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Un 'No' en el referéndum, es un 'No' a Europa
El domingo el voto ciudadano decidirá el destino de su país en un hecho sin precedentes; mientras, el gobierno implementa el control de capitales para evitar la fuga de depósitos y el colapso de su sistema bancario
La Unión Europea ha enviado un mensaje claro a Alexis Tsipras, primer ministro griego: el referéndum sobre el programa de rescate que pretende celebrar el domingo será, en la práctica, un referéndum sobre su pertenencia a la zona euro.
Así lo han expresado hoy la Comisión Europea y los Gobiernos de Alemania, Francia e Italia, justo el mismo día en que Atenas se ha visto obligada a implantar control de capitales para evitar la fuga de depósitos y un colapso de su sistema bancario.
El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker , ha dejado hoy poco lugar a la interpretación. "Un 'no' querría decir que Grecia quiere alejarse de la zona euro y de Europa [...] Un 'no' es decir 'no' a Europa", ha afirmado el luxemburgués en una comparecencia ante la prensa en Bruselas.
Juncker ha aprovechado para hacer una abierta campaña por el 'sí' a la propuesta de los socios del euro y del Fondo Monetario Internacional (FMI): "No es necesario suicidarse porque uno tenga miedo a la muerte. Es necesario votar 'sí' independientemente de la pregunta que se plantee".
El jefe del Ejecutivo comunitario ha sido muy duro con su homólogo griego, a quien ha acusado de dinamitar las negociaciones: "Hemos oído hablar de lo tomas o lo dejas, de chantaje. Pero, ¿de dónde vienen los insultos, las amenazas, las frases inacabadas?". Preguntado sobre si confía en el Gobierno de Tsipras, Juncker ha vuelto a sacar la daga: "A mí no me informó el Sr. Tsipras, y no le culpo [...] pero me ha decepcionado a nivel político y como ser humano".
El vicecanciller alemán, Sigmar Gabriel, que también ha comparecido ante la prensa junto a la canciller, Angela Merkel, ha lanzado un mensaje similar al afirmar que un resultado en contra sería "un claro voto contra la permanencia en el euro".
Tampoco rompió la armonía del discurso François Hollande, presidente de Francia, cuando también ha asegurado que "lo que está en juego es algo fundamental, saber si los griegos quieren quedarse en la zona euro, que es su lugar, en mi opinión, aunque les corresponde a ellos decidir, o si toman el riesgo de salir".
A ellos se unió el primer ministro italiano, Matteo Renzi, que en su cuenta de la red social Twitter advirtió que esto ya no es una cuestión de "la Comisión Europea contra Tsipras", sino del "euro contra el dracma".
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Berlín, París y Bruselas responden así a la decisión del Gobierno griego de convocar por sorpresa un referéndum el próximo domingo 5 de julio, sobre una oferta de financiación a cambio de reformas que expiran mañana mismo. Una propuesta que el propio Ejecutivo heleno ha calificado de "humillación" y "chantaje", y contra la que va a hacer campaña hasta el día de la consulta.
El plan ofrecía a Grecia 15,500 millones de euros de financiación para llegar hasta noviembre, cuando se negociaría un tercer rescate y se debatiría la posibilidad de reestructurar su deuda, ahora mismo en el 175% del PIB. Pero obligaba al Gobierno de izquierda radical griego a cruzar muchas de la líneas rojas trazadas en su programa electoral: como reformas de las pensiones, del IVA, del mercado laboral o privatizaciones.
Las negociaciones se rompieron el viernes por la noche, cuando Tsipras anunció la convocatoria de la consulta. En ese momento, los técnicos de la troika (Comisión Europea, BCE y FMI) estaban literalmente sentados en la mesa con sus homólogos griegos. Estos, al enterarse por las redes sociales de la noticia, se levantaron y se fueron.
Los ministros de Finanzas de la zona euro escenificaron esa ruptura al día siguiente, cuando se reunieron en Bruselas para debatir la situación. El encuentro se convocó para tratar de sellar un acuerdo que, si se analizaban las propuestas de cada parte, no parecía imposible. Pero el anuncio del referéndum y el posicionamiento del Gobierno griego a favor del 'no' rompieron la baraja. El representante griego, Yanis Varufakis, no firmó la declaración conjunta de los otros dieciocho y estos acabaron celebrando una reunión sin él sobre cómo reforzar la zona euro.
Al día siguiente, el BCE se negaba a seguir ofreciendo liquidez de emergencia a la banca griega, de la que esta depende para reembolsar los depósitos bancarios que sus clientes han estado retirando de forma acelerada en las últimas semanas. Según publica hoy Reuters, el Banco de Grecia solicitó 6,000 millones de euros, pero Franckfort canceló la petición. En consecuencia, el Gobierno griego decretó vacaciones bancarias hasta el domingo e impuso un control de capitales.
¿Cómo salimos de aquí?
La Comisión Europea y el Eurogrupo, los ministros de Finanzas de la zona euro, han asegurado que la última propuesta negociadora está sobre la mesa para ser aceptada y lo estará hasta que expire el programa actual a las 12 de la noche del día 30 de junio. Sin embargo, para Tsipras sería políticamente imposible desdecirse de todo lo que ha dicho desde el viernes y aceptar ahora una propuesta que ha desacreditado con dureza.
Y el calendario hasta el domingo está repleto de curvas. Mañana no solo expira el programa de ayuda, con lo que Grecia pierde el derecho a reclamar 14,500 millones de euros que quedan por desembolsar de la parte europea del rescate. También vencen 1,500 millones de euros al FMI. Según el propio Gobierno griego, en sus arcas no hay dinero suficiente para hacer ese desembolso y seguir abonando sueldos y pensiones públicas, con lo que incurriría en un impago.
El miércoles, el BCE decide de nuevo sobre la liquidez de emergencia a la banca griega. Si las negociaciones se han retomado por entonces, algo que en estos momentos parece improbable, podría volver a aumentar la financiación de urgencia. Pero también cabe un escenario peor: que decida no solo no aumentar la liquidez de emergencia, sino retirar la que ha dado hasta ahora, unos 89,000 millones de euros. Esto supondría una quiebra de facto de todas las entidades y la pérdida de buena parte de los depósitos de los clientes. Nadie sabe qué ocurrirá, pero lo esperable es que, de momento, mantenga el statu quo.
Y el domingo llegará el referéndum. Si sale un 'no' la situación se complica, porque el Gobierno tendría un mandato expreso para seguir adelante con su estrategia, sean cuales sean las consecuencias. Y esas serían una deriva hacia la salida de Grecia del euro.
Si sale el 'sí' a la propuesta de los acreedores, la situación es también compleja, tanto desde el punto de vista técnico como político. Desde el primero, la propuesta en sí que los ciudadanos griegos habrían votado ya no estaría sobre la mesa. El programa habría expirado el 30 de junio. Grecia, no obstante, podría pedir un nuevo programa de rescate al Mecanismo Europeo de Estabilidad, con el que podría obtener nuevo financiamiento, pero a cambio de un Memorando de Entendimiento con condiciones. Y según ha advertido hoy una fuente comunitaria, las condiciones serían muy similares a las actuales, porque los problemas económicos y financieros seguirían siendo los mismos.
La otra gran cuestión es ver qué ocurre en el plano político. En primer lugar: ¿sería sostenible la posición del Gobierno de Tsipras? ¿Se vería obligado a dimitir si el pueblo griego vota mayoritariamente en contra de la opción defendida por el Gobierno? Y en segundo: ¿Confiarán los socios europeos la implementación de un programa de rescate a un Gobierno que lo ha calificado de humillación y chantaje? Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, ya dejó claro que la respuesta era negativa: "Si sale el 'sí', el ministro griego dijo que implementarán inmediatamente el paquete acordado, pero existen grandes problemas de credibilidad".
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