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Opinión

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Portugal en el purgatorio

Portugal, como antes Grecia e Irlanda, tendrá que pedir la ayuda del FMI y de la EFSF, la cual llegara atada a un programa de ajuste estructural.

Portugal está ya en un largo viaje a través del purgatorio. Todavía en negación de sus problemas, el gobierno, los banqueros y los políticos de oposición se aferran a una esperanza que se desvanece rápidamente: evitar llamar al rescate financiero del país al FMI y a la nueva Facilidad Europea para la Estabilidad Financiera (EFSF). En un movimiento inusual, la calificadora de crédito S&P degradó a Portugal dos veces en una sola semana a BBB- y perspectiva negativa, sólo un peldaño arriba de grado de inversión, citando su elevado nivel de endeudamiento y una pobre perspectiva de crecimiento potencial. Las otras dos agencias globales de crédito, Moody’s y Fitch, también lo han degradado. José Sócrates ahora es sólo primer ministro interino, habiendo sido forzado a renunciar la semana pasada al perder una votación clave en el parlamento sobre la política fiscal. Hasta que se elija a un nuevo gobierno en elecciones en mayo o junio, no habrá nadie en el gobierno con la autoridad y legitimidad para enfrentar la crisis. Ayer, el rendimiento del bono de referencia de 10 años del país alcanzo 8.03%, el nivel más alto desde que Portugal se unió a la eurozona, 4.7% más que el bono alemán equivalente.

Portugal es un país pequeño de 10.7 millones de habitantes, 222,000 millones de dólares de Producto Interno Bruto (PIB), 1.8% del PIB de la eurozona, 23,000 dólares de PIB per cápita (ajustado por paridad de poder de compra) que enfrenta graves problemas financieros y estructurales. La deuda pública representa 83% del PIB, un poco menos que el promedio de la eurozona, pero el déficit del sector público y de la cuenta corriente de la balanza de pagos de 7% y 9.2% del PIB son muy superiores. La deuda externa supera 100% del PIB, de la cual 48% es del sector público. También existen problemas de liquidez importante, por lo que el tesoro debe refinanciar 4,500 millones de euros en abril y otros 4,960 millones en junio. El gobierno afirma tener cubiertos un tercio de sus requerimientos financieros de este año, 20,000 millones de euros, y que cumplirá sin demora los pagos de abril. El mercado apuesta a que no llegarán a junio sin un paquete de ayuda financiera.

El principal problema de Portugal es estructural: falta de crecimiento económico y de oferta exportable. No obstante de disfrutar condiciones financieras extraordinariamente benignas entre el 2001 y el 2008, el país sólo creció 1% como resultado de una reducción sostenida en las tasas de crecimiento de la productividad total, del capital y el trabajo. En tanto que el gasto interno crecía a tasas superiores apoyado en el endeudamiento externo del sector público, de las familias y de las empresas. Todo esto intermediado en una gran parte por la banca comercial, la cual, si bien está relativamente bien capitalizada, es vulnerable a una súbita interrupción de liquidez al depender 44% del fondeo mayorista del mercado. Sólo el continuo acceso a la ventanilla de descuento del Banco Central Europeo la mantiene en píe, pero esto es una solución transitoria. La hora decisiva está por llegar. Sin la opción de una política monetaria propia al carecer de moneda, Portugal, como antes Grecia e Irlanda, tendrá que pedir la ayuda del FMI y de la EFSF, la cual llegará atada a un programa condicional de ajuste estructural, macroeconómico y a una inevitable reestructura de deudas. Parece inevitable que Portugal se avoque a un largo y doloroso proceso de reestructura económica, una prueba más de que en economía no existen los desayunos gratis. Una alternativa, como sugirió medio en broma la columna LEX del Financial Times, sería adherirse como un nuevo estado de la pujante República de Brasil.

rfeliz@eleconomista.com.mx

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