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Argentina y sus retos comerciales y dimplomáticos en el 2017
Tras lograr que el país sudamericano sea nuevamente considerado en el escenario internacional, para el gobierno de Macri ha llegado el momento de conseguir avances concretos en el Mercosur, la OMC y el G-20.
Como parte de su estrategia de "inserción inteligente" al mundo, el gobierno de Argentina dedicará este año a tres frentes para avanzar en materia de política exterior. Tras lograr que el país sudamericano sea nuevamente considerado en el escenario internacional, llega el momento de conseguir avances concretos en el Mercosur, la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el G-20.
Para mediados de año, el gobierno argentino pretende exhibir progresos en la negociación de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con la Unión Europea desde la plataforma del Mercosur, cuya presidencia giró hacia Argentina a principios de diciembre, tras el escándalo por la suspensión de Venezuela y la presencia de su canciller, Delcy Rodríguez, en la reunión de traspaso de mando.
Exhibir resultados en este frente es "el objetivo de máxima" de la canciller Susana Malcorra, mientras dure su gestión semestral al frente del bloque Mercosur. Para ello, tanto en la Casa Rosada como en el Palacio San Martín evalúan llevar un funcionario político a la representación diplomática de la Unión Europea, en Bruselas, para mostrar con mayor énfasis la intención del país y del bloque regional por acelerar las conversaciones.
Por ahora, el puesto en Bruselas está ocupado por el embajador de carrera Mario Verón Guerra, pero el descontento del propio funcionario y del gobierno de Macri podrían hacerlo salir de esa posición, con el fin de enviar a una persona pragmática y alejada de los formalismos de los egresados del Instituto del Servicio Exterior de la Nación de Argentina (ISEN).
El panorama, de momento, parece empantanado: hace pocos días el delegado de la Unión Europea en Buenos Aires, el español José Ignacio Salafranca, anunció su regreso al Viejo Continente. Su partida implica la salida del principal interlocutor que tenía Argentina para avanzar rápidamente en el acuerdo que se continúa negociando. Para peor, el hombre pensado para ir a Bruselas, el ex ministro de Hacienda y Finanzas argentino, Alfonso Prat-Gay, se niega a ir. Quien podría ocupar ese lugar, en caso que lo convenzan, es el ex vicecanciller Carlos Foradori, que por ahora se muestra reticente a dicho destino.
El segundo objetivo atañe al Grupo de los 20 países industrializados y emergentes. G-20, a secas.
Desde la cumbre celebrada en Hangzhou, China, en septiembre pasado, Argentina integra formalmente el trío directivo del organismo conocido como "la troika" junto con China y Alemania. En el 2018, Buenos Aires acogerá a los líderes de los países desarrollados y emergentes con más influencia a nivel global.
Por este motivo, Malcorra evalúa desde noviembre crear un equipo con dedicación completa a las gestiones dentro del G-20. Extraoficialmente, Beatriz Nofal ya se encuentra asesorando a la jefa de la diplomacia argentina, y todos dan por hecho que será la representante ante el G-20. Beatriz Nofal tuvo a su cargo la Agencia Nacional de Desarrollo de Inversiones en la época de Néstor Kirchner. Se la considera una economista de relieve por su formación académica y alguien ideal para las negociaciones que se esperan concretar.
El tercer reto se dirimirá en diciembre próximo, cuando Argentina reciba la conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Será la primera vez que la región reciba al órgano de adopción de decisiones más importante de la OMC, y en donde confluyen los países y las uniones aduaneras. Según ventilan en el Palacio San Martín, el gobierno de Argentina pretende llegar a diciembre con negociaciones avanzadas para concretar "resultados" y dejar el terreno llano para el 2018, en el que presidirá el G-20.
Pero en el ínterin, se librará una batalla entre los ministerios de Argentina. El titular de Producción, Francisco Cabrera, y el secretario de Comercio, Miguel Braun, reclaman el control político de las negociaciones y la preparación de la conferencia. Pero Malcorra enarbola lo que por derecho le corresponde: la gestión de las relaciones económicas país a país. Claro que Malcorra ya no tiene a Cristina Boldorini al frente de la Secretaría de Relaciones Económicas Internacionales, sino a Horacio Reyser, el asesor presidencial en materia de inversiones, y cuyo desembarco en la sede de la Cancillería generó gran malestar en la planta diplomática. Un outsider de gran confianza de Macri para terciar en la contienda.