Lectura 6:00 min
El legado tóxico de la Revolución verde
Si bien la introducción de variedades de semillas de alto rendimiento ha salvado del hambre a cientos de millones de personas, ha disminuido la calidad nutricional y aumentado la toxicidad de los cereales básicos. Para establecer un sistema alimentario sostenible y rico en nutrientes, los países deben adoptar prácticas agroecológicas basadas en la agricultura a pequeña escala
NUEVA DELHI. Hay más de 390,000 especies de plantas identificadas en el mundo, pero sólo tres (arroz, maíz y trigo) representan aproximadamente el 60% de las calorías de origen vegetal en nuestra dieta. El predominio de estos tres cereales es en gran medida el resultado de importantes avances tecnológicos, en particular el desarrollo de variedades de alto rendimiento (VAR) de arroz y trigo durante la Revolución verde de los años sesenta.
Estas innovaciones han producido enormes beneficios, han aumentado significativamente el acceso a alimentos básicos y han rescatado del hambre a cientos de millones de personas. Pero el aumento de la producción agrícola también ha traído una serie de otros problemas, particularmente en lo que respecta al proceso de cultivo. En particular, el aumento de la productividad de las semillas de alto rendimiento depende en gran medida de la disponibilidad de un riego confiable y de la aplicación de diversos insumos químicos, especialmente fertilizantes y pesticidas.
En consecuencia, la adopción de semillas de alto rendimiento ha llevado al uso excesivo del riego por canales y a los consiguientes problemas de anegamiento, lo que ha obligado a los agricultores a depender del riego con aguas subterráneas, incluso en regiones semiáridas. De manera similar, el uso de fertilizantes a base de nitrógeno ha aumentado dramáticamente tras el cambio hacia la agricultura basada en Variedades de Alto Rendimiento.
La vulnerabilidad inherente de estas variedades a las plagas, junto con la tendencia a cultivarlas en monocultivos, ha provocado frecuentes infestaciones y el uso generalizado, a menudo indiscriminado, de pesticidas químicos, lo que ha provocado toxicidad residual en plantas y cereales. Dado que las plagas desarrollaron resistencia a estos químicos, se hizo necesario buscar nuevas soluciones tecnológicas, incluido el desarrollo de cultivos genéticamente modificados diseñados para ser naturalmente resistentes a (al menos algunas) plagas.
Además, aunque estas tecnologías son neutrales en cuanto a escala, el acceso a los insumos y mercados necesarios normalmente no lo es. Como resultado, los grandes agricultores se beneficiaron desproporcionadamente, lo que aumentó la desigualdad agraria.
Como si estos desafíos no fueran lo suficientemente intimidantes, los expertos están cada vez más preocupados por el deterioro del contenido nutricional de los cultivos de alto rendimiento. Por ejemplo, un estudio reciente sugiere que si bien la Revolución verde ha ayudado a la India a lograr la autosuficiencia alimentaria, ha socavado la seguridad nutricional del país.
Al analizar la calidad y la toxicidad potencial de aproximadamente 1,500 variedades de arroz y trigo, desarrolladas e introducidas en la India desde la década de 1960 hasta 2018, los autores rastrean los efectos a largo plazo de los programas de mejoramiento centrados en el VAR. Encuentran que estos programas han modificado la composición nutricional de los granos, lo que ha resultado en beneficios dietéticos significativamente reducidos y una mayor concentración de toxinas.
En resumen, aunque el objetivo principal del cultivo de estos cereales era mejorar la nutrición, el énfasis en aumentar los rendimientos ha comprometido significativamente su valor nutricional. En particular, los niveles de nutrientes vitales como el zinc y el hierro en el arroz y el trigo, los dos alimentos básicos más importantes de la India, han disminuido notablemente. En concreto, el arroz experimentó una caída del 33% en zinc y un descenso del 27% en hierro, mientras que el contenido de zinc y hierro en el trigo cayó un 30% y un 19%, respectivamente. Peor aún, los niveles de arsénico en el arroz aumentaron un 1,493 por ciento.
Estos hallazgos tienen implicaciones de gran alcance para la salud de quienes consumen estos cereales. En particular, los autores destacan “pruebas sólidas” de que “la ingestión oral de tóxicos metálicos” podría provocar problemas de salud graves como “cáncer de pulmón o enfermedades respiratorias crónicas, enfermedades cardiovasculares, hiperqueratosis, toxicidad renal y calcificación ósea deteriorada”. El aumento del consumo de alimentos básicos como el arroz y el trigo –el objetivo de la Revolución verde– podría terminar exacerbando la ya significativa carga de morbilidad en la India.
Esto también es válido para muchos otros países que han dependido en gran medida de las variedades de alto rendimiento para aumentar la producción de cultivos básicos. Por ejemplo, la recientemente renombrada Alianza para una Revolución Verde en África continúa defendiendo un modelo industrial de agricultura obsoleto que no ha logrado generar los beneficios nutricionales esperados.
Como he argumentado anteriormente, la nutrición no debe verse únicamente en términos de consumo total de calorías basado en monocultivos. Si bien ahora se reconoce ampliamente el valor nutricional superior de una dieta diversa, lograrlo requiere no sólo innovación tecnológica sino también un cambio de enfoque hacia el cultivo de aquellos que mejor se adapten al medio ambiente y al clima locales. Además de mejorar los resultados nutricionales, este enfoque promueve la sostenibilidad al reducir las emisiones de dióxido de carbono durante todo el ciclo de vida de los alimentos.
La experiencia de la India ofrece una advertencia para los países en desarrollo. En la India y en otros lugares, es cada vez más claro que la adopción de prácticas agroecológicas basadas en la agricultura a pequeña escala es la forma más eficaz de desarrollar sistemas alimentarios que sean a la vez sostenibles y ricos en nutrientes. Pero esto requiere alejarse de la comercialización predatoria de la agricultura, que sirve principalmente a los intereses de las grandes empresas agrícolas, y adoptar un modelo que beneficie a los verdaderos productores y consumidores de alimentos.
La autora
Jayati Ghosh, profesora de Economía en la Universidad de Massachusetts Amherst, es miembro de la Comisión de Economía Transformacional del Club de Roma y copresidenta de la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional.
Copyright: Project Syndicate, 1995 - 2024