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Geopolítica

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Cuartel de Gaddafi, centro turístico

El pasado viernes, día de descanso de los musulmanes, familias enteras se abrían paso a empujones para atravesar la aglomeración en la entrada amurallada de un lugar al que, en un tiempo, nunca pensaron ingresar.

Trípoli. El pasado viernes, día de descanso de los musulmanes, familias enteras se abrían paso a empujones para atravesar la aglomeración en la entrada amurallada de un lugar al que, en un tiempo, nunca pensaron ingresar.

Se trata de Bab al-Aziziya, cuartel general que el líder libio abandonó el mes pasado. Las familias recorren el lugar lentamente como turistas en safari, pasmados por la opulencia saqueada. Los rifles de oro y fotos de la familia Gaddafi ya desaparecieron, pero el laberíntico complejo de casas y oficinas igual atrae a libios de todo el país, ansiosos por atisbar la intimidad de un imperio colapsado.

Libia celebra su libertad no sólo en el antiguo cuartel de Gaddafi. Cerca de ahí, en el edificio donde el líder una vez prometió cazar a los rebeldes callejón por callejón , el entorno es una mezcla de feria popular y refugio de roqueros punk. Hay puestos que venden todo tipo de artículos como gorras y camisetas, todos con los colores de la nueva bandera.

En todo momento, jóvenes vistiendo los improvisados uniformes del ejército rebelde recorren la ciudad en polvorientos y dilapidados camiones, saludando a los paseantes y ocasionalmente disparando sus rifles al aire en celebración de la libertad, una práctica común pero aún desconcertante en la Libia libre.

Las batallas casi han concluido, pero no es posible ignorar el hecho de que, sin Constitución ni leyes, lo único que gobierna Libia es el comportamiento decente de cada persona.

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