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Combate a la corrupción comprando en el extranjero
El gobierno tiene una clara urgencia por reformar la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público (LAASSP). El Congreso había organizado el parlamento abierto para que se expusieran pros y contras, y generar esa discusión con los actores interesados para definir la mejor decisión.
Pero de nada sirvió pues ni siquiera se terminaron y la iniciativa mañana sube al pleno en sesión extraordinaria. Si se aprueba tal cual se confirmará que en esta administración hay oídos sordos y el Congreso hace lo que diga el Ejecutivo. El principal objetivo de la reforma a la LAASSP -porque ni siquiera es integral- es eliminar la traba legal que impide salir a comprar medicamentos en el extranjero, y en particular entrar a los fondos rotatorios de OPS o de la ONUPS.
Esas compras son básicamente de fármacos genéricos, que justamente es el tipo de medicamentos que México tiene capacidad de producir. La OPS ha dicho que las empresas mexicanas también podrán venderle pero al Gobierno mexicano no le interesa promover eso, más bien lo que quiere es compra fuera y aniquilar al sector.
La industria farmacéutica mexicana ha abastecido una gran parte de las terapias genéricas del sector público de salud desde hace décadas, y gracias a eso es que México se convirtió en uno de los pocos países en el mundo con autosuficiencia de medicamentos prioritarios. Pero eso para el actual gobierno, tal parece, no tiene la mínima importancia.
El mayor argumento de esta estrategia es el combate a la corrupción, lo cual resulta poco entendible, como dice Juan de Villafranca, director de la Asociación Mexicana de Laboratorios Farmacéuticos (Amelaf), cuando no se conoce una sola denuncia que haya derivado en algún perseguido, detenido o sancionado.
La corrupción en el sector farmacéutico es un tema que encumbró el presidente López Obrador desde el principio de su gobierno, pero se supone que habría quedado zanjado cuando hizo a un lado a las principales distribuidoras que se quedaban con la mayor parte del reparto. Así lo presumió en su momento. El problema, desafortunadamente, es que ese cambio a rajatabla en las compras de terapias no mejoró la situación; más bien ha derivado en un desabasto sistémico y que, así como van las cosas, no va a terminar; por el contrario, puede empeorar.
Sin defender a las grandes distribuidoras que ya estaban posicionadas en el reparto de fármacos en el país, las nuevas distribuidoras de medicamentos no lo han hecho de lo mejor, han ido aprendiendo sobre la marcha y las equivocaciones han sido muy costosas para miles de pacientes. Ahora, conforme lo señalan los directivos de farmacéuticas nacionales, lo más probable es que la situación empeore porque el esquema de comprar en el extranjero significará seguir en una curva de aprendizaje interminable, donde además en una histórica etapa de pandemia no será fácil pues los países productores de genéricos están cubriendo primero a su población y limitando sus exportaciones de terapias cruciales.
En ese sentido, el mensaje que se deja ver con esta decisión no está muy claro: en compra de medicamentos el centro de toda decisión tendría que ser el paciente, pero en este caso es un objetivo comercial, de supuestos ahorros y también aparentemente de combate a la corrupción.
Pero esto último tampoco es muy creíble dado que se estarán incentivando aún más las compras directas, fuera de concurso, tal como ha sucedido este año. A lo largo del 2020 -de acuerdo con datos del Instituto Farmacéutico, INEFAM- más del 70% de las adquisiciones han sido compras directas y no por licitación.