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Opinión

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Fiesta nacional: Bartlett ya no culpará a Iberdrola

En las raíces de los dogmas que manipulan al presidente de México existe una confusión entre empresas y países.

El fenómeno emerge en el siglo pasado cuando, por ejemplo, la Coca Cola fue convertida por comunistas en embajada de Estados Unidos; Fidel Castro se sorprendía que menores de edad mexicanos reconocieran con facilidad a los personajes de Disney y no tanto a los héroes de la patria.

Uno también se sorprendía que, para Fidel, la ausencia de libertades en la isla era menos importante que las decisiones tomadas por Washington. Existen misterios en ausencia de razonamientos.

En Tokio, muchos menores de edad creen que los personajes de Disney tienen nacionalidad japonesa.

No pasa nada. A los accionistas de Disney no les interesa dicha percepción.  

Es incierto que la nacionalidad del empresario Carlos Slim le reporte valor a su negocio en Latinoamérica, y viceversa.

Es probable que para el presidente López Obrador no existan diferencias entre Luis Enrique, entrenador de la roja en el Mundial de Qatar, y el CEO de Iberdrola, Ignacio Galán. Ambos son españoles. Lo que es seguro es que AMLO subestime la relación con España debido a su mala relación con la empresa eléctrica Iberdrola. España no es Iberdrola. Es mucho más.

Iberdrola es una empresa multinacional cuya misión trasciende a España, y sus accionistas buscan maximizar la utilidad más allá de la geografía del negocio.

Con el proceso de consulta que usó AMLO sobre el aeropuerto de Texcoco, quedó claro que sus dogmas se alejan de la racionalidad. Primero su decisión y luego la simulación de una consulta.

El presidente de México ha perdido varios años en lesionar la relación con España. Dice que la mantiene en “pausa” por diversos motivos: que si la carta al rey Felipe VI, que si Felipe Calderón, que si El País, que si Iberdrola.

Luis Miguel González, director de El Economista, escribió un símil que retrata lo ocurrido el martes pasado entre AMLO e Iberdrola: un divorcio. “Fue un divorcio de 6,000 millones de dólares. La foto oficial con AMLO, Rogelio Ramírez de la O e Ignacio Sánchez Galán, CEO de Iberdrola, quiere sugerir cordialidad, pero la realidad es otra: la relación es mala”.

En efecto, AMLO decidió colocarle obstáculos a Iberdrola hasta que la empresa se cansó, dejó de invertir en México y vendió parte de su negocio. En su plan de inversiones 2023-2025 México quedó prácticamente fuera. De los 47,000 millones de euros a invertir Estados Unidos se llevará el 50%.

El dogma de AMLO traduce el acuerdo con Iberdrola en una “nacionalización”, un concepto que nos lleva al siglo pasado donde el Estado mexicano metía palomitas al horno para venderlas en la red de sus cines COTSA.   

“Nos libramos de los problemas regulatorios en México”, afirmó la semana pasada José Sainz, director financiero de Iberdrola, a un grupo de analistas.

“La mayor parte de los problemas regulatorios se encontraban en los activos transferidos. Los problemas se van con los activos, por lo que estamos ahora casi libres de los problemas con el Gobierno mexicano”.

 Sainz mencionó que, de los 8,436 megavatios (MW) vendidos por Iberdrola, la mayor parte, más de 7,000, forman parte de concesiones del Gobierno que comienzan a expirar en el 2027.

Bendita racionalidad para quien compró la Torre Eiffel.

“Entramos en una nueva fase de relación con el Gobierno mexicano, que estaba muy interesado en comprar estas concesiones. Eran muy importante para ellos. Esta operación cambia obviamente para mejorar las relaciones y nos da oportunidad en el país”.

En México, Iberdrola mantendrá 2,400 megavatios de renovables, ciclos de gas y cogeneración, además del negocio de comercialización.

Iberdrola es la segunda empresa eléctrica en el mundo por su valor en bolsa, después de la estadounidense NextEra.

Su valor de capitalización es superior a los 70,000 millones de euros, superando a la estadounidense Duke Energy.

El licenciado Manuel Bartlett tendrá a su cargo las plantas vendidas por Iberdrola. Necesitará algo más que suerte para impedir que caiga la eficiencia de las plantas. Esperemos que por segunda ocasión no se le caiga el sistema.

Lo importante es el dogma.

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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