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Finanzas Personales

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Tasas de interés negativas

Este ha sido un año atípico, en que las tasas de interés negativas no son un caso aislado.

Hace algunos años, en la entrevista para entrar a mi primer trabajo, me preguntaron si podría haber tasas de interés negativas y bajo qué entorno se podrían dar. Mi respuesta fue totalmente teórica y siempre bajo un contexto extremo: una tasa de interés negativa significa que los inversionistas reciben una cantidad menor de lo que depositan cuando invierten su dinero (se les cobra por guardarlo) y se podría dar en una guerra o bajo un esquema en donde sea muy peligroso tener dinero en efectivo.

Más de una vez he leído la frase la realidad supera a la ficción y este es un ejemplo más que lo comprueba. Por fortuna no estamos en guerra ni en un esquema donde sea peligroso tener dinero en efectivo; estamos en el 2016, un año atípico en que las tasas de interés negativas no son un caso aislado: en junio, 41% de los bonos soberanos de países desarrollados cobraba intereses a sus inversionistas, más de 15 trillones de dólares pagaban tasas por debajo de cero, 97% de la deuda del gobierno suizo cotizaba a tasas negativas.

¿Qué incita a los inversionistas a depositar sus recursos en instrumentos con retornos negativos? Aunque pareciera un comportamiento irracional, los especuladores que invierten en estos bonos lo hacen porque creen que las tasas podrían bajar aún más y podrían vender dichos instrumentos a un precio mayor en el corto plazo. Las bases para tomar una decisión así están en función de las características que vivía el mercado en ese momento: bajo crecimiento a nivel global, precios de materias primas a la baja, niveles de inflación cercanos a cero (incluso deflación) y tasas de bancos centrales demasiado bajas.

Un entorno distinto y sus consecuencias. La meta mínima inicial que todo inversionista busca es al menos mantener el valor de su dinero en el tiempo, y esperar que los intereses que recibe por su dinero sean, como mínimo, equivalentes a la inflación de la moneda en que invirtió. Desde hace varios meses, las tasas de interés nominales de países desarrollados son menores a su inflación, 80% de los bonos soberanos de dichos países pagan un rendimiento menor a 1 por ciento. Desde la crisis del 2008, la Reserva Federal de Estados Unidos ha mantenido una política monetaria laxa, en la cual las tasas de interés han disminuido y se ha generado una gran cantidad de liquidez por los programas de recompra de bonos (quantitative easing) que ha implementado; la idea principal es que estas medidas reactiven la economía. Desgraciadamente la realidad ha sido otra, ya que el dinero se ha depositado en inversiones que generan más rendimiento a cambio de un mayor riesgo; basta ver el aumento de valor que ha habido en el mercado de capitales desde esa fecha. Más de un analista ha vuelto los ojos a las posibles consecuencias negativas que estos programas han traído a la economía; el entorno de tasas negativas que aquí comentamos es una vuelta de tuerca más que confirma la falta de soluciones en un sistema agotado.

El 2016 está por terminar y habrá que recordarlo por sucesos que a lo lejos parecían imposibles: bonos con tasas negativas, Brexit, Donald Trump como presidente electo de Estados Unidos... ¿faltará algo más? Por lo pronto, la invitación es que se acerque a su asesor financiero y descubra que, en cuestión de inversiones, siempre existe la posibilidad de hacer crecer los recursos que usted ha obtenido con base en su trabajo y ahorro.

El autor es VP de Productos Estructurados en BBVA Bancomer Asset Management.

client_servicing_am.mx@bbva.com

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