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Opinión

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Anaya: un negocio, tres enemigos

Foto: EE Archivo

Foto: EE ArchivoEE: Archivo

Extraña la manera en que la clase política reacciona ante las noticias y los reportajes que publica la revista semanal Proceso. Si una información expresa algo inconveniente para el prestigio o imagen pública de alguno de ellos o de la facción partidista a la que pertenecen, el semanario es tildado de difamatorio y tendencioso. Pero si lo publicado es contra alguien considerado enemigo político, la revista que fundara don Julio Scherer es considerada la biblia de la semana: la neta del planeta; y es usada como proyectil contra la honra y prez del sujeto de la noticia.

Un reportaje de Proceso, publicado el pasado domingo, firmado por Álvaro Delgado, informa que en el año 2009 se constituyó, en la ciudad de Querétaro, la Fundación Por Más Humanismo, cuyo objetivo social pregonaba: “fortalecer la conciencia democrática de los queretanos y su formación cívico política”, siendo su animador principal y primer presidente Ricardo Anaya. (En lo particular, pienso que de la expresión “por más humanismo” se infiere que ya existe el humanismo, pero los de la precitada fundación quieren más. ¿Más, para qué?  El humanismo es una actitud vital basada en una concepción integradora de los valores humanos que no necesita más cantidad sino únicamente cumplir cabalmente con el concepto que lo define).

Según la investigación realizada por el periodista Delgado para fincar su reportaje, en el año 2010, Anaya depositó en la cuenta bancaria de la fundación un millón 650 mil pesos provenientes, en calidad de préstamo, del empresario de la construcción, Abraham Jaik Villareal. Con esa cantidad adquirió un terreno donde construyó un edificio que en el 2016 vendió en 7 millones 854 mil pesos a la empresa Agacel Agregados y Asfaltos. El susodicho edificio fue “construido en terrenos de alta plusvalía que fueron expropiados a instancias del gobierno de Garrido Patrón” —Francisco Garrido Patrón, panista, gobernador de Querétaro del 2003 al 2009, del que Ricardo Anaya Cortés fue secretario particular—.

Con los 7.8 millones de la venta del edificio, Anaya le pagó —según Álvaro Delgado— el millón 650 mil pesos a Abraham Jaik Villareal, también le transfirió 4 millones 909 mil pesos a JV Construcciones Civiles, empresa de don Abraham. De ese dinero JV Construcciones Civiles se quedó con 3 millones 209 mil pesos y en dos transferencias le depositó 3 millones 350 mil pesos a DG Diseño y Construcciones, propiedad de Eduardo de la Guardia Herrera, vocal de la Fundación Por Más Humanismo y, “junto con Anaya, apoderado de la cuenta bancaria de la asociación civil que se usó para todos los movimientos financieros” —escribió el reportero—.

Ricardo, a quien lo Anaya no quita lo cortés, aceptó las preguntas del reportero para agregar su opinión al reportaje, expresó que el terreno se compró mediante colectas, aseguró no saber quién lo sucedió como presidente de la Fundación cuyo cargo dejó en el 2014 cuando el edificio estaba en obra negra, “por lo que se deslinda del proceso de venta”.

A pregunta del periodista acerca de ¿quién es Abraham Jaik Villarreal? El queretano contestó que es un constructor. Sobre la relación que tendría Jaik Villareal con la fundación que él presidiera, el aspirante frentista respondió: “tendría que revisar, pero es probable que haya sido contratista de la obra”. El que escribe ha sabido que una de las principales cualidades de Ricardo Anaya es su buena memoria, le resulta difícil de creer que el precandidato no pueda precisar quién lo sucedió al frente de la fundación, así como la labor de Jaik Villareal. Todavía es más sorprendente lo que sigue. Cuando el reportero preguntó: ¿Quién es Eduardo de la Guardia? Anaya respondió: “Él trabajó en el gobierno de Querétaro, allá lo conocí y él ayudo, voluntariamente, en el diseño del proyecto”. (¿Si fue voluntaria su participación por qué razón se le depositó el dinero del que se habla en el reportaje?) Otra pregunta puntual de Delgado: ¿Fue Jaik Villareal el que prestó el dinero para comprar el terreno? La respuesta del que anhela gobernarnos fue un homenaje a Cantinflas: “Lo que pasa es que una cosa es quien fue el constructor y otra distinta quien fue el arquitecto que diseñó”.

Más tardó en salir Proceso que los enemigos políticos de Anaya a exponerlo vía twitter: Felipe Calderón escribió: “No es un tema de recursos públicos sino de simulación. Los terrenos eran del pueblo de Querétaro, y después de varias maniobras quedaron en manos de Ricardo Anaya, quien era el particular del gobernador”. Otro panista, Ernesto Cordero, manifestó: “Los señalamientos de lavado de dinero en contra de Ricardo Anaya son muy graves. La autoridad debe investigar”. Por su parte el expanista de regreso al priismo, Javier Lozano, vocero del precandidato Meade, el que pide que ya no haya ataques personales en las campañas, enunció: “Usar perversamente una fundación que tiene un objeto social noble para lavar dinero es miserable de parte de Anaya. Es asqueroso, nauseabundo, son unos auténticos ladrones”.

Al parecer a los tres agresivos twitteros ya se les olvidó que cuando sucedieron los hechos en Querétaro, ellos tres, en diferentes puestos, gobernaban el país y no movieron un dedo para evitar los malos manejos —deduzco que los sabían— del que entonces era su aliado y hoy es su enemigo.

elprivilegiodeopinar@eleconomista.com.mx

Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) y Guionista de televisión mexicano. Conocido por haber hecho los libretos de programas como Ensalada de Locos, La carabina de Ambrosio, La Güereja y algo más, El privilegio de mandar, entre otros

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