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Afganos piden ayuda desde Panamá
Se trata de migrantes, y también son de China, Pakistán, Turquía o India, que han sido deportados desde Estados Unidos por decisión de Trump.

Un grupo de inmigrantes de Asia y de Oriente Medio levantan sus brazos saludando a personas congregadas a fuera de un hotel en Panamá el pasado martes.
Ciudad de Panamá. Con migrantes encerrados en un hotel desde cuyas ventanas piden "ayuda" o en refugios en precarias zonas fronterizas, Centroamérica, de donde miles huyen cada año de la pobreza y la violencia rumbo a Estados Unidos, sirve ahora de "puente" para las deportaciones de Donald Trump.
Este proceso de "puente" de deportaciones, según los gobiernos centroamericanos, se realiza mediante acuerdos bilaterales con Estados Unidos. Para la politóloga panameña Sabrina Bacal, de la Universidad Santa María La Antigua, no tienen "ninguna base jurídica que lo sustente".
Sin anuncio previo, 299 migrantes de Irán, China, Afganistán, Pakistán, India, Uzbekistán, Turquía, Nepal, Sri Lanka y Vietnam, llegaron a Ciudad de Panamá en tres vuelos entre el miércoles y sábado pasados.
Sin posibilidad de salir, fueron instalados primero en el hotel Decápolis, en la capital, bajo custodia policial.
"Por favor, ayúdennos", decía un letrero que colgaba en una ventana. Aunque el gobierno lo niega, grupos de derechos humanos critican que estén "detenidos", sin acceso a la prensa.
Otros 200 migrantes de países de Asia central llegarán este jueves a Costa Rica. Guatemala también recibió deportados de otras nacionalidades.
Ayer, Venezuela informó que Estados Unidos deportó a un grupo de migrantes que estaba detenido "injustamente" en la base de Guantánamo, Cuba. Los 170 migrantes fueron llevados en un avión desde Cuba a Honduras, donde abordarían otro avión.
¿Por qué un tercer país?
Carlos Sandoval, investigador costarricense experto en migración, explicó que se trata de un sistema de "externalización de fronteras" por el que Estados Unidos traslada a un tercer país el lento proceso de repatriación.
Esos migrantes son ciudadanos de países que no aceptan vuelos de repatriación o con los que Washington tiene relaciones tensas. Además, hay un trámite de verificación de identidades y antecedentes penales, organización de rutas y vuelos, y búsqueda de un destino distinto para quien no acepte volver a su nación.
"Buscan disuadirlos para que no vuelvan y dar tiempo a las gestiones por la enorme dificultad logística que tiene la deportación", agregó Sandoval.
"La figura de tercer país seguro se convirtió en una tercerización de servicios administrativos. Estados Unidos debería administrar la deportación, pero buscó que países de Centroamérica lo hagan", añadió Celia Medrano, consultora de DDHH.