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Opinión

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Inclusión financiera y desarrollo

La semana pasada se realizó la 81 Convención Bancaria en el puerto de Acapulco. Se trata de uno de los principales eventos del sector, que congrega lo mismo a directivos de la banca que a funcionarios públicos, empresarios e inversionistas, y que en esta ocasión también contó con la participación de los candidatos a la Presidencia de la República, quizás lo que resulta más llamativo es que en un presídium de más de 20 personas, no había ninguna mujer: la brecha de género en el nivel directivo del sector bancario es más que evidente.

Ahora, ¿por qué es importante esta convención? Muy sencillo: porque brinda la oportunidad de examinar los retos y fortalezas del sector bancario y financiero, que es pieza indispensable para el desarrollo económico y social del país. La banca es responsable de canalizar el ahorro y la inversión hacia los sectores productivos, y de brindar crédito a las familias ya sea para el consumo o para la obtención de bienes como vivienda.

México dio un paso importante con la reforma financiera del 2014. Antes de dicha reforma, había poco financiamiento y muy caro; de ahí que los objetivos principales fueran incrementar la competencia en el sector, impulsar la banca de desarrollo, ampliar el crédito, y fortalecer la capacidad de supervisión de la autoridad (la banca no sólo opera con el dinero de los accionistas, sino también con el de los ahorradores, razón por la cual es imprescindible garantizar que haga un manejo responsable de los recursos).

Hoy nuestro país cuenta con un sistema sólido, que fue capaz de soportar los embates de la crisis del 2008, y que ahora ante hechos como la elección de Trump o la incertidumbre respecto al TLCAN, se mantiene estable.

Sin embargo, aún hay un camino que recorrer. Mientras para el 2016 en América Latina y en la OCDE el promedio de financiamiento al sector privado fue de 49 y 147%, respectivamente, en México es apenas de 35% del Producto Interno Bruto, de acuerdo con el Banco Mundial. En otras palabras, es necesario ampliar la penetración del crédito y consolidar la especialización de la banca.

Otro aspecto a destacar tiene que ver con la inclusión financiera, porque sin duda alguna, el acceso a servicios financieros como el crédito da autonomía y empodera económicamente a las personas, y al mismo tiempo genera desarrollo económico. Por eso es indispensable que en un país con una brecha de género como el nuestro existan políticas que faciliten que más mujeres puedan acceder a la banca y a financiamiento de bajo costo.

Como puede verse, si bien México cuenta con un sistema financiero robusto, aún existen importantes retos y áreas de oportunidad. Hacerles frente requiere de la participación de todos; especialmente, exige que el Congreso realice una labor permanente de monitoreo, que permita evaluar el desempeño del sector, y acompañar su desarrollo con la asignación de presupuesto, así como con las reformas legales y normativas necesarias.

La inclusión financiera es un motor importante para el desarrollo económico, facilita la vida de las personas y de las empresas, apoya el emprendimiento, fortalece a las industrias, apalanca la infraestructura y genera entornos favorables en las comunidades marginadas, entre muchas otras variables. Por tanto, debe ser una prioridad para las autoridades, para los candidatos a la Presidencia, para los organismos reguladores, para los legisladores, para las instituciones de desarrollo y por supuesto, para los ciudadanos. Y el que no le entienda, mejor que se vaya a Palenque.

¡Hasta nuestro próximo encuentro!

*Expresidenta de la Federación de Colegios de Economistas de la República Mexicana, AC.

Expresidenta de la Federación de Colegios de Economistas de la República Mexicana A.C.

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