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La militarización de la aviación
Suponga que su empresa tiene la necesidad de adquirir 10 autos nuevos. Supongamos también que las empresas productoras de automóviles tienen todas problemas para producir y satisfacer la demanda y por lo pronto no es posible surtir unidades nuevas. Decide entonces buscar los autos mediante el esquema de arrendamiento. Pero tampoco hay disponibilidad bajo esa modalidad. Como le urgen los autos, decide acercarse a una empresa de renta de automóviles para hacer un convenio con ellas a mediano plazo: le rentarán las unidades permitiendo que les ponga el logo de su empresa. Todo el mantenimiento correrá a cargo de la firma que renta y evidentemente estará reflejado en el precio. Inclusive podría exigir en el contrato que las unidades tendrían que ser manejadas por choferes de ellos. Sobra mencionar que esta es una opción muy cara para tener los 10 automóviles funcionando.
Pues bien, algo similar, pero más grave, le está sucediendo a la “flamante” línea aérea militar que adquirió la marca de la antigua Mexicana. El capricho presidencial es que debe estar en el aire el 1 de diciembre. Pero no hay aviones nuevos o usados y las empresas internacionales arrendadoras no tienen aeronaves disponibles. Como la instrucción es volar a como dé lugar en esa fecha, los “nuevos empresarios” militares andan buscando quien les pueda rentar aviones a cualquier costo. Existen empresas internacionales que rentan unidades, típicamente empresas que operan vuelos charter, que, a un sobreprecio significativo, podrían celebrar un contrato con los milicianos mexicanos. Estas empresas se distinguen por tener riesgos de seguridad. Este desperdicio de recursos públicos pasa cuando se cree que, sobre las rodillas en unos cuantos meses, es posible armar una empresa aérea totalmente innecesaria que responde a un capricho demencial. Y el capricho viene en paquete, porque la nueva Mexicana sólo operará desde el AIFA, donde se sigue derrochando dinero público.
Con tremendo cinismo, López Obrador dijo que no importaba si la nueva línea área perdería dinero, porque su fin era “social, no de lucro”. Por ello, hasta anunció que ésta ofrecerá tarifas entre 20 y 25% más baratas que sus competidores privados. Además de que ya en el AIFA el TUA es menor que en otros aeropuertos, la línea militar cobrará un TUA significativamente todavía más bajo que el resto. Crear estas distorsiones competitivas y malgastar dinero de los contribuyentes es lo que tanto le gusta a la 4T.
Los militares ya operan 13 aeropuertos en la República, mientras que 34 están bajo concesión privada. Ya el AICM es manejado en su totalidad por marinos. La semana pasada el Gobierno incrementó unilateralmente la cuota sobre los ingresos brutos de las terminales concesionadas de 5 a 9%, lo que afectará su rentabilidad. Con el mayor desparpajo, se determinó que esos mayores cobros irían a un fideicomiso para la operación de los aeropuertos militares.
La militarización de la aviación es un hecho que sería complicado revertir. El Ejército aspira mediante infraestructura deficiente, competencia desleal y drenar recursos para sus fines, tener un monopolio sobre la operación aérea civil.
Twitter: @frubli