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Opinión

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El Estado latinoamericano en crisis

La razón de la existencia del Estado es el proveer seguridad a las personas y sus bienes. Si para el Estado la seguridad es la razón de su existencia, para el gobierno es sencillamente su obligación primaria. Esta argumentación es clara e incontrovertible; al paso de los años, sin embargo, los gobiernos se han saturado de obligaciones bajo todo tipo de excusas muchas de ellas falaces. Lo anterior tiene a la mayoría de los gobiernos extremadamente endeudados e incompetentes para cumplir con su obligación primaria. Los gobiernos latinoamericanos, unos más que otros, son el más claro ejemplo de abandono de la seguridad al tiempo que crecen y crecen obligaciones a las que se comprometen para terminar haciendo todo mal. Estamos observando gobiernos con enormes cantidades de dinero, buena parte producto de deuda, no de su recaudación o eficiencia, con notorias deficiencias en la seguridad y un sin fin de programas y proyectos mal logrados con el consecuente gasto exorbitado que no está generando crecimiento económico y bienestar. Con relación a niveles de inflación destacan Venezuela, con un índice de precios a julio de 398%; Argentina 113% o Cuba con 45 por ciento.

A partir de la gran crisis de hipotecas (subprime) en EU se comenzó a cuestionar el modelo económico sustentado fundamentalmente en el mercado con espacio marginal para el Estado; cómo no iba a ser así, si la humanidad pagará por décadas los excesos de los capitales privados y la laxitud regulatoria. Así, se argumenta que es la hora del Estado, único capaz de resolver las desigualdades que dejaba el liberalismo económico. Esta afirmación puede ser rebatible en tanto no queda suficientemente claro si es el liberalismo el que causa las desigualdades u otros factores como, por ejemplo, la sobrepoblación o la hiperconcentración de personas en lugares con escasos recursos. Lo mismo si en realidad es cierto que sea el Estado la instancia adecuada para resolver la falta de desarrollo económico. Lo que sí observamos es que, una vez que las discusiones políticas y económicas se mueven hacia la premisa de la vuelta al Estado fuerte, encontramos a los gobiernos terriblemente endeudados, sin visos de querer buscar ajustes serios en sus modelos fiscales que no sea sólo por el lado de los impuestos, pedir más a la sociedad o lo que es peor a sólo unos cuantos, por el contrario, no vemos interés en revisar su gasto o deuda. A esto agregamos el hecho de la existencia de altos niveles de corrupción en la mayor parte de los gobiernos de la región. ¿Cuál debe de ser el tamaño del Estado para que los países funcionen adecuadamente y cuál el tamaño del mercado? La respuesta no es fácil de contestar, llevamos un par de siglos buscando la mezcla perfecta. Lo que sí podemos esgrimir de manera categórica es que los gobiernos multifunciones, corruptos, endeudados como se encuentran y atrapados en retóricas electorales, no están en condiciones para agrandar su papel para garantizar empuje hacia el desarrollo y bienestar de sus países.

drcamartinez@hotmail.com

Doctor en Desarrollo Económico, Doctor en Derecho y Doctor en Historia del Pensamiento Filosófico Especialidades en desarrollo económico en Oxford University y en Economía Internacional en Georgetown University. Profesor en la Universidad Panamericana y la Ibero. Ha colaborado en la Presidencia de la República, el Banco de México, la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, fue Ministro de Asuntos Economicos de la Embajada de Mexico en EEUU (Washington). Autor de libros en Regulación Financiera, Historia Económica, Política Fiscal, Políticas Públicas y Ética.

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