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Opinión

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Mi última noche con KISS

Foto: Amilcar Riera

Foto: Amilcar Riera

La maquinaria de KISS crea la misma ilusión que el mago de Oz. Es un espectáculo hecho para olvidarnos del frío, el cansancio, la experiencia del festival y el largo viaje hasta el Foro Pegaso, en Toluca, Estado de México. Nuestro adolescente interno podría haber soportado estos inconvenientes sin ningún problema, pero ahora nos preocupamos por evitar el tráfico de la salida y pagar las casetas de regreso a casa. 

El End of The Road World Tour se anuncia como la última gira de la banda formada por Paul Stanley, Gene Simmons, Ace Frehley y Peter Criss en 1973. A través de sus múltiples encarnaciones KISS ha visitado México desde 1994, sin contar una presentación en televisión que hicieron en 1981 para el canal Imevisión. Su participación en el festival Hell and Heaven fue su última presentación en el continente y sólo queda una porción de la gira por Europa en 2023. 

Bajo la actual alineación conformada por Stanley, Simmons, el guitarrista Tommy Thayer y el baterista Eric Singer, la coreografía de KISS sigue siendo la misma. Es una versión perfeccionada de su show de 1978. La banda desciende desde tres plataformas a ritmo de “Detroit Rock City” que nos transforma en nuestra versión más primitiva. “Get up, Everybody’s gonna move their feet, Get down, Everybody 's gonna leave their seat”. 

Solos de guitarra del hombre del espacio, solos de batería del Catman. Fuego, explosiones y confeti. Paul Stanley volando sobre el público y el demonio de Gene Simmons escupiendo sangre. Es justo el espectáculo por lo que estamos aquí reunidos. Es la misma fantasía que hemos visto por casi medio siglo y es un ritual que se ha pasado por generaciones de fanáticos. 

Durante el día se podían ver playeras y caras pintadas de las cuatro personalidades de la banda: The Starman, The Demon, The Spaceman y The Cat. Varias generaciones reunidas para ver a “la banda más caliente del mundo”. 

KISS ha perfeccionado a lo largo de cincuenta años un espectáculo de escapismo y rock and roll sencillo pese a sus pretensiones artísticas. Es un espectáculo sin consignas políticas ni críticas al sistema. Paul Stanley sigue teniendo ese carisma para cautivar al público. “KISS te ama” o alguna cosa por el estilo dice en su español medio pocho. 

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Mientras otros de los grupos que se presentaron en el festival Hell and Heaven trataron de compensar con virtuosismo su falta de creatividad, KISS nos recordó por qué son uno de los grandes nombres en la historia del rock y la inspiración de muchas bandas que le antecedieron durante tres días. 

Si el End of the Road World Tour, que comenzó en 2019 e incluso hizo una parada en el festival Domination, es en realidad la última gira de KISS. Esta visita fue una última noche de nostalgia por revivir una fantasía adolescente de cuando tenía 12 años y fui por primera vez a un concierto de KISS con la gira del Psycho Circus.  

Con un cuarto de siglo de existencia KISS ya era un acto casi de nostalgia, queriendo revivir la gloria de 1978, cuando la banda realmente dominaba el mundo, o al menos esa era la ilusión creada por el mago de Oz. 

La próxima vez que veamos a KISS tal vez sea en forma de hologramas o de algún músico intercambiable detrás del disfraz del demonio, el Starchild, el hombre del espacio y el gato. 

Será un holograma que nos tendrá cantando “I Was Made for Loving You”, “Black Diamond”, “Love Gun”. Un momento romántico con la balada de “Beth”. Un explosivo solo del hombre del espacio y los gestos seductores del Starchild declarando su amor hacia el público. 

Habrá fuego, ruidosas explosiones y confeti cuando lleguen los acordes de “Rock And Roll All Nite”. Al final nos despedimos con “God Gave Rock And Roll To You” como un epílogo a nuestra ceremonia rockera. Para unos será un rito de iniciación y para nosotros será regresar a ese ritual rockero adolescente una vez más. 

antonio.becerril@eleconomista.mx 

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Coordinador de Operaciones Online. Periodista. Desde el 2019 escribe la columna semanal sobre música “Mixtape” en El Economista. Ha sido reportero de tecnología y negocios, startups, cultura pop, y coeditor del suplemento de The Washington Post y RIPE.

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