La Cultura de la Paz, Fin de Una Época

Lo mejor es lo peor que se va a poner: Andrés Manuel López Obrador

1. En el ocaso del mandato de López Obrador se puede afirmar que su gestión tuvo como principal –quizás único- objetivo la concentración del poder presidencial, utilizó los programas y recursos públicos para comprar voluntades, neutralizó al Poder Legislativo, al INE y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Indujo a una espuria sobrerrepresentación en favor de los partidos oficialistas y se ha propuesto imponer a sus incondicionales legisladores culminar la destrucción del Poder Judicial, la desaparición de los contrapesos y el avance de la militarización como legado a la Nación para antes de que culmine su administración. Para ello aprovecha un sorprendente y denigrante servilismo que le dispensan los legisladores de sus partidos afines, quienes olvidaron que son representantes del pueblo y que el pueblo NO es el inquilino de Palacio Nacional. Las reformas propuestas por el presidente de México ponen en riesgo el progreso económico y pone fin a la democracia, además de eliminar el margen de maniobra de la presidenta electa disfrazado de poder absoluto. Se trata de una cadena de traiciones a las instituciones que juraron respetar y defender.  

El proceso de modernización en México incluyó el pluralismo político que se tradujo, desde hace medio siglo, en un cambio conceptual en la manera de entender la democracia y superar la época de las mayorías absolutas y minorías apenas toleradas, para dar lugar a la pluralidad democrática que propició que en este siglo se inaugurara la transición democrática.  24 años después, desde Palacio Nacional, se han impuesto las condiciones que permitan un régimen autoritario. Se ha dado un golpe de timón de 180 grados para destruir los avances en la construcción de instituciones y en la vida democrática de México.

2. En sentido opuesto a la concentración del poder político el gobierno ha permitido ejercer -de hecho- al crimen organizado la soberanía y la gobernabilidad en cada vez más regiones del país siendo sus habitantes víctimas por la abrumadora y progresiva violencia en todas sus expresiones. Nos deja el mandatario un gobierno aparentemente derrotado e ineficaz ante la delincuencia. Mientras tanto una buena parte de las fuerzas armadas se han visto colmadas de privilegios y se dedican a actividades distintas a las que les ordena la Constitución al ser favorecidas con concesiones y prebendas empresariales en detrimento de sus funciones elementales, sin que se rindan cuentas y se carezca de límites, aún ante su comandante supremo.  El mandatario le falló al pueblo en prevenir el delito, garantizar su seguridad, la integridad de sus personas y de sus bienes, su tranquilidad y la seguridad interior del país, función básica y esencial de todo Estado. 

3. En substitución de la ceremonia del informe de gobierno que preveía la Constitución y en vez de dirigirse a la nación desde la más alta tribuna nacional, se realizó un evento de culto a la personalidad del todavía mandatario ante 25 mil de sus seguidores en el que expuso sus otros datos relacionados con su sexto informe enviado al Congreso de la Unión. Datos distintos a lo que se esbozó en su Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024. Un propósito previsto en el referido Plan consistió en “Emprender la construcción de la paz” y la aplicación de una estrategia de seguridad que promovería la adopción de modelos de justicia transicional y de cultura de la paz que no se concretaron. Tristemente, la vida en armonía, el tejido social y la cultura de la paz se encuentran muy lastimados y debilitados como resultado de la polarización que se impulsó desde Palacio Nacional.  

Según su epílogo denominado “Visión de 2024”, en este año sería evidente una mejora radical en los niveles de bienestar y seguridad respecto de los que prevalecían en 2018, también se habría alcanzado una importante tasa de crecimiento y la delincuencia organizada estaría reducida y en retirada. Nada de eso ocurrió. 

Nuestra realidad es muy distinta al escenario previsto en ese Plan y a lo que expuso el domingo el presidente. Los principales indicadores revelan graves retrocesos en materia de salud, de educación y de seguridad pública en perjuicio de todos. 

Se ha propuesto el mandatario que el deterioro nacional aumente grave y aceleradamente en los últimos días de su gestión, quien concluye su sexenio con pendientes en prácticamente todos los rubros con nulos resultados. Su legado consiste, además de lo ya comentado, en un crecimiento de la pobreza; aumento de la violencia; mayor endeudamiento del país; relaciones internacionales innecesariamente tensionadas; militarización; reducción de partidas presupuestales en materia de salud, educación, becas y otros servicios básicos, además de obras “emblemáticas” de dudosa utilidad que han costado mucho más de lo programado e inauguradas varias veces aún sin que operen. Otra de las características del gobierno que termina ha sido una política de opacidad y debilitamiento de la trasparencia en la aplicación de los recursos públicos, así como acciones de encubrimiento y de impunidad. 

4. Tristemente López Obrador no fue un presidente para todos los mexicanos ni mostró cualidades de estadista. En vez de gobernar para encausar al desarrollo que propiciara el bienestar general, gobernó dominado por el resentimiento, el revanchismo, la ignorancia y el odio. 

5. Lo comentado hasta ahora generaría un escándalo en muchos países, pero aquí parece no importar a nadie. Es imposible ignorar la decepcionante y sorprendente capacidad de resignación de los mexicanos. 

6. Teniendo en cuenta que este será el país de nuestros hijos y nietos, en la elaboración del plan de gobierno que se aplique a partir del mes de octubre de este año debe imperar la lealtad a la Nación sobre cualquier otra, dirigirse a la restauración nacional en todos los renglones y a crear las condiciones mínimas para que el esfuerzo individual propicie el bienestar personal, familiar, comunitario y nacional. 

*Abogado, negociador y mediador 

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