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Opinión

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No tanto

Muchos autores sueñan con escribir un texto icónico que se inserte en la realidad pública, aparezca en el momento justo y se vuelva viral: un boleto de ida a la fama inmediata y acceso a los grandes anticipos editoriales.

Tal fue el caso de “Un tipo con gatos” de Kristen Roupenian. El relato “Cat Person” se publicó en The New Yorker casi al mismo tiempo en que despegaba el movimiento #MeToo y hacía efervescencia el escándalo Weinstein (surgido también del artículo de Ronan Farrow para el semanario cultural).

“Cat Person” se volvió viral. La historia sobre una relación romántica fallida entre la narradora y un hombre al que le gustan los gatos, lleva todos los ingredientes del #MeToo: El consentimiento, la violencia psicológica, la idealización del otro, las expectativas y roles de género y su polémico final.

El éxito le abrió puertas a Roupenian, incluido un adelanto de poco más de un millón de dólares para su primera colección de cuentos. Pero la fama inmediata fue de la mano con la polémica y la discusión en redes se volvió de pronto hacia la autora. Roupenian no disfrutó eso: su crónica de cómo lidió (mal) con el éxito de su cuento también la publicó The New Yorker.

El editor, sin embargo, había hecho su inversión y no iba a dejar de colgarse de “Cat Person”. El libro se tituló You want this: Cat Person and other stories (Tú quieres esto: amante de los gatos y otros relatos). En español lo edita Anagrama como Lo estás deseando, uno de los múltiples traspiés de la torpe traducción al “castellano” de Lucía Barahona.

Roupenian incluye trece relatos que intentan ser tan provocativos como “Cat Person”. Aunque la mayoría no fueran escritos después de su éxito relámpago, queda clara su preferencia por los golpes de efecto. Hay una exploración realista y fantástica con variaciones del romance moderno, pero la estructura detrás es similar. Para el tercer texto sabemos que algo desagradable va a suceder y lo estamos esperando (aunque no deseando).

Roupenian recurre, a veces, a un sentido del humor perverso para llevar las cosas al extremo. En “Chico malo”, una pareja que apoya a su mejor amigo durante su divorcio, empieza a incluirlo en una serie de juegos sexuales delirantes. En “El corredor nocturno”, un profesor voluntario en África, se las ve con un grupo particularmente difícil de jovencitas. En “Una chica de las que muerden”, Roupenian hace una variante provocativa del acoso sexual en la oficina.

En otros textos, la autora usa un interesante subtexto fantástico con mala leche: “Sardinas en lata”, “El espejo, el cubo y el fémur viejo” y “Cicatrices”. El libro, sin embargo, encuentra en “Un tipo con gatos” su punto más alto y más débil. Es el mejor relato del libro, pero también el más conocido. Establece el tono y las expectativas; y aunque su final de bofetada es eficaz, también lo roba de cualquier ambivalencia.

Después, viene más de lo mismo: “The good guy” (traducido como “Un buen tío”), el relato más largo y tedioso del libro, explora la psique de un hombre incapaz de conectar emocionalmente con sus parejas. Un tipo cuya única fantasía sexual funcional es imaginar que su pene es un cuchillo y sus parejas se apuñalan con él; y siempre imagina ser “honesto” y el bueno de la historia.

El problema de este texto (y muchos de los otros) radica en la falta de sutileza de Roupenian. Sus narradores se odian a sí mismos y la autora se suma y nos invita a sumarnos al linchamiento. Recurre frecuentemente a la truculencia y la sorpresa oscura para provocar shock en el lector, pero al avanzar las páginas esta perturbación se diluye, y una vez anestesiados, lo que queda es muy cercano al aburrimiento.

@rgarciamainou

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