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China guarda un arsenal para una guerra de divisas

Ofendida por la especulación bajista del famoso inversionista George Soros, controla el tipo de cambio con sus más de tres billones de dólares.

George Soros, inversionista de renombre mundial, no está siendo demasiado amable en sus declaraciones en relación a China. En los últimos días, y sabedor de que cualquier palabra suya es tomada como mantra en los mercados, ha señalado que la desaceleración del gigante asiático implicará un aterrizaje forzoso de su economía y, además, que se posiciona en corto en relación al yuan, que ya se ha depreciado más de un 6% desde agosto de 2015. Los movimientos de la moneda china han sido los principales causantes de la gran mayoría de los importantes desplomes, de incluso más del 8% del Shanghai Composite y que contagiaron al resto de los mercados del mundo.

Este comportamiento de Soros resulta una terrible amenaza. Algunos inversionistas todavía tienen en mente cómo, en 1992, se convirtió en uno de los elementos que llevó a la libra británica a perder nada menos que un 20% de su valor frente al resto de divisas. Más de un país temblaría ante sus declaraciones, pero no China. Según el analista del Ministerio de Comercio del gigante asiático, Mei Xinyu, el reto de Soros hacia el yuan y el dólar de Hong Kong está destinado al fracaso, sin ninguna duda . China lleva años preparándose para una guerra de divisas, invirtiendo una parte del brutal crecimiento que experimentó durante décadas en la compra masiva de reservas en dólares y en euros.

En total, según los últimos datos que el país ha proporcionado al Fondo Monetario Internacional, acumula cerca de 2.13 billones de billetes verdes y nada menos que 680,000 millones de euros, lo que le sitúa a la cabeza de los países desarrollados en cuanto al nivel de divisas de países extranjeros y le da la llave del mercado. China tiene reservas suficientes como para cubrir 20 meses de sus exportaciones , explica Enrique Díaz-Alvarez, director de riesgos de Ebury, compañía especializada en pagos internacionales e intercambio de divisas, que también señala que otros países desarrollados como, por ejemplo, Suecia solo consiguen cubrir cuatro meses de sus exportaciones con sus reservas actuales .

Soros se enfrenta así a un titán enfadado. Cuando el famoso inversionista habló de la cobardía china que suponía devaluar su moneda para traspasar sus problemas al resto del mundo , provocó a una bestia que ahora cree poder sacar partido de la situación. El ataque de Soros contra Asia supondrá una oportunidad para que China y otras economías de Asia Oriental actualicen su cooperación monetaria ante la volatilidad de los mercados emergentes , comentaba Xinyu a la prensa local.

Y es que el gigante asiático tiene un poder casi omnímodo en lo que al mercado de divisas se refiere. Si las autoridades chinas consideran necesario apreciar su moneda, simplemente podrían abrir el grifo de sus reservas e inundar el mercado de euros y dólares, haciendo así que pierdan valor frente al yuan. Las ingentes reservas otorgan al gigante asiático la capacidad total de fijar el nivel cambiario según las necesidades económicas estructurales y cíclicas , señala Díaz-Álvarez.

El factor clave que posibilitó que China se armase con semejante arsenal fue el brutal superávit comercial y por cuenta corriente fruto de años y años a la cabeza del crecimiento del PIB mundial, con subidas, por encima del 10% anual.

Transforma su modelo económico

Al margen de cualquier tipo de guerra de divisas, China sigue avanzando en la transformación de su modelo económico, cambiando la distribución de su PIB para otorgar un mayor peso al consumo en detrimento de la inversión que, hasta la fecha, era el segmento más importante de su economía.

En este sentido, el último dato del PIB chino sirvió para tranquilizar a los inversionistas, pues reflejó que el consumo representa ya el 66% mientras que la inversión retrocede hasta un 36 por ciento. Sirve como referencia de su progreso la cada vez mayor similitud con la distribución del PIB de una economía tradicional.

Así, Matthew Sutherland, director de gestión de producto de Asia en Fidelity señala que el crecimiento chino se está ralentizando, pero la calidad de este (es decir, más consumo y menos inversiones basadas en la deuda) es mucho más importante .

fondos@eleconomista.com.mx

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