales

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¿Por qué cuesta tanto trabajo cumplir objetivos financieros de largo plazo?

La madurez se alcanza cuando la persona es capaz de posponer los placeres inmediatos por los valores de largo plazo y la probabilidad cambiante que asignamos a cumplir el objetivo deseado puede limitar nuestra capacidad de realmente alcanzarlo.

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Joshua L. Liebman, escritor y rabino estadounidense.

Casi todos los objetivos relevantes, incluyendo los financieros, se alcanzan en el largo plazo. Ahorrar para comprar un inmueble, planear la educación de los hijos, estudiar una carrera, bajar de peso o planear el retiro, implican un objetivo de largo plazo, que significa necesariamente pagar costos (ya sea por hacer o dejar de hacer cosas) en el corto plazo.

Una persona deja de comer algunas cosas que le gustan cada día, con el objetivo de alcanzar un peso más sano en cierto número de meses, o deja de gastar en ciertas cosas día a día con el objetivo de constituir un patrimonio para su vejez.

En la mayoría de los casos, se considera que la incapacidad para enfrentar de manera exitosa decisiones de esta naturaleza está relacionada con problemas de autocontrol que limitan la capacidad para frenar o practicar acciones del presente.

Interviene también, sobre todo en temas relacionados con el ahorro futuro, una forma de incapacidad de adecuada percepción de la perspectiva del tiempo, para medir adecuadamente las recompensas futuras. Así, por ejemplo, la mayoría de las personas que se les ofrece decidir entre 1,000 pesos hoy o 1,150 dentro de un año, tomarán los 1,000 pesos hoy pese a que se les ofrece de forma implícita una tasa de interés de 15% en un año.

Ello ocurre porque se le da mayor ponderación del beneficio en el corto plazo, del que se da al beneficio en el largo plazo, aun cuando éste sea en términos relativos mayor.

Sin embargo, otros estudios han demostrado que esta incapacidad para postergar la gratificación presente puede relacionarse también con una respuesta a los resultados que presentamos a lo largo del tiempo, mientras tratamos de mantener nuestra decisión.

En el estudio “Rational Temporal Predictions Can Underlie Apparent Failures to Delay Gratification”, de McGuire y Kable, se señala que otros factores intervienen, sobre todo cuando se trata de decisiones que implican sostener la conducta de manera repetida lo largo del tiempo.

En específico, se refiere a que la probabilidad cambiante que asignamos a cumplir el objetivo deseado puede limitar nuestra capacidad de realmente alcanzarlo.

Imaginemos que una persona se plantea el objetivo de bajar 10 kilos en cinco meses y al empezar considera que tiene una probabilidad elevada de cumplir ese objetivo.

La probabilidad que la persona percibe que tiene de alcanzar el objetivo cambia en el tiempo. En la mayoría de los casos, conforme avanza el tiempo, si no cumple sus metas intermedias, la persona reajusta la probabilidad de que cumpla el objetivo de largo plazo. Si el incumplimiento es sistemático, consecuentemente la probabilidad que asigna a cumplir el objetivo disminuye y ello lleva a que se abandone por completo el esfuerzo.

Algo similar ocurre con los objetivos de ahorro. Una persona que tiene un objetivo de ahorrar un monto específico en algunos años asigna de manera implícita una probabilidad alta de que llegue a esa meta al principio. Pero si los objetivos intermedios no se cumplen, disminuye su percepción de probabilidad de éxito y, más que reajustar sus objetivos, lo más probable es que abandone el esfuerzo.

Por ello, es fundamental que, al establecer objetivos de largo plazo (financieros o de cualquier otra índole), se tenga en cuenta la necesidad de contemplar objetivos intermedios y conductas asociadas, efectivamente alcanzables. Pues sólo alcanzando esos objetivos intermedios de corto y mediano plazo, se mantendrá la percepción de elevada probabilidad de alcanzar el objetivo de largo plazo, y se sostendrá la conducta.

Entender estos fenómenos que inciden en nuestra conducta para sostener decisiones favorables de largo plazo, nos evitará que, como ocurre con excesiva frecuencia, las buenas intenciones se abandonen afectando el bienestar económico futuro de nuestras familias.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. Síguelo en Twitter: @martinezsolares

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