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¡Bajarle el presupuesto al INE!
En otra vuelta de la tuerca, podría deducirse que en las altas esferas se valora en poco la misión institucional del INE...
La nota principal en la edición de El Economista del pasado lunes rezó: “INE, el organismo mas castigado con las reasignaciones en el presupuesto”. La noticia debe ser importante en razón de que mereció primera plana en una mayoría, si no en la totalidad, de los diarios de circulación nacional.
Los economistas sabemos que los recursos fiscales son siempre inexorablemente escasos y ese hecho, muy duro, podría explicar los esfuerzos de austeridad al momento de definir el presupuesto de egresos públicos para el año siguiente. Sin embargo, la tesis de una austeridad a rajatabla se sostiene difícilmente cuando se revisa el tema del presupuesto con una visión panorámica. Y el caso es que dicha visión panorámica revela que hay una austeridad draconiana para algunas entidades, por ejemplo, el INE (Instituto Nacional Electoral), y para otras una notable largueza, que raya en la generosidad sospechosa. Así que a lo mas que alcanza la actual administración es al juicio de una austeridad presupuestal selectiva. Para unos, mano muy dura, y para otros blandísima.
Planteado el tema de la austeridad selectiva, cabe compartir algunas conjeturas sobre las razones que podrían motivar a la autoridad para aplicar al INE tan dura mano presupuestal. Leo en algunas notas periodísticas, que en los círculos gubernamentales se piensa que el INE es una entidad “muy cara”. ¿Pero “muy cara”, con respecto a qué o cuál otra? La verdad es que no se aprecia referencia racional para fundamentar esa acusación.
Decido tocar base con un amigo especialista en ciencia política y me explica: una de las razones para la mano dura es que los funcionarios del INE se ampararon en masa frente a la política para reducir los sueldos de los servidores públicos y esa conducta despertó mucha molestia en las altas autoridades del país. Pero si ese es el caso, en beneficio de la transparencia informativa la animadversión debería de articularse en otro lenguaje: ¡los funcionarios del INE tienen sueldos demasiado altos!
En otra vuelta de la tuerca, podría deducirse que en las altas esferas se valora en poco la misión institucional del INE: darle credibilidad y confianza por parte de la comunidad nacional a los procesos electorales cuya realización tiene a su cargo ese organismo. Desde esa perspectiva, el asunto se presenta tenebroso y así hay que consignarlo. Pero con esa perspectiva, el asunto ya no tiene nada que ver con los problemas presupuestales.