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Finanzas Personales

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Promueven libertad financiera a internas en Santa Martha Acatitla

Dentro del penal existe una microeconomía, las mujeres requieren de herramientas informativas para mejorar la forma en que gestionan sus ingresos.

Hace 16 años Armida dejó de ver a su hija, entre ellas se interpuso la distancia, muros de concreto y un proceso legal.

Hoy viste de color azul, tono que forzosamente usan las mujeres que viven dentro del Centro Femenil de Reinserción Social de Santa Martha Acatitla y que ya tienen una sentencia. Mientras cumple su condena ella trabaja dentro del penal.

Armida es una de las mujeres que puede gastar 200 pesos diarios en prisión. Aunque no siempre ha sido así, ha tenido que hacer ajustes en sus gastos. Hace un año decidió ahorrar parte del dinero que percibe por las actividades que realiza en la cárcel para que su hija, quien vive lejos y no tiene los recursos, pudiera visitarla. En febrero pasado logró su propósito. Armida y su hija finalmente pudieron estar juntas.

“Yo era de una de las personas que no ahorraba, pero el año pasado me propuse ahorrar y pude hacer que después de 16 años mi hija pudiera venir a verme”, cuenta.

En Santa Martha hay 1,393 mujeres privadas de la libertad, de las cuales alrededor de 621 trabajan, generan ingresos a través de la venta de comida, laboran para empresas externas, se autoemplean, hacen artesanías, pinturas, bordan, crean artículos de papelería que luego se comercializan bajo la marca Hazme Valer, productos penitenciarios o por medio de familiares. A su vez hay 630 mujeres en capacitación para el trabajo, según datos de la Subsecretaría del Sistema Penitenciario de la Ciudad de México.

Dentro del penal se mueve una microeconomía. Entra y sale dinero, se gana y se gasta, se envía dinero al exterior y también existen gastos hormiga y otros. En la planta baja de este reclusorio hay una tienda donde los productos que más resaltan son papas fritas y refrescos, cerca de ahí se alcanza a ver dentro de un espacio techado un puesto de comida donde se vende pambazos, en el patio exterior hay casetas de teléfono y en unos pasillos internos también. En algún lugar del centro alguien pone uñas postizas y corta el cabello.

Armida forma parte del curso de educación financiera que la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) de la ONU en México y Tuiio, la iniciativa de Inclusión Financiera de Santander, realizan desde noviembre pasado en este centro penitenciario y que busca dar herramientas sobre la gestión del dinero, emprendimiento y comercialización a las mujeres privadas de la libertad.

La educación financiera empodera, libera a la personas de tener una relación tóxica con el dinero, pero no sólo con él sino en su ambiente social, ha afirmado en diversas ocasiones Óscar Rosado, presidente de la Condusef.

Autonomía financiera

Es miércoles y el salón de talleres del penal de mujeres en la cárcel de Santa Martha se llena de risas, parloteos, preguntas, historias y sueños, bueno, metas, metas financieras como Paola Chavarría, subdirectora de Educación Financiera e Impacto Social de Tuiio Santander, les explica en esta sesión de los cursos.

Paola no les habla de “libertad financiera” esa que luego se promueve en algunas capacitaciones para vender productos financieros, les explica sobre la autonomía financiera. Logra llevar el tema de ingresos y gastos, bases en las finanzas personales y salud financiera, según ella, a la realidad que viven las mujeres en prisión.

Crear y diseñar este curso ha sido un reto, afirma Paola Chavarría, porque se trata de mujeres en una realidad diferente, entonces encontrar el cómo aterrizar los temas de planeación financiera, ahorro, metas, emprendimiento y hasta comercialización tiene que realizarse tomando en cuenta la condición que enfrentan y hacer el contenido de tal manera que las internas le vean sentido, que las mueva y les haga clic para tomar acciones.

Dentro de un cuarto grande, iluminado, color blanco con la escritura “Hazme Valer” en las paredes, están acomodadas 35 sillas como salón de clase, ahí por una hora y media 35 internas recibirán información y consejos sobre cómo mejorar y controlar su relación con el dinero, mismos que podrán aplicar durante su estancia en prisión y su reinserción a la sociedad cuando cumplan su condena.

En el 2023, cada bimestre, estas mujeres estarán recibiendo cursos sobre educación financiera. En la primera sesión de este año a las participantes que rondan entre 35 y 65 años, se les explica por qué es importante detectar los gastos innecesarios, trabajar en controlarlos y establecer metas para ahorrar. Ahorrar pierde sentido si no sabes para qué lo haces, dice Paola.

¿Qué las motiva?

Son las hijas e hijos que están afuera, esperándolas, lo que mueve a ahorrar a las mujeres encarceladas que toman este curso. Casi 90% de las participantes son madres y ante la pregunta de “Para qué ahorrarían? o ¿Cuál sería una meta de ahorro?”, responden que para los estudios de sus hijos, para el día que salgan tener algo de dinero o para poner un negocio cuando cumplan su condena y sean libres.

Rosalba debe rondar en los 55 años, su cabello es casi blanco, cubrió sus canas con un tono cenizo que le va bien, en el curso cuenta que llegó a “ese lugar” cuando su hijo tenía 12 años y tuvo que buscar la manera de generar ingresos para enviarle dinero, ahora él tiene 19 años y trabaja por su cuenta, ella sigue trabajando en prisión y aún le da dinero a su hijo pero ahora él lo guarda para cuando ella sea libre.

En el espacio de comentarios donde expresan para qué ahorrarían o cuál sería una meta financiera, Silvia, la mujer más alta de todas las participantes, quien debe tener entre 35 y 40 años, levanta la mano y dice mirando a las demás con firmeza: “Aquí ahorramos para el día en que podamos salir no salgamos con una mano atrás y una adelante. Porque realmente salimos sin nada. Igual y sales y ya tienes algo con qué moverte o qué puedas hacer”.

Las demás le dan la razón y reconocen se debe ahorrar, establecer metas financieras para cumplir mientras estén en prisión o para el día que alcancen su libertad.

Paola les deja tareas, una de ellas es apuntar durante una semana en qué usan el dinero e identificar si hay gastos innecesarios y otra sobre metas. Tendrán que establecerse una meta financiera, medible y alcanzable. Una meta financiera tiene reglas básicas para poder alcanzarla, les explica Paola. Se tiene que definir: qué se quiere, en cuánto tiempo y cuánto cuesta.

Armida, Rosalba, Silvia y las demás apuntan, escriben las tareas que harán pero también los consejos que Paola les presenta en diapositivas: Ganar mucho dinero no es sinónimo de riqueza, es más rico quien toma control de su dinero.

yuridia.torres@eleconomista.mx

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