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Disco rayado fiscal
Una reforma fiscal seria debe buscar unificar el IVA y eliminar los regímenes de exención, pero, todos los años, repetimos la misma historia: no se puede.
Año nuevo, misma historia. Mes de patria, mismo disco rayado. En materia fiscal, el país vive el equivalente a la película Groundhog Day: atrapados en un universo donde, todos los días, revivimos los hechos exactamente igual al día anterior.
La fracción tricolor considera que, bajando el IVA, ganará puntos políticos; o por lo menos borrará la patética imagen del Dedo de Roque, cuando entonces lograron subir esta mismísima tasa que ahora quieren recortar. Es un populismo financiero primitivo, siendo que políticos del tricolor tendrán que proponer cómo financiar el faltante -ya sea con la eliminación de burocracias, o gastos inflados u otros apartados del ogro filantrópico.
Al final, será la misma historia de siempre: otra ronda de impuestos a los contribuyentes cautivos, empresas y personas, mismas que ya preparan las estrategias para minimizar el impacto. Tal como sucede todos los años; tal como se dé en un ambiente de inestabilidad fiscal, donde las reglas cambian cada año para único beneficio de los vividores del Estado.
Pero la respuesta blanquiazul, es inocente y carente de imaginación -frutos del posibilismo que tanto celebra el gobierno del empleo. Y eso que los líderes parlamentarios presumían que darían la guerra con ideas, no con manifestaciones. Ni hablar
No hay duda: una reforma fiscal seria debe buscar unificar el impuesto al valor agregado, y eliminar las distorsiones de los regímenes de exención. Pero los políticos recurren al mismo himno desgastado: esto golpeará a los pobres y a los que menos tienen.
El resultado es exactamente al revés, puesto que subsidiar tasa cero en alimentos y medicinas a los que menos tienen implica un subsidio también al que más tiene y más consume. La demagogia fiscal del PRI y del PRD le cuesta a la tesorería federal cuatro pesos de recaudación de las clases que sí pueden absorber el gravamen, por cada peso que deja de recaudar de los que menos tienen.
La solución final reside en financiar a los agentes golpeados por la nueva tasa única el aumento en su gasto disponible, pero antes de que entre en vigor el nuevo régimen fiscal, digamos, con una operación de factoraje. De paso, lograríamos captar a todos aquellos que sí pueden absorber la unificación tributaria, pero que hoy gozan, literalmente, de un almuerzo gratis.
El disco rayado ya no puede explotar la excusa de los pobres para evadir el paso que se debe dar en materia fiscal. Pero la otra cara del disco, la respuesta panista, deberá aprender que la política económica requiere de creatividad y convicción.
rsalinas@eleconomista.com.mx