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Claudia tiene en sus manos su futuro
En la guerra como en la política hay momentos para defenderse, momentos para negociar y momentos para atacar.
Después de la aberrante reforma al Poder Judicial impulsada por un presidente al que le quedaban sólo 30 días, la única alternativa que tenemos en los próximos meses es presionar por un lado y por el otro apoyar a Claudia Sheinbaum en caso de que esté dispuesta a establecer en las leyes reglamentarias y en la implementación de la reforma candados para garantizar la autonomía de la Corte y del Poder Judicial en su conjunto.
Hasta ahora las muestras de apoyo incondicional que ha dado a la reforma del Poder Judicial y a las demás reformas es una mala señal, pero no hay que caer en la desesperación y el pesimismo, Claudia Sheinbaum mostrará su verdadera cara después de que tome posesión y durante los primeros meses de su gobierno.
No caigamos en el conformismo de que no hay nada que hacer y tampoco en el catastrofismo de que el país va a la dictadura o a una autocracia. El poder que hereda López Obrador a Claudia afortunadamente no lo tuvo un tipo mesiánico como él y esperemos que ella tenga la cordura para utilizarlo para consolidar nuestra democracia y no a su persona.
López Obrador le deja a Claudia un poder que no había tenido hace muchos años ningún presidente, pero le deja también un país dividido, en medio de una crisis económica, de seguridad y violencia y con un gobierno sin recursos para poder revertir la situación. El éxito o fracaso de su gobierno va a depender en mucho de los acuerdos que pueda tener con el sector privado y en la revisión del acuerdo de libre comercio con EU y Canadá.
Para lograr ese apoyo tendrá que poner candados en la reforma para dar garantías al sector privado y a los inversionistas de la autonomía del Poder Judicial y el respeto a la ley, esto seguramente la confrontará con grupos radicales de Morena, por lo que tendrá que acercarse a los partidos y voces de oposición para poner esos candados.
No es la primera crisis que enfrentamos al final de un gobierno, lo mismo pasó con Echeverría, López Portillo y Salinas, que obligó al nuevo presidente a rectificar o revertir muchas de las medidas tomadas por el gobierno saliente y el país salió adelante. De Claudia Sheinbaum hay muchas dudas de cómo va a actuar dada su cercanía con López Obrador y por la forma que este la ha cercado en su gabinete, el Congreso y el partido, pero si decide abrir el diálogo y rectificar los riesgos de la reforma al Poder Judicial tenemos que apoyarla.
La guerra no está perdida, sin duda el riesgo de que se llegue a aplicar la reforma al Poder Judicial tal como se aprobó con la intención de controlar todo el poder desde la presidencia existe, pero hay todavía mucho qué hacer para minimizar sus consecuencias. Tenemos que apostar a que Claudia Sheinbaum está consciente de la gravedad del problema económico, financiero y político que tiene enfrente y que de negarse a rectificar los efectos de las reformas, su sexenio estará perdido desde su inicio.
No es una buena idea tratar de bloquear su toma de posesión, vienen jefes de Estado de varios países y sería abrir un frente de guerra con ella que no conviene a nadie. Es el momento de negociar, démosle el beneficio de la duda, convoquémosla al diálogo y a la búsqueda de acuerdos, ya habrá tiempo de pasar a la ofensiva si ella los rechaza.