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Tacloban, sepultada en la putrefacción
A pesar de que Filipinas reabrió dos pistas que ayudaron a acelerar el flujo de la ayuda humanitaria, otras partes de la región afectada por el tifón se hundieron en mayores problemas, con reportes de disparos para protegerse de los saqueadores y la preocupación de los supervivientes de que morirían antes de recibir ayudar.
Tacloban. A pesar de que ayer Filipinas reabrió dos pistas que ayudaron a acelerar el flujo de la ayuda humanitaria, otras partes de la región afectada por el tifón se hundieron en mayores problemas, con reportes de disparos para protegerse de los saqueadores y la preocupación de los supervivientes de que morirían antes de recibir ayudar.
Sobrevivimos el tifón, pero esto nos matará, aseguró Mary Jane García, de 44 años, en el atestado aeropuerto de esta ciudad, donde ella y otros cientos rogaron por escapar en un avión de transporte militar.
El aceleramiento del esfuerzo por parte de Filipinas ha llevado ayuda a decenas de miles de víctimas del tifón Haiyan; sin embargo, también ha puesto de manifiesto la amplitud de la catástrofe, que se extiende por varios cientos de kilómetros de las islas e incluye las zonas que aún no han sido alcanzadas.
Casi seis días después de que la tormenta azotara las islas centrales de Filipinas, junto con un tsunami, las secuelas todavía lucen así: cadáveres hinchados de humanos, cerdos y perros en las calles principales. Las ciudades no tienen suficientes bolsas para cadáveres. Las carreteras están bloqueadas. Es casi imposible encontrar combustible, incluso para los trabajadores humanitarios con vehículos que podían transportar suministros vitales.
El desastre ha reducido Tacloban, alguna vez una bulliciosa capital provincial de 220,000 habitantes, a un accidentado paisaje de colinas desnudas y podredumbre marrón. Los edificios gubernamentales están abandonados y destrozados y el hedor de la descomposición llena el aire.
Los funcionarios del gobierno filipino aseguraron que más de 1,000 miembros de las fuerzas armadas han sido desplegados en todo el país para restablecer el orden y, en Tacloban, la policía local ha impuesto un toque de queda por la noche.
Sin embargo, el martes, en las afueras de la ciudad, una turba de saqueadores atracó un edificio gubernamental en el que se almacenaban paquetes de arroz.