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Opinión

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La gran India

Pese a sus contrastes y a que arrastra con el lastre de la pobreza, nadie podría decir que esa nación va por la dirección incorrecta.

Se pueden escribir cientos de líneas sobre el camino que ha recorrido India en los últimos años para alcanzar el desarrollo. Se pueden escribir el mismo número de líneas describiendo los inmensos retos que todavía tiene esa gran nación.

India sigue siendo un país –un subcontinente, para ser mas precisos- de enormes contrastes, que carga con el doloroso lastre de la pobreza de más de 300 millones de personas. Aun así, difícilmente alguien podría argumentar que no va por la dirección correcta.

Hace algún tiempo tuve la oportunidad de entrevistar al Embajador de India en México. De nuestra conversación me quedé con una frase suya: En India, cientos de revoluciones ocurren por minuto . Y son precisamente esas cientos de revoluciones –grandes, pequeñas, importantes o triviales- las que generan constantemente la fuerza creadora a través de la que India va encontrando su lugar en el mundo.

Pero hay otro lado del asunto: en el sistema internacional es tan importante que un país encuentre su espacio como que el propio sistema –el conjunto de países y normas que le dan forma- lo haga.

Esto ha venido sucediendo paulatinamente en los últimos años (con la inclusión de India en el grupo BRIC, por ejemplo) pero, esta semana, la India recibió un sorpresivo espaldarazo ni más ni menos que de Estados Unidos en un área estratégica y crucial para las ambiciones indias: la seguridad internacional.

Desde tiempos de su independencia, India se ha preocupado por convertirse en un Estado militarmente poderoso.

Ahí está el conflicto con Pakistán sobre Cachemira, ahí está su desarrollo nuclear, ahí está el indisputable dominio militar que ejerce sobre su región. Sin embargo, tanto Estados Unidos como las potencias europeas habían sido siempre cautelosos de otorgarle un estatus de potencia que, desde su punto de vista, podría ser peligroso para el equilibrio de la región.

Es por ello que es tan relevante lo que el presidente estadounidense Barack Obama fue a decir esta semana a Delhi: India debe formar parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; por su peso relativo y su extraordinario potencial, debe entrar a ese selectísimo club.

Con ello, Obama revivió la vieja y debatida idea de una reforma a la estructura del Consejo de Seguridad, que permita la inclusión como miembros permanentes a países cuya importancia para la paz y la estabilidad mundiales sea evidente; países que por su tamaño y disposición a asumir responsabilidades globales tengan acceso a ese nivel de toma de decisiones.

El camino de la reforma no está completamente claro. Tampoco está claro que Estados Unidos apoyaría inequívocamente a India en el momento de la verdad, sobre todo si tomamos en cuenta la delicada relación y el equilibrio que tiene que guardar con respecto a Pakistán.

Aun así, es significativo que el Presidente estadounidense se haya pronunciado tan abierta y enfáticamente sobre el tema. La estructura institucional del sistema internacional está cambiando.

En los próximos años, iremos viendo con mucha más claridad los espacios que irán ocupando estos nuevos ganadores del sistema y el carácter propio que le vayan imprimiendo.

Y ahí, sin duda, veremos a la gran India. ¿Nos alcanzará el tiempo para que veamos ahí también a México? (pregunta que, invariablemente, nos viene a la cabeza cuando pensamos en estos temas).

afvega@eleconomista.com.mx

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