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Cómo la Guerra de Putin contra Ucrania Promueve la Transición Energética
Irónicamente, la criminal agresión de Putin contra Ucrania y las sanciones económicas de Occidente a Rusia han acelerado de golpe la transición energética hacia las energías limpias en el mundo. Es verdad que gobiernos europeos y asiáticos, ante el pánico energético provocado por la guerra, han retomado transitoriamente el uso del carbón en la generación de electricidad, y expandido proyectos y contratos de suministro de gas natural con Qatar, Argelia, Libia y Estados Unidos. Incluso, Alemania, ha reactivado minas de carbón de lignito (Lutzerath) ya cerradas – el combustible más contaminante que existe. Sin embargo, la capacidad de extracción de combustibles fósiles se restringe crecientemente por el desplome de la inversión y mayores costos en exploración y producción. Rusia no puede redirigir su gas natural desde los gasoductos europeos – ahora cerrados o volados – hacia China, y su producción de petróleo y gas pronto decaerá ante la falta de refacciones y tecnología occidental. Lógicamente, la crisis energética así configurada, y provocada por la guerra, ha escalado exponencialmente los precios de los combustibles fósiles – gas, petróleo, carbón. En consecuencia, las energías limpias y renovables (solar y eólica) han recibido un nuevo y masivo impulso, dado que se producen domésticamente y a costos cada vez más bajos, contribuyendo de manera decisiva a la soberanía energética de los países. (Cosas que, en México, el presidente López no entiende).
Precios altos de combustibles fósiles han llevado a gobiernos, empresas y consumidores a recortar lo más posible su consumo. De hecho, la economía global se ha vuelto menos intensiva en energía, reduciéndose el uso de energía por unidad de Producto Interno Bruto. Como lo documenta The Economist, se estima que la inversión en 2022 en eficiencia energética, vehículos eléctricos y bombas de calor (utilizadas para climatizar edificaciones) alcanzó en el mundo el récord histórico de 560 mil millones de dólares, mientras que la propia venta de vehículos eléctricos se duplicó entre 2021 y 2022. El año pasado, en Europa, los contratos de compraventa de energía limpia registraron precios 77% menores que los de la electricidad proveniente de fuentes fósiles. En Alemania, una instalación solar fotovoltaica en casas habitación o en pequeñas y medianas empresas sólo requiere ya de tres años para amortizarse totalmente. Y, se duplicó a nivel global en 2022 la instalación de paneles solares fotovoltaicos en techos de casas, servicios e industrias. Pero lo que mueve más al optimismo es el creciente volumen de inversión que fluye hacia nuevos y grandes proyectos de energía limpia. El gasto de capital en centrales solares y eólicas pasó de 357 mil millones dólares en 2021 a 490 mil millones de dólares en 2022, lo que superó por primera vez al total de la inversión en proyectos de petróleo y gas. Sólo China, hacia el 2025, construye nueva capacidad eólica y solar capaz de generar 1,000 TWh (Terawatt-horas) de energía. Para ilustrar la magnitud de ello, baste decir que representa tres veces el total de generación de electricidad en México. Todo lo anterior, mientras que se multiplica la inversión en hidrógeno verde (producido con energías limpias a partir de la separación electrolítica del hidrogeno del agua) para plantas industriales – siderúrgicas y otras – cuyas emisiones de CO2 son muy difíciles de reducir, al igual que para vehículos pesados, almacenamiento de energía y aviación.
El contexto, además de la guerra de Putin contra Ucrania, es la canalización de inversiones públicas gigantescas para energía limpia y otras soluciones climáticas en Estados Unidos y Europa. (En México, el gobierno derrocha recursos en combustibles fósiles). La Inflation Reduction Act de Biden asignará 369 mil millones de USD en subsidios para energías limpias, vehículos eléctricos, hidrógeno verde, energía nuclear, y otras tecnologías. Por su parte, la Comisión Europea planea asignar al menos 270 mil millones de USD a empresas de tecnologías limpias, anticipando su objetivo de duplicar su capacidad instalada de generación de electricidad limpia desde el 2030 al 2025. En julio pasado, Alemania elevó su objetivo de participación de energías limpias en la generación total de electricidad al 2030, de 65% a 80%. China se ha propuesto llegar al 35% en 2025. La Agencia Internacional de Energía espera que la capacidad total de energía limpia se expanda en el mundo en 2,400 GW (GigaWatts) entre 2022 y 2027 – ¡treinta veces la capacidad eléctrica total existente en México! considerando todas las fuentes de energía. Esto es 30% más que lo considerado antes de la guerra. Otra buena noticia es que, se proyecta, que para el 2030 se cuadruplicará en Europa el número de empleos en el sector de energías limpias. Por todo esto, se calcula que la transición energética en el mundo se adelantará hasta en 10 años, y que las emisiones de CO2 de la generación de electricidad alcanzarán un máximo en 2025, para abatirse históricamente a partir de ahí, lo que hará más asequible la lucha contra el calentamiento global.
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